Sánchez ha decidido, ignorando al Parlamento, torpedear el consenso atlántico en la decisiva cumbre de La Haya
NotMid 24/06/2025
EDITORIAL
España afronta la conferencia decisiva de la OTAN que se desarrollará hoy y mañana en La Haya como un aliado disruptivo y no como un país que aspira a situarse en el núcleo del liderazgo internacional.
El domingo, Pedro Sánchez compareció con urgencia desde La Moncloa para anunciar que la Alianza Atlántica hará con España una excepción y permitirá a nuestro país no alcanzar el 3,5% del PIB en gasto militar clásico, sino solo el 2,1% («ni más ni menos», afirmó). Ayer, apenas unas horas después, el secretario general de la OTAN le desmintió. La Alianza, dijo, está «absolutamente convencida» de que, para cumplir con las capacidades militares estipuladas, España deberá desembolsar el 3,5%, como el resto de los aliados, aunque estos tendrán flexibilidad para diseñar su propio camino. «En la OTAN no hay cláusulas de exclusión ni pactos paralelos», subrayó Mark Rutte.
Si bien en nuestro país no sorprende que el presidente recurra a la mentira, esta vez Sánchez ha dado un paso más utilizándola en su posicionamiento respecto a un organismo multilateral como la OTAN, y en un contexto de grave incertidumbre mundial, que este fin de semana ha aumentado peligrosamente con los bombardeos estadounidenses sobre Irán.
El porcentaje total del 5% del PIB en defensa que Donald Trump exige a la OTAN es discutible. Sin embargo, el debate sobre si España debe o no acometer ese ingente esfuerzo presupuestario que hipotecaría a las próximas generaciones, y sobre los potenciales riesgos a los que se expone por torpedear el consenso atlántico, no puede hurtársele al Parlamento, como está sucediendo. Se trata de una decisión de carácter histórico que no puede emanar de la voluntad personal de un gobernante sin mayoría parlamentaria y que, acorralado por la corrupción, reconoce que no convoca elecciones porque las perdería. Sánchez invoca un «pacifismo» demagógico para negarse al 3,5%, así como la necesidad de sostener el estado del bienestar en España. La realidad es que es incapaz de comprometerse con ese gasto porque es incapaz de aprobar unos Presupuestos con sus socios.
La mayor incógnita es, en todo caso, cómo actuará el imprevisible Trump, que acaba de lanzar un arriesgado órdago contra el programa nuclear iraní poniendo fin a 40 años de políticas de contención. Una operación sobre la que España mantiene un llamativo silencio en un momento en que los bombarderos de EEUU están usando nuestras bases para reabastecerse.
La amenaza rusa ha empujado a Europa a su peor crisis de seguridad desde la II Guerra Mundial. Ayer, lejos de relajar las exigencias sobre un gasto militar ineludible para la UE, Rutte anunció que la OTAN fiscalizará anualmente los avances de todos los aliados en el cumplimiento de los compromisos, que serán vigilados «muy de cerca» y revisados en cuatro años. Mientras tanto, Polonia lanzó una advertencia perfectamente razonable al asegurar que el trato especial a España sería «injustificado» y que «perjudicaría la unidad de la Alianza».
Los desafíos mundiales requieren unidad y consenso. No el uso político de la OTAN para dar un balón de oxígeno a un Gobierno agonizante.