El régimen de Nicolás Maduro celebra este domingo otras elecciones ‘fake’, en este caso municipales; la postura de Trump da alas al chavismo, que intercambia presos y dobla su represión
NotMid 27/0772025
IberoAmérica
Imagínense en 1974, un año después del golpe, a los opositores de Augusto Pinochet en Chile pidiendo a sus seguidores votar en elecciones organizadas por el régimen. ¿Cuál hubiera sido el resultado? Medio siglo después, en Venezuela, la pregunta del sociólogo Rafael Uzcátegui, director del Laboratorio de Paz, obtiene la misma respuesta: solo una minoría se plantea votar en las elecciones municipales adelantadas por el chavismo para este domingo. El objetivo es claro: apretar el nudo gordiano para asfixiar, sin acabar de ahogar, al país petrolero.
En esta ocasión, no hace falta repasar las encuestas o certificar la indiferencia nacional. Los venezolanos lo dejaron muy claro en las elecciones parlamentarias fake de mayo, cuando una abstención en torno al 85% aplastó a chavistas y colaboracionistas. Entonces, como ahora, estos últimos cuentan con la ayuda de un sector ultramoderado de la oposición democrática, muy minoritario, encabezado por los exgobernadores Henrique Capriles y Manuel Rosales.
El 28-J: Un Hito Histórico y Punto de Inflexión
Los comicios de hoy pasarán sin pena ni gloria. Sin embargo, el hito histórico del 28-J, cuyo primer aniversario se celebra este lunes, ya forma parte de la historia de las Américas. No solo por la gesta ciudadana que representó, sino también por ser un crucial punto de inflexión en la deriva del chavismo. Un año después, “estamos ante el intento del régimen de instaurar una nueva etapa de los procesos electorales en Venezuela, con ausencia de condiciones mínimas democráticas y un supuesto pluralismo a la medida del poder”, explica el experto electoral Jesús Castellanos.
Vladimir Putin enseñó el camino a principios de siglo con un falso escenario electoral con “partidos oficialistas, partidos judicializados y partidos exprés”, añade Castellanos. Todo se pone al servicio de los intereses del palacio de Miraflores para vender al mundo que su “autogobierno popular” es una “democracia participativa y protagónica” que ni los más extravagantes inventores griegos de la democracia habrían atisbado en sus pesadillas. Por supuesto, a la democracia revolucionaria no le gusta la aritmética: los resultados no se publican ni se permiten auditorías de votos.
Confiados en su nueva maquinaria electoral, estos comicios municipales mantienen las mismas condiciones ínfimas de las parlamentarias de mayo. La intención es forzar el olvido de lo sucedido un año antes, cuando decenas de miles de venezolanos se lanzaron el 28-J a hacer cola ocho horas antes de que abrieran los colegios electorales, aguantaron con estoicismo las trampas revolucionarias, protegieron las urnas con entusiasmo, se hicieron con las actas históricas (hoy a resguardo en Panamá), las transmitieron jugándose la vida a un pequeño comando electoral y este las subió a una página web para que el mundo se asombrara con la verdad.
La paliza fue de órdago, ni siquiera vista en los mejores tiempos de Chávez. El candidato democrático, Edmundo González Urrutia, obtuvo siete millones de apoyos frente a los tres millones de Nicolás Maduro, a pesar de todas las ventajas imaginables: el gigantesco aparato de propaganda y el sistema de control social impuesto en los barrios populares del país. Todo ello, con el candidato “permitido” por Miraflores, que quiso evitar a toda costa que fuera María Corina Machado, principal artífice de la ola de fervor popular que recorrió el país.
Fueron precisamente los barrios populares de las grandes ciudades y la Venezuela profunda, la que más sufre, los que encabezaron esta gesta nunca vista. Lo que vino después también es conocido: terrorismo de Estado, como lo definió la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La sangre joven volvió a derramarse en las calles y las cárceles se llenaron de nuevo con centenares de “terroristas”, la etiqueta elegida por la revolución contra quienes se le opusieron.
La Represión y la Diáspora: El Rostro de la Dictadura
Un año después, y tras las 66 excarcelaciones de los últimos días, el Foro Penal asegura que son 853 los presos políticos que albergan las mazmorras de Maduro, entre los que destacan 81 extranjeros, 14 de ellos españoles. El chavismo ha actuado con extrema dureza contra Vente Venezuela, el partido de Machado, y contra los dirigentes de la Plataforma Unitaria, así como contra activistas sociales, periodistas y muchos de los que obraron el milagro electoral.
Medio centenar de los detenidos durante el último año permanecen en paradero desconocido. Y cuatro presos políticos son menores de edad: Gabriel Rodríguez, Abraham Rivero, Luisneidel Zúñiga y Ángel González. “No cometieron ningún crimen, están detenidos por soñar, por vestirse de negro, por ser jóvenes. Los acusan de terrorismo, los aíslan y los torturan”, denunció el viernes el Comité por la Libertad de los Presos Políticos.
