Si no hay un acuerdo de tregua para la vuelta de los rehenes, la nueva fase militar israelí se ampliará en la Franja de Gaza
NotMid 21/05/2025
MUNDO
En su autobiografía publicada en 2022, el entonces líder de la oposición en Israel, Benjamín Netanyahu, cuenta que en la última gran escalada con Hamas en 2014, el ministro Naftali Bennett, pidió una operación a gran escala para ocupar la Franja de Gaza y acabar con el control del grupo islamista.
Netanyahu recuerda que se opuso señalando que ello supondría la destrucción de amplias partes de dicho enclave, la muerte de miles de civiles y, una vez destruido el régimen de Hamas, su país se vería obligado a “gobernar a dos millones de habitantes durante un tiempo indeterminado”. Además, apuntó que su atención estaba centrada en la cuestión nuclear iraní que “amenaza a la existencia de Israel”.
Si un acuerdo de tregua para la vuelta de 58 secuestrados no lo evita, Netanyahu conduce los Carros de Gedeón, así se llama la operación, a un escenario que rechazó hace 11 años. ¿Cuál es el motivo de la nueva ofensiva? Como otras muchas preguntas en Israel, la primera respuesta es elataque del 7 de octubre del 2023. Pero no la única.

Bajo el trauma de esa fecha y la negativa de Hamas a entregar los rehenes en cautiverio en sus condiciones y a su desarme, Netanyahu intensifica la campaña militar hacia lo que llama “victoria total” prolongando así la guerra más larga de Israel desde la del 48. Todo ello mientras libra una batalla judicial (juicio por corrupción), política (dos socios ultranacionalistas advierten con derribar el Gobierno si cesa la ofensiva sin la destrucción de Hamas) y diplomática. El presidente estadounidense, Donald Trump, que exige la vuelta de los rehenes y apoya la derrota de Hamas, desea el fin de la ofensiva especialmente desde que hace días elevara la intensidad de fuego con intensos bombardeos y nuevas incursiones terrestres.
Si la masiva operación lanzada hace 592 días como respuesta al asesinato de 1.200 personas y el secuestro de otras 251 en la invasión de Hamas tuvo un consenso sin precedentes en Israel, los ataques reanudados el pasado 18 de marzo -tras el colapso del alto el fuego- iniciado dos meses antes fueron acompañados por críticas internas sobre la compatibilidad de los dos objetivos declarados: presión para liberar secuestrados y destrucción de las capacidades militares y de control de Hamas. Las dudas en torno a la motivación de una acción militar son cruciales en un país donde el ejército necesita reservistas ante diversos frentes abiertos y tras más de 400 soldados muertos en Gaza.
Entre el 60% y 70% de israelíes pide el cese de la guerra para salvar a los secuestrados. Éste debe ser el principal objetivo de la guerra, según el 69% en el sondeo del diario Israel Hayom mientras el 31% prioriza el objetivo de acabar con Hamas.
Los detractores de Netanyahu dicen que alarga la guerra para evitar el adelanto de las elecciones previstas en 2026 y la creación de una comisión de investigación estatal sobre el fracaso del 7-O. Sus partidarios replican que su responsabilidad es precisamente evitar otro 7-O desde Gaza y alegan que el eje liderado por Irán ha quedado muy dañado.
“Netanyahu sabe que el cese de la guerra desmantelará su coalición. Para él, su coalición es mucho más importante que los secuestrados, la economía, la seguridad, el estatus internacional y la cohesión social. Antepone una vez más el interés político al nacional”, denuncia el comentarista Ben Caspit, en el diario Maariv donde Kalman Liebskind da otra visión: “No se puede criticar a Netanyahu argumentando que no hizo nada para doblegar al grupo terrorista antes del 7-O y al mismo tiempo exigirle ahora que pare la guerra y dé un paso atrás pese a que Hamas aún está en pie”.
Los israelíes que se manifiestan cada semana también desean acabar con Hamas pero ven más urgente a través de un acuerdo acabar con el infierno que sufren los secuestrados. A ellos se suman también pacifistas que denuncian la guerra portando fotos de civiles muertos en la Franja de Gaza.
La ofensiva ha destruido gran parte de este enclave donde la situación es tan desesperada que miles de habitantes se atreven a exigir en las calles no solo el fin de los ataques y desplazamientos sino también la marcha de Hamas. El ejemplo más dramático se vivió este lunes en Jan Yunis cuando los manifestantes gritaron contra este grupo horas después de recibir el aviso de Israel para abandonar sus casas ante un inminente ataque.
La muerte de más de 53.000 palestinos (entre ellos varios centenares en la última semana) según el ministerio de Sanidad de Hamas, la deteriorada situación humanitaria que ha obligado a Israel a cesar dos meses de bloqueo de la ayuda humanitaria y las declaraciones de algunos miembros de la coalición a favor de la destrucción y ocupación de Gaza elevan la crítica internacional. Las palabras este martes del ministro, Avi Dichter, señalando que “la mitad de los más de 50.000 muertos en Gaza son terroristas con nombres y apellidos” no logran frenar las condenas externas.
Agencias