NotMid 08/07/2025
EDITORIAL
Los grandes incendios como el que acaba de asolar las comarcas de Segarra, la Noguera y Urgel, en Lérida, y que se ha cobrado dos víctimas mortales, son un fenómeno en aumento debido al cambio climático y al abandono del campo, que obliga a extremar y modernizar las medidas de prevención para minimizar sus efectos. La retirada de la agricultura y la ganadería extensiva ha provocado que la masa forestal aumente de forma desordenada en nuestro país, lo que, unido a un clima cada vez más cálido y seco, facilita que el fuego se descontrole.
La gestión de la masa forestal, a través de labores preventivas como desbroces, podas y siegas, es indispensable para evitar que el bosque crezca de forma desmedida y se convierta en combustible para los incendios. Como subrayan los expertos que trabajan sobre el terreno en nuestro Primer plano, gran parte del campo español tiene una vegetación propia de un clima que está dejando de existir, y que seguirá calentándose a causa de los gases de efecto invernadero. Los megaincendios o incendios de sexta generación, como el de Lérida, son por desgracia cada vez más frecuentes, y no es posible enfrentarse a ellos con una mentalidad y unos medios propios de épocas anteriores. El clima y los ecosistemas han cambiado, por lo que la gestión de bosques necesita contar con medios suficientes, y las autoridades deben asumir un papel mucho más activo para garantizar la ordenación eficaz de la masa forestal.