De ‘enterrar el hacha’ a desenterrar el Tomahawk: Ucrania pide a Trump el misil de crucero de largo alcance para atacar Rusia.
NotMid 30/09/2025
EUROPA
Para los pueblos indígenas de Norteamérica, el Tomahawk tenía un fuerte valor simbólico: en tiempos de paz se ‘enterraba el hacha’ (bury the hatchet) y en guerra se ‘desenterraba’. Ahora, el presidente Volodímir Zelenski busca ‘desenterrar’ su propia versión del Tomahawk: los misiles de crucero de largo alcance, un arma con el potencial de redefinir la guerra.
A pesar de que Washington haya dejado de enviar armas a Kiev de forma altruista, este giro en la política de la Administración Trump –focalizada en vender armamento a Europa para que esta lo entregue a Ucrania– abre una puerta inesperada. El nuevo mantra es obtener un beneficio económico, lo que pone a disposición del ejército ucraniano sistemas de ataque que antes Washington nunca habría regalado.
Después de clamar (y conseguir) el envío de artillería, tanques, HIMARS y cazas F-16 (entregas que en su día fueron “líneas rojas” para Rusia), llega una petición aún más osada. Tras su discurso en la ONU, Volodímir Zelenski se reunió con Donald Trump. El líder ucraniano recibió algo crucial del presidente estadounidense: su permiso personal para atacar blancos en la Rusia profunda. Acto seguido, Zelenski aprovechó para pedirle el arma con la que llevarlo a cabo: lanzaderas y misiles Tomahawk.
Trump tiene la última palabra
Trump no solo no se negó a escuchar la petición, sino que prometió estudiarla y darle a Zelenski una respuesta rápida. El vicepresidente JD Vance ha admitido que el Pentágono ya estudia la operación de venta, aunque la última palabra la tendrá el presidente.
Este intercambio fue calificado por Zelenski como «el más fructífero con Trump» desde que se conocen. ¿Qué ha cambiado para que la Casa Blanca estudie algo antes descartado? Analistas militares sugieren que el presidente de EEUU está frustrado con la estrategia de Vladímir Putin en las conversaciones de paz. La semana pasada, Trump sorprendió al calificar a Rusia de «un tigre de papel» que no ha conseguido ganar tras casi cuatro años de guerra. La coincidencia con la postura de JD Vance sugiere una revaluación estratégica con respecto a Putin.

Nuevas capacidades
La petición es crucial porque el Tomahawk ofrece a Ucrania capacidades de ataque de precisión de largo alcance que hoy no posee. A nivel estratégico, su posible llegada podría convencer a Rusia de que la solución bélica está agotada y debe sentarse a negociar. Políticamente, podría desatascar el juego diplomático entre Putin y Trump, ya que el autócrata ruso dejaría de lado su adulación al hombre que, aunque sea por una ganancia considerable, vende sus mejores armas a su enemigo.
El Tomahawk es un misil de crucero diseñado para ataques de precisión contra objetivos terrestres. Aunque EEUU lo usa desde buques y submarinos, existen lanzaderas terrestres, una solución perfecta para Kiev. Si Ucrania lo consigue, tendrá a tiro Moscú, San Petersburgo y las principales bases e industrias militares rusas.
El misil puede seguir rutas a baja altitud para esquivar radares, tiene un rango de hasta 2.500 kilómetros y una ojiva convencional de gran potencia. Su precisión es de pocos metros y las variantes modernas admiten reprogramación en vuelo, casi como un dron. Su principal efecto estratégico es destruir de forma quirúrgica la logística enemiga mucho más allá del frente.
Analistas como Justin Bronk y Jack Watling llevan meses defendiendo que Europa y sus aliados refuercen el arsenal de fuego de precisión de largo alcance para disuadir a Rusia. Con el Tomahawk y misiles de fabricación propia (como los Flamingo), Kiev aumenta la longitud de su tentáculo. Si ya es capaz de prender fuego a 16 de las 38 refinerías rusas con drones de tamaño medio, ¿qué podría hacer con misiles de estas capacidades? Aunque Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, minimizó ayer los efectos de esta arma, mostró su preocupación por el grado de implicación de EEUU en la formación de las tripulaciones ucranianas y en la elección de blancos.
Agencias