La tercera economía de la Unión puede cambiar el domingo el Gobierno del tecnócrata Mario Draghi, salvador del euro en la crisis de 2012, por la ultraderecha eurófoba de Giorgia Meloni
NotMid 24/09/2022
OPINIÓN
Si las urnas comulgan el domingo en Italia finalmente con los sondeos, la tercera economía de la Unión habrá cambiado el Gobierno del tecnócrata Mario Draghi, salvador del euro en la crisis de 2012, por la ultraderecha eurófoba de Giorgia Meloni. Es decir, estabilidad y competencia por incertidumbre, una apuesta arriesgada en horas de guerra, inflación, malestar social y crisis energética que requieren de Gobiernos sólidos y respuestas coordinadas.
El relevo en Roma supondrá, además, otra piedra en el zapato de Bruselas, mayor aún y más incómoda que la que desde Hungría levanta ampollas en los cimientos de las instituciones comunitarias. En los últimos meses, la líder de Hermanos de Italia ha tratado de limar las aristas más afiladas del rostro de su partido, esas que ofrecían un perfil neofascista nostálgico de Mussolini, pero lo cierto es que su campaña ha pivotado sobre los pilares básicos del ultraconservadurismo: mano dura con la inmigración, rechazo al aborto, apoyo a la familia «natural» frente al «lobby LGTBI», «identidad sexual frente a ideología de género», etc.
Meloni ha moderado también las críticas a los «burócratas» europeos, a quienes llegó a tachar de «agentes de las élites nihilistas internacionales», para presentarse como futura premier responsable y capaz de administrar el maná de fondos europeos post Covid que van a lloverle al país para paliar la sequía económica. Pese a todo y como es lógico, ni su lavado de cara ni sus compañeros de viaje en la coalición -los populistas de la Liga de Matteo Salvini y de la derecha del incombustible Silvio Berlusconi- contribuyen a calmar la inquietud de los socios europeos, que temen que el nuevo desafío iliberal en uno de los motores europeos gripe a la UE en un momento de vulnerabilidad económica y amenaza nuclear rusa. Hay quien le pone una vela al presidente Sergio Matarella para que fuerce la elección de un ministro de Finanzas que aplaque la ansiedad de los mercados.
Un Gobierno Meloni sería una buena noticia para Vladimir Putin -lo predice hoy Enrico Letta en nuestras páginas-, que ya cuenta con un aliado, el premier húngaro Viktor Orban, que ha anunciado un referéndum sobre las sanciones a Moscú. Salvini, aliado del Kremlin, también se ha manifestado en contra de un castigo que «pagan los ciudadanos», mientras que Berlusconi defiende la invasión de su viejo amigo. Meloni no podrá permitirse, sin embargo, un pulso de esa magnitud contra Bruselas, que le valdría el aislamiento y el deterioro de su alianza con EEUU. El domingo Italia vota y Europa tiembla.