Los argentinos eligen la solución menos mala frente al retorno del peronismo abiertamente estatista
NotMid 28/10/2025
OPINIÓN
GINA MONTANER
Javier Milei estaba pletórico este domingo. Su triunfo electoral en las elecciones legislativas revertía el batacazo que su partido, La Libertad Avanza, sufrió hace dos meses en unos comicios provinciales en los que el peronismo se impuso. Aquello fue un primer aviso de que las políticas “anarco capitalistas” que abanderó con furor en las presidenciales de 2023, y que le valieron un triunfo aplastante contra décadas de mala gestión kirchnerista, tocaban fondo con buena parte de votantes desilusionados con una clase política que no saca a Argentina de la polarización y de las sacudidas económicas.
El Milei que habló después de este triunfo empleó un tono más sedado, haciendo alusión a alcanzar consensos que le permitan avanzar su programa de reformas radicales. En esta ocasión dejó la motosierra en casa, porque no están los tiempos para serruchar más el terreno movedizo en el que se sostiene su experimento libertario. Y es tambaleante por dos razones: el balón de oxígeno que se ha asegurado el oficialismo no se debe tanto al entusiasmo general por sus draconianas medidas económicas ni por que goce de gran popularidad en medio de escándalos de corrupción, sino por el temor a la vuelta de un peronismo lastrado por la dañina influencia de Cristina Fernández de Kirchner, quien todavía mueve hilos desde un arresto domiciliario que no le impide asomarse al balcón como una doliente Evita.
La otra razón de peso que ha reforzado a un Milei debilitado por el estancamiento económico y la poca fe de los inversores a pesar de haber frenado la inflación y el déficit público, ha sido el cable que le tendió Donald Trump a pocas semanas de estos comicios. Al argentino, aliado del trumpismo y su movimiento MAGA, le vino como agua de mayo el auxilio financiero que anunció el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y que resaltó el presidente estadounidense con un mensaje muy claro si no ganaba: “Si pierde, no vamos a ser tan generosos con Argentina”. Trump, más preocupado en velar por sus propios intereses al recabar apoyos incondicionales en el tablero internacional, estaba dispuesto a dejar a un lado su retórica de “América primero” con una inyección de dólares a su homólogo argentino. Un rescate en toda regla que contraviene sus políticas proteccionistas y tan supuestamente disruptivas como las que predica Milei para acabar con toda suerte de subvenciones.
El mandatario argentino, que presume de ser un “anarquista de mercado” con la filosofía de que se salve el que pueda sin andar mendigando rescates propios del Estado de bienestar, se achanta ante el auxilio de otro líder que entona más o menos ese himno según le convenga. Y si por un rato hay que quitarse la gorra de Make America Great Again, se hace, aunque los granjeros de su país no acaben de digerir este cambalache. Trump no se corta y propone el aumento de importación de carne argentina para aliviar la economía del país sudamericano. Los rancheros se quejan amargamente: “Da la sensación de que nos están vendiendo a un competidor extranjero”. Y tanto.
Los votantes argentinos han sido melancólicamente pragmáticos: un errático Milei es menos malo que el retorno del peronismo abiertamente estatista. Y contar con el rescate económico de Washington los pone a salvo de los aranceles con que Trump castiga a los díscolos. Son dos dolores de cabeza menos en medio de una migraña intermitente.
