Que el Gobierno de España y la Casa del Rey no hayan felicitado públicamente a una figura reconocida en la esfera internacional por su defensa de los derechos humanos en una nación hermana como Venezuela constituye una indudable anomalía
NotMid 16/10/2025
EDITORIAL
La forma en que España ha reaccionado a la concesión del Nobel de la Paz a María Corina Machado es impropia de una democracia europea. Al silencio espeso de las primeras horas lo siguió la excusa de que el Gobierno no se pronuncia sobre los premiados cuando no son españoles. Pero hoy sabemos algo más: dos ministros hicieron llegar su felicitación privada a la opositora venezolana: José Manuel Albares (Exteriores), el mismo viernes, y Margarita Robles (Defensa), el sábado, trasladaron su enhorabuena a Edmundo González. La existencia de ambas comunicaciones intensifica el desconcierto en torno a la actitud del Gobierno: uno tras otro, varios ministros y el propio presidente las han ocultado, evitando informar de ellas ante las reiteradas interpelaciones de la prensa.
Que el Gobierno de España y la Casa del Rey no hayan felicitado públicamente a una figura reconocida en la esfera internacional por su defensa de los derechos humanos en una nación hermana como Venezuela constituye una indudable anomalía. La pregunta es por qué. ¿Tal es la necesidad de no molestar a Nicolás Maduro? La respuesta, por ahora, es el retrato moral que del Gobierno componen su vínculo político con la izquierda chavista y su colaboración con los intereses del régimen al tutelar la firma del exilio forzado del presidente electo, así como el oscuro papel de Rodríguez Zapatero. Machado, que encarna un liderazgo extraordinario en un pueblo aplastado por la dictadura, lo expresó así en ELMUNDO: «La liberación de Venezuela va a traer consecuencias en España».