El secretario general no puede sobrevivir políticamente a la imputación de dos de los tres secretarios de Organización de su periplo
NotMid 12/06/2025
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Va a resultar muy desagradable asistir a la mudanza de la famélica legión que ha justificado hasta el más flagrante de los atropellos de este Gobierno extraño a cualquier forma de moral. Sobre todo, porque si es cierto lo que apuntan las investigaciones, no se podrán acoger siquiera a un periodo, breve pero luminoso, de pureza primigenia. No podrán siquiera aludir a un benéfico impulso originario que el tiempo y el poder se encargarían de corromper. El material indiciario que obra en manos del juez, sin atender aún a las pruebas testificales, apunta a una bulimia de corrupción desatada casi el mismo el día en que se conquistó el poder.
Es normal. Lo que les franqueó el paso fue la vil transacción de impunidad por apoyo parlamentario, satisfecha primero mediante el indulto y encarecida después hasta la amnistía. Ese fue el origen espurio de un Gobierno que consiguió aunar voluntades en un contraproyecto para el que el interés general era un estorbo.
Si el fin superior de alcanzar el Gobierno justificaba el autoindulto y la autoamnistía, cómo no iba a aceptar el partido que la coima podía ser una fuente inconfesable de financiación. Pablo Iglesias contó hace tiempo que Pedro Sánchez le había recomendado la serie francesa Baron Noir. Ahí está. Si para la derecha la corrupción puede ser una forma difícil de explicar de dinamizar la economía, para la izquierda es una forma de financiar sus buenos propósitos.
Si hablamos ya del partido, y no de este o el otro fontanero, es porque la presunta organización criminal objeto de la investigación actuaba en el mismo núcleo de poder. En la intersección donde se cruzaban el poder orgánico del partido y el presupuesto para obra civil del Gobierno. De ahí que no haya purga posible y que el único remedio sea la catarsis.
El secretario general no puede sobrevivir políticamente a la imputación de dos de los tres secretarios de Organización de su periplo, uno de ellos ratificado en el Congreso más reciente del partido, cuando ya el hedor apestaba hasta a la pituitarias más insensibles.
Empieza ahora el éxodo. Ya se aprecian las primeras deserciones de este Gobierno flebítico al que toleraron que levantara todo freno moral desde el mismo día de la investidura. Y desde entonces, claro, ha ido cuesta abajo en un frenético descenso llevándose por delante cualquier institución que le saliera al paso, cualquier reputación que se le enfrentara y cualquier convención democrática con la que se topara.