NotMid 14/06/2026
EDITORIAL
Mientras Pedro Sánchez empeña su palabra al desconocimiento de la corrupción en la cúpula del PSOE orquestada por sus dos hombres de confianza -Santos Cerdán y José Luis Ábalos-, los audios de la UCO exponen la sospecha vehemente de que Ferraz y Moncloa conocían la investigación de la trama Koldo hace tres años, en 2022. Pese a ello, la ocultaron a la ciudadanía y en 2023 recuperaron a Ábalos para las listas del 23-J. Creer hoy en la integridad del Gobierno y de la dirección socialista es más que un acto de fe.
En una reunión mantenida en diciembre de 2023, Koldo recrimina a Cerdán que lleva un año detrás de él sin obtener respuesta, y el secretario de Organización socialista le contesta: «Es que me avisaron que te iban a imputar por la Guardia Civil». La franqueza es desoladora. Si el número tres del PSOE sabía de la investigación en marcha, ¿cómo es posible creer que nadie más en este partido o en el Gobierno la conociese? Basta apuntar que, en la misma conversación, Koldo asegura que Sánchez se refirió a él como «un corrupto» al que «quería muerto». Resulta inexplicable que ni Ferraz ni Moncloa actuaran ya entonces con determinación y transparencia.
No hay duda de que estamos ante una revelación extraordinariamente grave. Porque la trama Koldo es también la trama Ábalos. Es inverosímil creer que se sabía que se investigaba a uno sin el otro. Pese a eso, o tal vez buscando un manto de protección, el PSOE recuperó a Ábalos en las listas del 23-J. El ex ministro de Transportes había sido defenestrado del Gobierno por Sánchez en julio de 2021, pero nunca trascendió el porqué. Ábalos siempre ha deslizado que el PSOE sabía lo que se cernía sobre él. Además de dimitir, el presidente está obligado a ofrecer a la ciudadanía las explicaciones que siempre ha negado.