El plan de paz pilla a contrapié a la extrema izquierda, que insiste en dar oxígeno a Hamas
NotMid 06/10/2025
OPINIÓN
MAITE RICO
El plan de paz auspiciado por el impredecible Trump y pergeñado por la fundación de Tony Blair ha cambiado de golpe la dinámica en Oriente Medio. Fija una ruta sensata no solo para detener una guerra de dos años, sino para solucionar un conflicto de un siglo.
En esencia, exige la liberación inmediata de los rehenes, desarme y disolución de Hamas con garantía de amnistía o exilio, retirada del Ejército israelí de Gaza, reconstrucción bajo una administración internacional provisional y con presencia de tropas árabes, y reformas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con sede en Cisjordania, para sentar las bases de un futuro Estado.
Como señala el activista Samer Sinijlawi, los palestinos han sido rehenes de sus propios dirigentes (tres en un siglo), que han rechazado todas las oportunidades de solución política. Sinijlawi, que pasó cinco años encarcelado, mantuvo un interesante intercambio este sábado, en el Foro La Toja, con el ex primer ministro israelí Ehud Olmert, muy crítico con Netanyahu. Ambos coinciden en que cualquier solución tendrá que cumplir con dos exigencias básicas: seguridad para Israel y autodeterminación para el lado palestino. Y que no hay más opción que la convivencia de dos Estados.
El actual plan rescata ese objetivo, que parecía dinamitado, y neutraliza a la ultraderecha israelí que permite gobernar a Netanyahu. Y, esto es importante, implica a los países árabes en la solución. La mayoría, incluido Qatar, lo aplaude. Todos están hartos de Hamas, milicia sanguinaria al servicio de Irán que ha sometido a los gazatíes durante 15 años. La propia ANP, enemiga de los yihadistas, ha dado el visto bueno.
Al declarar la guerra a Israel con el pogromo del 7 de octubre, Hamás hizo un mal cálculo. Esperaba sin duda la respuesta militar israelí, parapetándose como siempre en la población civil, pero no una exitosa operación a tres bandas contra sus líderes en Irán, las instalaciones nucleares de los ayatolas y Hezbolá en Líbano.
Sin apoyo externo, debilitada y odiada en Gaza (ya han comenzado choques con los milicianos) no es casual que la extrema izquierda en Occidente trate de dar oxígeno a Hamas, ya sea con flotillas propagandísticas de turbia financiación o con manifestaciones. El plan les ha pillado a contrapié. La careta humanitaria ya no les sirve. A ver qué inventa Sánchez ahora.