NotMid 20/11/2025
ASIA
La reciente escalada de tensiones diplomáticas entre China y Japón ha puesto al descubierto la compleja encrucijada estratégica que enfrenta el régimen de Xi Jinping. Al calibrar su respuesta ante las contundentes declaraciones de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sobre la soberanía de Taiwán, Beijing se mueve en un terreno pantanoso: mientras intensifica las represalias desde el aparato estatal, la administración comunista evita deliberadamente recurrir a las protestas populares, una herramienta que en el pasado utilizó con eficacia pero que hoy representa un riesgo inasumible para la estabilidad interna.
El detonante: Takaichi cruza la “línea roja”
El punto de inflexión en la relación bilateral se materializó tras el primer encuentro cara a cara entre Takaichi y Xi, celebrado el pasado 31 de octubre en Gyeongju, Corea del Sur, en el marco de la cumbre de APEC. Apenas unos días después de asumir el cargo, la líder conservadora japonesa desafió la ambigüedad estratégica habitual al declarar ante el parlamento que una eventual ofensiva china sobre Taiwán constituiría una “situación que amenaza la supervivencia” de Japón. Esta clasificación legal es crítica, pues habilitaría el ejercicio del derecho a la autodefensa colectiva por parte de las Fuerzas de Autodefensa niponas.
La reacción de Beijing fue inmediata y coreografiada desde la cúspide del poder. El 13 de noviembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino convocó al embajador japonés, Kenji Kanasugi, para presentar una protesta formal. La maniobra, ejecutada por el viceministro Sun Weidong bajo la supervisión del canciller y miembro del Politburó Wang Yi, fue calificada por observadores diplomáticos como “extremadamente inusual” debido al alto nivel jerárquico de la orden.
La estrategia de la “asfixia silenciosa”
En lugar de permitir fuego en las calles, Beijing ha optado por el hielo económico y burocrático. En una rápida sucesión de medidas punitivas a mediados de este mes:
- Turismo y Movilidad: El 14 de noviembre se instó a los ciudadanos chinos a no viajar a Japón por “seguridad”, y las grandes agencias suspendieron la venta de paquetes turísticos.
- Educación y Cultura: El Ministerio de Educación desaconsejó cursar estudios en universidades japonesas, y se interrumpió la proyección de anime y cine nipón.
- Comercio: El miércoles, las autoridades notificaron la suspensión total de importaciones de productos del mar japoneses, revirtiendo la reapertura parcial que se había logrado recientemente.
El fantasma de 2012 y la nueva fragilidad china
El contraste con la crisis de las islas Senkaku (Diaoyu) en 2012 es revelador. En aquel entonces, bajo el liderazgo de Hu Jintao y con una economía pujante tras los Juegos Olímpicos de 2008, el Partido Comunista alentó manifestaciones violentas. Turbas nacionalistas atacaron fábricas de empresas como Panasonic y exigieron la anexión de Japón, a menudo con logística facilitada por el propio Estado.
Hoy, la ecuación es radicalmente distinta. La China de 2025 enfrenta una crisis inmobiliaria estructural, deflación de activos y un desempleo juvenil persistente.
El cálculo del régimen es pragmático: en un clima de frustración económica acumulada, permitir protestas nacionalistas podría encender una mecha incontrolable. El recuerdo de las protestas del “papel en blanco” de noviembre de 2022, que forzaron el fin de la política de COVID Cero, sigue fresco en la memoria del Politburó. Una multitud en la calle, aunque inicialmente grite contra Takaichi, podría girar rápidamente sus demandas contra el propio Xi Jinping.
Diplomacia del “Guerrero Lobo” y tensión en redes
Pese a la contención en las calles, la retórica oficial mantiene su agresividad. El clima de confrontación alcanzó su punto álgido el 8 de noviembre, cuando Xue Jian, cónsul general chino en Osaka y conocido exponente de la diplomacia “guerrero lobo”, publicó en la red social X un mensaje interpretado como una amenaza física directa contra la primera ministra japonesa. Aunque eliminado posteriormente, el incidente provocó que el Partido Liberal Democrático (PLD) y su socio de coalición exigieran declarar a Xue persona non grata.
Un horizonte congelado
Mientras los diplomáticos de nivel medio intercambian reproches en Beijing —como ocurrió en la tensa reunión del martes entre Masaaki Kanai y Liu Jinsong—, la posibilidad de una distensión al más alto nivel parece descartada.
Sanae Takaichi tiene previsto iniciar este viernes un viaje a Sudáfrica para la cumbre del G20. Al ser consultada sobre un posible encuentro bilateral con el primer ministro chino, Li Qiang, la portavoz de la cancillería china fue tajante: “Una reunión con la líder japonesa no está en la agenda”. China y Japón parecen destinados, por ahora, a una confrontación fría, atrapados entre la firmeza ideológica de la nueva administración japonesa y la vulnerabilidad interna del gigante chino.
Agencias
