No existe causa más revolucionaria en la actualidad que la de conservar nuestro sistema democrático
NotMid 06/04/2022
OPINIÓN
ANTONIO CAÑO
El sacrificio de Ucrania ha servido ya para trazar una línea en la conciencia de la Humanidad que separa el bien del mal. En una época de confusión, de relativismo y de una irritante pereza moral, la nación de Ucrania nos ha iluminado con su sangre sobre la batalla que se libra hoy, no sólo en su territorio, sino en todo el mundo, entre la democracia y el autoritarismo, entre la libertad y la sumisión, entre la justicia y la arbitrariedad. Ucrania, con un verdadero líder al frente, ha retirado las caretas a quienes, haciéndose pasar por los auténticos amigos del pueblo, ocultaban su verdadero rostro reaccionario y sus propósitos retrógrados y antidemocráticos.
Ya no hay confusión posible. Gracias a las vidas entregadas por Ucrania, hemos podido ver con nitidez que aquellos que prometían salvarnos de las garras de los poderosos para conducirnos a un reino de igualdad, justifican sin pudor las tropelías de un tirano que habita en su mismo mundo autocrático. Hemos podido ver con nitidez que quienes nos prometían orden y dignidad, guardan silencio ante los desmanes de un caudillo lunático que coincide con su modelo de liderazgo ejemplar. Hemos visto a quienes nos convocaban a diario a la revolución y se rasgaban las vestiduras por cualquier simpleza, permanecer impasibles ante una ristra de cadáveres que no encajan en sus prejuicios. Hemos visto a quienes airean constantes abusos de la autoridad y atropellos cometidos por la burocracia que nos gobierna, mirar a otro lado cuando se extermina a un país entero en una cruzada nacionalista.
Todos sabemos quiénes son. Todos sabemos quiénes están, de forma más abierta o solapada, de lado de Putin en esta guerra. Los tenemos en nuestra mente. Muchas veces no queremos nombrarlos porque hemos simpatizado con ellos hasta hace poco, pero sabemos quienes son. Lo sabemos en España y lo sabe cada cuál en propio país. Son fáciles de identificar porque están en los extremos del arco político. Ellos también, en cierto modo, están implicados en esta guerra y esperan a conocer el resultado para hacer su siguiente movimiento.
Todos estamos involucrados en esta guerra. Aunque no haya ni vaya a haber soldados de la OTAN en Ucrania, cada uno tenemos que acudir a nuestra trinchera para defender la democracia en este momento decisivo de la historia. Es necesario derrotar a Rusia en Ucrania y es necesario derrotar a los cómplices de Putin en nuestro país, a aquellos que contribuyeron a la caracterización de los ucranianos como una banda de nazis, a aquellos que elogiaron las virtudes y la integridad de quien hace ya mucho tiempo ejerce como represor de su propio pueblo y ahora como carnicero de un país vecino.
No es una batalla ganada ni va a resultar fácil. La maldad es seductora y la tentación de entregarse a los brazos de los predicadores de soluciones sencillas es grande. Vienen tiempos duros en muchos sentidos. La guerra traerá sufrimientos económicos a todos, agravados en algunos casos, como el de España, por la incompetencia de un mal Gobierno. Será difícil contener la frustración de todos los que se vean perjudicados o lleguen a sufrir empobrecimiento o carencias significativas. Por eso es importante estar alerta, de forma que esa frustración no sea utilizada como excusa para que, quienes hoy esperan agazapados, intenten llevarnos al infierno de Putin. Lo que prometen la extrema izquierda o la extrema derecha es eso, que nadie lo dude a estas alturas, un sistema autoritario como el que vemos en acción en los tanques de la Z.
No existe causa más revolucionaria en la actualidad que la de conservar nuestro sistema democrático. Hoy toca volver a las barricadas, aunque en nuestro caso sean meramente simbólicas, para defender en nuestro frente lo mismo que los ucranianos defienden en el suyo de forma mucho más trágica. Hoy toca defender, si no con las armas, al menos con convicción democrática y rectitud moral, lo que nuestros antecesores conquistaron en Normandía. La batalla de Ucrania tiene la misma trascendencia, y no se ganará sin el compromiso de todos.
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