La doctrina que el presidente de EEUU ha aplicado en Gaza tendrá impacto global en conflictos desde Ucrania a Venezuela
NotMid 15/10/2025
EDITORIAL
Donald Trump ha escenificado su liderazgo global en la reconfiguración del tablero en Oriente Próximo con un discurso ante el Parlamento israelí en el que consolida una doctrina de paz por la fuerza que ha logrado detener la guerra de Gaza y que sin duda tendrá impacto directo en la resolución de guerras en curso como la de Ucrania y de potenciales conflictos como el que se está fraguando entre EEUU y Venezuela.
La cumbre de Sharm el Sheij ha oficializado un acuerdo entre Israel y Hamas que constituye la mayor victoria diplomática hasta el momento del presidente estadounidense: la primera fase de un plan de paz que, aun imperfecto y con muchos flecos pendientes, ha logrado por primera vez en dos años lo que parecía imposible; acallar las armas, aliviar el sufrimiento de las familias de los rehenes israelíes -han sido liberados los últimos 20 que quedaban vivos- y acelerar la entrada de ayuda para detener la catástrofe humanitaria en Gaza.
La presión y el liderazgo personalista de Trump lograron desbloquear una negociación eternamente encallada entre Israel y Hamas, un éxito innegable que implicó a los países árabes -en especial a Qatar, Turquía y Egipto- en el diseño de un nuevo orden en Oriente Próximo en el que Irán es el gran perdedor.
En su habitual estilo hiperbólico, Trump habló ante la Knesset de «amanecer histórico de un nuevo Oriente Medio» e instó a transformar las victorias militares en «el premio definitivo de la paz y la prosperidad». El tono quizá pecó de excesivo triunfalismo en un territorio tan inflamable, pero el mensaje de fondo del presidente estadounidense sí fue acertado y conlleva una advertencia a Benjamin Netanyahu: el poder militar ha alcanzado su límite y ha llegado la hora de la política y la reconstrucción. El aviso llega ahora, una vez que Israel ha doblegado con el aval de Trump no sólo a Hamas, sino a la constelación de aliados de su padrino iraní: desde Hizbula en Líbano a la Siria de Asad.
Sin embargo, sería ingenuo pensar que esta precaria tregua equivale a la paz definitiva. Hoy mismo, Israel acusó a Hamas de violar el acuerdo al entregar sólo cuatro de los 28 cadáveres israelíes en su poder. Existen, además, otras muchas incógnitas: cómo se materializará el gobierno tecnócrata palestino con supervisión internacional que establece el plan; cómo se garantizará la seguridad de la Franja; cómo se concretarán el desarme de Hamas y la retirada gradual de las tropas israelíes… Y sobre todo, bajo qué marco podrá articularse la convivencia entre israelíes y palestinos, que requiere trabajar hacia la solución de dos Estados que avalan las resoluciones internacionales. De todas estas variables depende si el alto el fuego se consolida o fracasa hundiendo a la región en otro ciclo de violencia.
El alto el fuego ofrece un respiro en un territorio devastado. El reto ahora es que la tregua se consolide y dé lugar a una transición real. Y para ello la presión de Trump se convierte hoy por hoy en la garantía de avance hacia un proceso político que derive en la única salida viable: la coexistencia pacífica entre dos Estados seguros, reconocidos y con instituciones legítimas.