Mientras Trump da marcha atrás y la UE se esfuerza en negociar, el Gobierno se significa como socio prioritario de China
NotMid 10705/2025
EDITORIAL
Las relaciones internacionales se nutren en gran medida de gestos, y EEUU ha tomado buena nota del interés que está exhibiendo el Gobierno de España en estrechar lazos con China, en un contexto de máxima inestabilidad por la guerra comercial que ha iniciado Donald Trump. Las palabras que pronunció ayer el secretario de Estado de Comercio de EEUU, Scott Bessent, quien señaló directamente al Ejecutivo español en una conferencia de la banca en Nueva York, reflejan la gravedad que concede la Casa Blanca a la estrategia asumida por Pedro Sánchez de empujar a la UE hacia Pekín. El llamamiento a alinearse más con China que Bessent atribuyó al «primer ministro» o al «ministro de Economía de España» supondría «cortarse el propio cuello», afirmó, puesto que el gigante asiático inundará a Europa con sus exportaciones. En plena conmoción por los aranceles, el presidente español se convertirá mañana en el primer mandatario del mundo en fotografiarse con su homólogo chino, Xi Jinping. La situación de nuestro país es sin duda delicada.
El caos se ha desatado en los mercados desde el llamado Día de la Liberación de Trump. Ayer, tras responderle China elevando su muro arancelario al 84%, el presidente estadounidense sorprendió una vez más al anunciar una «pausa» de 90 días para todos los países -incluida la Unión Europea- excepto para China. Fue un alivio para los mercados y para la propia economía estadounidense, severamente castigada por la deriva autárquica de Trump.
En todo caso, EEUU sigue siendo uno de nuestros principales socios, y por eso la osadía de Sánchez contrasta con la cautela con la que está actuando Bruselas. La Comisión pretende seguir negociando con Washington y por ahora solo ha decidido que a partir del 15 de abril gravará con un 25% productos como hortalizas y frutas, legumbres secas, tabaco, papel higiénico, laminados de acero o motocicletas como las Harley-Davidson, una medida cuyo impacto sobre las exportaciones de EEUU se limitará a 3.900 millones de euros.
La extrema inestabilidad en la que la primera democracia del mundo ha sumido al conjunto de la economía global no tiene precedentes. Como contamos hoy en nuestro Primer plano, el llamado índice del miedo, un indicador de la confianza de los inversores, había alcanzado antes del respiro de ayer su peor nivel desde la pandemia. Además, China tiene preparado un arsenal de herramientas para castigar a empresas e intereses financieros estadounidenses, incluida la posibilidad de vender la gran cantidad de deuda norteamericana que acumula desde hace años. El choque entre las dos grandes potencias aún puede recrudecerse, y el alcance de las consecuencias es imprevisible. El clima sigue siendo de máxima incertidumbre y volatilidad, pese al rebote de los mercados. Por ello, el Gobierno de España debería conducirse con la máxima responsabilidad y siempre en sintonía con los intereses y la estrategia de la UE. Intentar significarse como socio prioritario de la dictadura china no parece el camino más adecuado.