Crueldad, rehenes, exilio, enmascarados, impunidad, torturas, mentiras, clandestinidad… Si la revolución bolivariana se explicara a través de las etiquetas de las redes sociales, el resultado sería tan asombroso como poco esperanzador, tanto para los venezolanos de dentro como para los nueve millones obligados a huir, la mayor diáspora del siglo XXI. “Es difícil ser optimista con la situación política de Venezuela. La apuesta de Maduro por radicalizarse aún más ha dejado como consecuencia la desarticulación casi total de la oposición mayoritaria a nivel nacional. Secuestros y detenciones que se viven día a día y que no han cesado en estos 12 meses. Maduro no afloja el puño contra la oposición política”, afirma el analista político Luis Peche. “Se le ha puesto muy cuesta arriba a Machado proponer una nueva ruta de movilización o algo por el estilo, se encuentra maniatada (y en la clandestinidad, jugándose a diario la vida) y, salvo un escenario donde un tercer actor participe, no parece muy probable que algo sacuda el tablero político”, añade.
La Realidad Geopolítica y la Soledad del Poder
La irrupción de Donald Trump en la escena planetaria tampoco ha sumado a la causa democrática, pese a las esperanzas de algunos. “El canje de presos de la semana pasada deja ver que ambos gobiernos [EE.UU. y Venezuela] se entienden y están dispuestos a negociar. No hay barreras para llegar a acuerdos y eso tomando en consideración que la Administración ha dicho, con Marco Rubio [secretario de Estado] como portavoz, que no les interesa fiscalizar el respeto por la democracia. Ese no es su interés y, por tanto, no tienen problema en negociar con alguien como Maduro si es de su beneficio, no de la democracia venezolana. El problema de esta Administración es sacar a los venezolanos de EEUU, no protegerlos de Maduro”, señala María Puerta Riera, profesora de Gobierno Americano en Florida.
Los testimonios aterradores que llegan todos los días de los recién liberados del Centro de Internamiento del Terrorismo (Cecot) de El Salvador, sumados a los perseguidos en la cruzada trumpista contra los emigrantes, superan con mucho a los tímidos avances logrados en la relación con Washington. El regreso de la petrolera Chevron a Venezuela para extraer y producir petróleo se ha sentido como una bofetada de realidad geopolítica.
“Este anuncio demuestra que la Administración Trump ha sido inconsistente, incluso ha priorizado el entendimiento con Maduro dejando de lado a la causa democrática. De esta forma, este llega a un año del robo electoral fortalecido, valga la redundancia, a través de la fuerza. Utilizó la fuerza bruta y la represión como sus herramientas para subsistir ante la falta de apoyo popular”, subraya el analista Peche.
Y todo ello, a pesar de los muy evidentes problemas que sufre la dictadura chavista, volcada en su principal empeño: subsistir a cualquier precio. Maduro, denostado por su pueblo, vive una ficción de la que se siente protagonista. Durante el desfile de su ejército para conmemorar la independencia, el hijo de Chávez publicó una fotografía en sus redes junto a un general y parte de la tropa, a puerta cerrada y en diferido. Pese a tratarse de una situación bajo control, al presidente de facto no le importó que todo el mundo viera que un escolta gigante le separaba de los soldados, los únicos que estaban allí. La soledad del poder en su expresión más tropical.
¿Hay Esperanza en el Horizonte?
¿Quedan esperanzas para el pueblo venezolano? “El reto es construir una nueva estrategia que recupere el sentido de lo político y que vaya más allá. El 29 de julio del año pasado (protestas tras el fraude electoral que costaron la vida a 25 personas, la mayoría jóvenes de barrios pobres) fue un parteaguas, un antes y un después, se mandó a la sociedad un mensaje que la sociedad ha acusado. Un mensaje de miedo y represión, de que aquí se acabó la dictablanda y llegó la dictadura“, subraya Carmen Beatriz Fernández, consultora política y especialista en ciberpolítica.
Al igual que las revoluciones de Cuba (67 años) y Nicaragua (29 años), la bolivariana (27) sabe que los regímenes autocráticos no son eternos. “Si hay algo peor que una dictadura es una dictadura estable. Y yo creo que en Venezuela no existe esa dictadura estable, por su fragilidad en apoyo popular. La represión de este año no la ha hecho más estable. Pero lo que no está nada claro es cuál es el camino para que ocurra eso. Las sociedades siempre encuentran formas de expresarse, incluso con los regímenes más severos. No es la primera vez que la sociedad aparenta estar postrada, cuando en realidad lo que está es en depresión colectiva o repliegue táctico. Llegará el momento cuando esa ambición del cambio político o de recuperar la democracia se imponga”, sentencia Fernández.
En Síntesis: De la ‘Dictablanda’ al Régimen de Terror
Comicios municipales fake programados para este domingo y primer aniversario, el lunes, del mayor fraude electoral de la historia en las Américas. Las fechas se confabulan en una Venezuela que alguna vez fue “dictablanda” y que hoy se ha convertido en una dictadura despiadada: el chavismo ha impuesto su terrorismo de Estado para doblegar la soberanía del pueblo, con la persecución extrema de opositores, periodistas y activistas sociales.
El país se debate así entre la depresión colectiva y la esperanza que convirtió al 28-J en un hito democrático, entre el repliegue ante el terror y una salida soñada que no tiene fecha. La reactivación de la licencia para que la petrolera estadounidense Chevron vuelva a producir y extraer oro negro en Venezuela ha aturdido aún más a quienes esperaban el desafío directo de Washington, incluso con una sacudida del tablero geopolítico si hiciera falta. De momento, priman los negocios para Trump.
Agencias
