No hay nada en la ultraizquierdista Porélmato que permita suponer cambio en las formas, zafiamente gubernamentales; ni en el fondo, sectario hasta la náusea, de su amigo y predecesor García Ortiz
NotMid 28/11/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Dicen que el CGPJ ha aceptado el nombramiento de Porélmato como fiscal viogeneral del Estado para calmar las aguas, aunque sólo las agiten sus padrinos, y por darle el beneficio de la duda, ya que la inmensa mayoría de la carrera fiscal desea que acabe esta época de bochorno, que ha dejado al Ministerio Público al nivel moral de la federación navarra del PSOE. Imagino que no tiene las taras legales de García Ortiz, al que declararon «inidóneo», que, traducido del fiscalés al español, significa prevaricador; y, sin duda, su forma de ejercer el cargo les dio plenamente la razón. Pero no hay nada, absolutamente nada, en la ultraizquierdista Porélmato, que permita suponer cambio en las formas, zafiamente gubernamentales; ni en el fondo, sectario hasta la náusea, de su amigo y predecesor García Ortiz.
En el área doctrinal, defendió ardorosamente la Ley del sí es sí, cuyo efecto directo ha sido la suelta de más de 100 violadores y la salida de la cárcel, años antes de lo que tocaba, de 1.200 agresores sexuales. La vida de las mujeres le ha importado menos que el estúpido eslogan «no es agresión, es violación», con lo que toda agresión era violación… y viceversa. Gran avance en el castigo de la violencia contra las mujeres. En cuanto a la vida de la mujer en sí, cuando ya había docenas de casos de Covid-19, no vaciló en llamar a «la manifestación feminista del 8-M», no fuera la vida de las mujeres reales a estropear aquel alarde. Si se pudiera establecer con seguridad jurídica, ¿a cuántas llevó a la muerte Porélmato?
Claro que, para la nueva fiscal viogeneral del Estado la seguridad jurídica es una antigualla heteropatriarcal. Ha defendido que el silencio en los acusados de malos tratos sea prueba de culpabilidad; así que ni derecho a guardar silencio ni presunción de inocencia. El Estado de derecho priva de garantías al hombre criminal. He buscado una frase, una, que la apartase del sectarismo borreguil. No he encontrado ninguna.
Y si en lo doctrinal todo en ella es tenebroso, en lo político es aún peor. Porélmato, antes de poder hacerlo por Sánchez, lo ha hecho por el mismo García Ortiz, en el juicio que su ultraminoritario sindicato convirtió en una algarada contra el Tribunal Supremo. ¿Cómo creer que respetará la independencia judicial y el Estado de derecho la jefa de las cheerleaders o animadoras del condenado por revelación de secretos? No hay beneficio de la duda. Tenemos otro beneficio: la certeza absoluta de que será una calamidad.
