El Kremlin subirá la apuesta con ataques cada vez más sangrientos mientras que Kiev invierte en la guerra asimétrica para abatir objetivos valiosos en territorio ruso.
NotMid 06/06/2025
MUNDO
Ucrania espera la venganza rusa de laOperación Telarañacon cierta resignación fatalista y humor negro: «¿Qué pueden hacernos? ¿Invadirnos? ¿Bombardear nuestras escuelas y hospitales? ¿Secuestrar a nuestros niños?». Después de tres años y medio de sufrimiento, las posibilidades de Moscú de provocar más dolor en los ucranianos se van reduciendo día tras día. Tan sólo el uso de algún arma nuclear del tipo que sea podría romper esa dinámica, aunque tendría también sus consecuencias negativas para Moscú, como la oposición de China, lo que convierte ese movimiento en posible pero muy improbable.
Si alguien pensaba que la destrucción de al menos 20 irremplazables bombarderos estratégicos rusos iba a desmotivar a Vladimir Putin en su guerra de agresión y a debilitar su postura negociadora, está muy equivocado. No ha sido así durante tres años y medio de golpes humillantes a Moscú, como la derrota a las puertas de Kiev, el hundimiento del Moskva o la invasión de la región de Kursk, y no va a serlo ahora. Su posición va a endurecerse y en Ucrania lo tenían más que asumido.
Rusia ha atacado esta noche, con más de 400 drones y 40 misiles, según informó el propio presidente ucraniano. No todos pudieron ser interceptados y los daños se produjeron a lo largo de todo el país.
Para el régimen de Moscú (no para Rusia ni para el pueblo ruso), la victoria en Ucrania es existencial. Putin está atrapado en una guerra que fue un error comenzar y de la que ya no puede escapar. Por eso está dispuesto a sacrificar aviones, barcos o soldados en cantidades industriales para conseguir su objetivo. El Kremlin hoy sólo contempla dos opciones: la victoria militar sobre el Estado ucraniano para desmantelarlo o un acuerdo de paz que suponga la sumisión total de Kiev a Moscú. Tatiana Stanovaya, analista rusa del centro Carnegie, asegura que estos ataques contra los bombarderos «solo reforzarán la determinación de desmantelar el Estado ucraniano en su forma actual. [Putin] responderá adoptando una línea más dura y menos sumisa. Esto no cambiará el cálculo de Putin, ni incitará un golpe palaciego, ni provocará una revolución popular. Las políticas actuales refuerzan el sentimiento antioccidental, antiucraniano y proestatal en Rusia».
Capacidades
¿Significa eso que Ucrania se equivocó al atacar su flota de bombarderos estratégicos? En absoluto. Kiev sólo hace lo que debe hacer: desgastar a Rusia e imponer costes cada vez más altos a su estrategia. El objetivo es que su ejército se atasque definitivamente en el campo de batalla y pierda su capacidad de hacerle daño en el medio o largo plazo.
En el actual escenario en el que Rusia va a seguir subiendo la apuesta sólo hay tres noticias buenas para Kiev. La primera es que ahora el principal instrumento bélico es el dron y Ucrania ya fabrica más de cuatro millones de varios formatos al año, de forma cada vez más autónoma y desconectada de sus aliados. La segunda buena noticia es que la economía rusa se va agotando al mismo ritmo que sus viejos arsenales de armas de la Guerra Fría, que están casi vacías después de sostener pérdidas que superan los 4.000 carros de combate, los 156 helicópteros o 28 barcos de guerra. El Fondo Nacional de Bienestar ruso, la caja de la que Putin saca su dinero para financiar la guerra, ha perdido una buena parte de su montante líquido total desde que comenzó la invasión. De unos 8,8 billones de rublos en febrero de 2022, ese fondo ha bajado a los 3,8 billones en 2024. Es decir, ha perdido el 60% y sigue bajando.
Estructura en Rusia
La tercera noticia favorable a Ucrania es que posee una estructura cada vez más dañina en suelo ruso. El SBU ya no sólo se permite matar a generales con patinetes explosivos en las calles de Moscú, sino que puede enviar drones a bases militares en Siberia sin ser detectados en un estado policial cada vez más paranoico y represivo. La guerra asimétrica aún puede depararle muchas amargas sorpresas a Rusia.
Pero el conflicto en las trincheras continuará: las cifras de bajas se revisan al alza: un millón de muertos, heridos y desaparecidos en el lado ruso, unos 400.000 en el bando ucraniano, y Putin no va a soltar el acelerador. La guerra continúa en escalada y ambos bandos llevan tiempo preparándose para luchar al menos dos años más. Además, los dos tienen todavía margen para dedicar más recursos. En el caso de Rusia, el Kremlin puede decantarse por hacer una segunda recluta obligatoria, algo terriblemente impopular. En el caso de Ucrania, Zelenski puede comenzar a llamar a filas a los menores de 25 años, que hasta el momento ha querido preservar.
Las conversaciones de paz auspiciadas por Trump han sido un auténtico desastre y ninguno de los dos bandos ha creído en la posibilidad real de poner fin a la guerra. Zelenski pretendió demostrar al presidente de EEUU que Putin no estaba interesado en la paz y a veces parece que se ha dado cuenta todo el planeta menos él. Putin intentó teatralizar un verdadero interés en parar la guerra cuando en realidad sólo pretendía ganar tiempo.
La realidad es que Putin sigue en su búnker mental de 2022. Para él sólo cabe la victoria al precio que sea.
Agencias