NotMid 05/11/2025
EDITORIAL
El eco silenciado de Darfur
Hace exactamente veinte años, la palabra Darfur se grabó a fuego en la conciencia global como el epítome de la barbarie incontrolada. Hoy, esa tierra lejana vuelve a gritar, pero el eco es mucho más débil. Una ola de asesinatos arrasa El Fasher, la gran ciudad sudanesa, y con ella, la última barrera de esperanza. Las imágenes satelitales no dejan lugar a la duda: charcos de sangre y cuerpos esparcidos confirman que las fuerzas paramilitares, ahora mejor armadas, organizadas y financiadas que nunca, han regresado para consumar el terror.
La historia no solo se repite; se repite en el silencio cómplice de un mundo que ya ha activado su memoria selectiva.
El Contraste Indecente de la Actualidad
Mientras la masacre se libra en Sudán, la agenda global, con su insaciable sed de novedades, salta de un extremo a otro, ofreciéndonos un contraste casi indecente.
Saltamos de la crisis de seguridad más grave del planeta a las denuncias de tortura en las cárceles israelíes, un recordatorio crudo de que la deshumanización no conoce fronteras. De allí, a la electrizante actualidad electoral de Estados Unidos, donde las victorias demócratas en Nueva York, Nueva Jersey y Virginia acaparan los titulares. La victoria de Zohran Mamdani en Nueva York es, sin duda, un hito histórico: el primer alcalde musulmán, de ascendencia del sur de Asia y nacido en África. Su triunfo es un poderoso símbolo de renovación democrática, pero ¿podemos celebrarlo plenamente mientras el horror sin nombre en el continente africano sigue sin respuesta?
La misma dicotomía nos persigue con el despliegue militar sin precedentes en el Caribe, una demostración de fuerza regional, contrastada con el cierre más frívolo y revelador de la semana: el escándalo del minorista chino Shein y la venta de muñecas sexuales en Francia.
¿Dónde está la Brújula Moral?
Este vertiginoso resumen de la actualidad no es solo un listado de noticias; es el mapa de nuestra brújula moral extraviada.
Nos indigna, y con razón, el fast fashion y la polémica del consumo, y nos fascina la épica de un joven político que rompe techos de cristal en Nueva York. Sin embargo, ¿por qué la visión de cuerpos esparcidos en El Fasher, que debería ser el tema central de todo noticiero, parece hundirse en la sección de “otras noticias”?
La verdad es incómoda: la atención es un recurso finito y, para muchos, la tragedia de Darfur es un horror conocido, una vieja historia de sufrimiento que ya no vende ni indigna lo suficiente. El mundo parece dispuesto a mirar para otro lado cuando la violencia es compleja, lejana y persistente.
Nuestra obligación, como sociedad informada, no puede ser la de tener una memoria selectiva. Debemos exigir que el foco no se aparte de El Fasher, porque la atrocidad que se ignora una vez, no tardará en exigir un precio mucho mayor en el futuro.
