EEUU cree que Tel Aviv se están quedando sin misiles ‘Arrow’, un arma desarrollada por Boeing e IAI para derribar los misiles balísticos que está empleando Irán a gran altitud
NotMid 20/06/2025
MUNDO
Israel tiene el problema de la práctica totalidad de las Fuerzas Armadas del mundo en las guerras del siglo XXI: le falta munición. EEUU cree que su ejército se está quedando sin misiles Arrow, un arma desarrollada conjuntamente por la empresa estadounidense Boeing y la israelí IAI para derribar a gran altitud los misiles balísticos que está empleando Irán para atacar el Estado judío. Según algunas fuentes, al ritmo de atrición -es decir, de desgaste- actual, Israel tendría que empezar a racionar el uso de esos proyectiles, que son críticos para su defensa, la semana que viene.
Los problemas de los inventarios de Arrow podrían ser una de las razones del enorme despliegue naval y sobre todo aéreo que Estados Unidos está llevando a cabo en Europa y Oriente Próximo, y que gira no en torno a bombarderos B-2 -que serían necesarios para bombardear el complejo nuclear iraní de Fardo- sino a cazabombarderos, entre ellos el F-22, un avión muy especializado, diseñado para enfrentamientos aire-aire y la única aeronave del mundo capaz de abatir misiles balísticos como los que emplea Irán. EEUU ya tiene cuatro baterías de misiles antiaéreos THAAD -similares al Arrow– en Oriente Próximo, así como varios destructores.
Los barcos y las baterías terrestres están, según ha reconocido el Gobierno de Donald Trump, derribando misiles iraníes. El miércoles, el diario Wall Street Journal informó de que, además de esos sistemas, “Estados Unidos está haciendo un uso acelerado y masivo de interceptores”, en una referencia directa a los F-22. Según esa tesis, los cazas estadounidenses estarían ya abatiendo misiles iraníes rumbo a Israel.

Así pues, y aunque nadie sabe con la más mínima certeza qué está pasando en el frente, parece que los dos contendientes se han visto atrapados en una carrera contrarreloj para ver a quién se le acaban primero las armas. Irán tiene sus misiles balísticos. E Israel tiene los Arrow y, a una altitud mucho menor, la Cúpula de Hierro, financiada en su práctica totalidad por EEUU. El que se quede sin misiles o sin antimisiles primero, perderá.
Israel cuenta con su propia capacidad de producción y con las transferencias de EEUU, mientras que Irán no parece haber recibido ninguna ayuda de sus aliados -Rusia, que se ha olvidado súbitamente del acuerdo de asistencia mutua que tiene con Teherán, China y Corea del Norte-. Y, además, sus instalaciones industriales de fabricación de misiles están siendo machacadas por la Fuerza Aérea israelí. Pero el Arrow es un misil complejo, y no se puede fabricar en grandes cantidades de la noche a la mañana. En esta guerra, Irán parece haber seguido con éxito moderado la estrategia que empleó su aliado Hamas cuando llevó a cabo el gigantesco atentado contra Israel del 7 de octubre de 2023, al saturar las defensas antiaéreas de su enemigo con una enorme cantidad de proyectiles.
Aquí, el papel de la archifamosa Cúpula de Hierro parece ser relativamente secundario, ya que ese sistema está diseñado para misiles de corto alcance y baja altitud, como los que empleaba el grupo terrorista palestino proiraní Hamas, hoy prácticamente desarticulado como fuerza de combate, que solo alcanzan un máximo de 50 kilómetros de altura, y que no han sido usados desde hace 14 meses.
Los misiles que lanza Irán, sin embargo, alcanzan 400 kilómetros de altitud antes de empezar a caer en el blanco. Y ahí es donde entran los Arrow y los THAAD, dos armas ultrasofisticadas, como demuestra que solo China tenga misiles antiaéreos equiparables a ambos. Europa, si todo va conforme a los planes, empezará a tener los suyos, el francoitaliano SAMP/T a finales de este año. Alemania no ha hilado tan fino y ha comprado el Arrow.
Todo eso vuelve a llevar a la cuestión del despliegue de EEUU, que ha consistido sobre todo en aviones cisterna, que son ideales para mantener bombardeos -o interdicción de aeronaves, incluyendo misiles- ininterrumpidamente durante días, ya que permiten a los cazas repostar en vuelo.
De ese despliegue, lo más significativo son los F-22, que solo han abierto fuego en situación de combate contra el famoso globo-espía chino que sobrevoló EEUU en 2022 y, después, contra una serie de extrañas aeronaves que nadie supo nunca qué eran, muchas de ellas en el norte de Canadá y de Alaska, aunque también fueron empleados como plataforma de guerra electrónica en 2014 y 2015 para coordinar bombardeos contra el Estado Islámico (IS).
Además, Estados Unidos tiene un número muy reducido -para los que son sus Fuerzas Armadas- de F-22, con solo 168 unidades en activo. De ellas, ha mandado entre una y varias docenas a Oriente Próximo, según imágenes de páginas web que siguen los vuelos de aviones en función de los radares y, en ocasiones, de los transponders, es decir, de los aparatos que dan la posición de los aparatos. Los transponders pueden ser apagados o alterados y los F-22 son invisibles a los radares, de modo que el que algunos de ellos hayan sido identificados significa que el Gobierno de Donald Trump no está especialmente preocupado en ocultar su presencia.
Los F-22, así pues, pueden ser un elemento clave para que la guerra no se extienda, si logran deteriorar, en conjunción con los THAAD y los destructores, erosionar los suficiente la capacidad de Irán de lanzar misiles como para que Israel pueda reestablecer su línea de defensa antiaérea. Pero, si EEUU emplea bombarderos B-2 para atacar el centro nuclear subterráneo de Fordo, en Irán, los Raptor también podrían tener otra misión: derribar misiles iraníes contra alguna de las 18 bases estadounidenses en Oriente Próximo y los barcos de ese país, contra las refinerías de los países árabes del Golfo, y, también, contra Israel.
El Raptor, del que algunos se han burlado porque va a ser el primer caza de la Historia que se retire del servicio habiendo derribado solo globos, podría tener una salida de escena mucho más dramática.
Agencias