Los titubeos en el rearme y la debilidad del Gobierno lastran a nuestro país en un momento crucial por la amenaza híbrida de Rusia
NotMid 02/10/2025
EDITORIAL
La falta de determinación del Gobierno en el rearme de la UE sigue condenando a España a una posición gregaria en el marco de la Defensa. La cumbre informal de líderes de la UE que ayer albergó Copenhague volvió a escenificar la brecha que separa el decidido compromiso del grueso de países, incluidos los geográficamente más cercanos a Rusia, de la posición española, que casi en solitario se ha mostrado reacia a acelerar las inversiones para reforzar las capacidades defensivas. «Estamos en la situación más complicada no ya desde la Guerra Fría, sino desde la Segunda Guerra Mundial», afirmó la primera ministra danesa y dirigente socialdemócrata Mette Frederiksen en los prolegómenos de una cita en la que Pedro Sánchez prefirió orientar su mensaje inexplicablemente hacia el cambio climático. La advertencia de la anfitriona de la cumbre es una llamada realista y pragmática a alcanzar una posición común, objetivo inexcusable para afrontar los desafíos que ponen en riesgo los valores inherentes a las democracias liberales.
La reciente escalada de incidentes con drones y cazas rusos en las fronteras orientales de la UE, sumada a los ciberataques registrados durante los últimos meses, muestra de forma nítida la guerra híbrida emprendida por Moscú. La materialización de esta alarma ha redoblado la presión de los países del norte sobre España, en el marco de la amenaza continental que entraña la guerra de Ucrania. Europa se juega en este flanco su propia supervivencia, y ello exige hacer realidad cuanto antes proyectos como el muro antidrones rusos. La necesidad de esta herramienta es acuciante, dado que Europa no cuenta con una defensa efectiva ante las violaciones por parte de Rusia del espacio aéreo de países de la UE y de la OTAN.
En este contexto, el papel de España es clave no solo por su peso económico y demográfico, sino por ser Sánchez la cabeza visible de los socialdemócratas europeos, uno de los sostenes del Ejecutivo comunitario. El presidente del Gobierno, en línea con la primera ministra italiana Giorgia Meloni, incidió en la necesidad de reforzar la seguridad en el flanco sur. Sin embargo, en público centró su mensaje en mantenerse refractario a cumplir con el compromiso de incrementar el gasto militar hasta el 5%. Un porcentaje que, de hecho, asumió al firmar el documento final de la cumbre de la OTAN en La Haya el pasado junio.
El pulso personal del presidente en el seno de los aliados deteriora la imagen de España como socio fiable. A ello se une la división interna del Ejecutivo alrededor del plan de paz en Gaza y la debilidad de un mandato exánime. El Gobierno no solo no ha presentado los Presupuestos antes del 30 de septiembre, la fecha límite que establece la Constitución para hacerlo en tiempo y forma, sino que ni siquiera ha remitido al Congreso los objetivos de estabilidad y el techo de gasto, paso previo ineludible para elaborar las cuentas públicas. El Ejecutivo se encamina hacia la tercera prórroga de unos Presupuestos diseñados en la pasada legislatura por otro Ejecutivo y aprobados por un Parlamento distinto al actual, lo que supone una grave anomalía democrática.
La defensa de Europa exige no solo liderazgos sólidos y gobiernos estables, sino orillar razones de oportunismo político contrarias al interés general.