El Gobierno y el PSOE no lo dudaron un minuto. El fallo del Supremo que condenó al fiscal general, tal y como pedía el novio de Ayuso, era una operación política contra Sánchez
NotMid 22/11/2025
OPINIÓN
LUCÍA MENDEZ
Mientras las instituciones del Estado se miraban en el espejo del consenso y celebraban la concordia del momento fundacional de la democracia, las dos fuerzas políticas que dieron a luz al pacto constitucional evidenciaron que la Transición es poco más que un aroma de nostalgia lejana. La España política actual no se acuesta todos los días preguntándose: «¿Qué ha ocurrido hoy?», sino: «¿Quién ha ganado hoy?», como dijo Obama en su oración fúnebre del periodista americano Walter Cronkite. La política española disputa cada semana una final de la Champions League. Y cada hinchada así la vive.
El 20-N, 50 aniversario de la muerte de Franco, mientras en el Congreso y en el Palacio Real se escuchaban llamamientos al entendimiento y a la paz civil, perdió Pedro Sánchez y ganó Ayuso. No en una sesión parlamentaria, ni en un debate electoral, sino en un veredicto de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que condena a inhabilitación al fiscal general del Estado por revelación de secretos. El fiscal general del Estado -combatiendo en nombre de Sánchez– y el novio de Ayuso -soldado de su novia presidenta y procesado por delito fiscal- han sido los contendientes de esta batalla político-judicial.
La final en la sala de vistas del Supremo había sido espectacular -de espectáculo-, ya que los periodistas jugaron un papel fundamental y el jefe de Gabinete de la presidenta madrileña no defraudó al respetable. Se celebraron juicios paralelos en todos los medios de comunicación. Para unos, el fiscal era culpable. Para los otros, era inocente. Y tan convencido estaba el Gobierno de que el Supremo absolvería al fiscal general por falta de pruebas materiales del delito que, cuando el tribunal dictó sentencia condenatoria, se fue condensando por minutos una ira incontenida en el PSOE, en las formaciones de izquierda y en los ambientes sociales y culturales que llevan el nombre de progresistas.
«Esto ha sido una operación política contra Pedro Sánchez encabezada por Isabel Díaz Ayuso y ejecutada por el Supremo. La prueba es que Ayuso salió a celebrarlo con una declaración institucional y que la bancada de enfrente estaba descorchando las botellas de champán», señalan fuentes del Gobierno.
Quizá sea pertinente recordar en este punto que en la entrevista con Pepa Bueno en TVE, el presidente Sánchez causó gran polvareda diciendo que «hay jueces haciendo política» y jueces que «no cumplen la ley». Una declaración que, tras la condena de Álvaro García Ortíz, adquiere el significado de resignación a otras posibles condenas que pudieran llegar en las causas judiciales que afectan a la familia del presidente o a sus ex colaboradores más estrechos, como Ábalos o Cerdán.
Sin que tengan nada que ver unos sumarios con otros, en cuanto a su gravedad, lo cierto es que sobre la cabeza de Sánchez pesan demasiadas causas en los tribunales. Es muy generalizado el comentario de hasta dónde puede llegar el aguante del líder socialista y la respuesta no está en el viento, sino en su propia trayectoria. Llegará hasta el año 27.
La canción que ha recomendado esta semana en su intervención en TikTok da una pista de unos días de pesadilla. Primero, el informe de la UCO con las andanzas corruptas de Cerdán, a quien defendió hasta la puerta de la celda; después, la condena de García Ortíz. Como la piedra que flota, se titula la canción y es del grupo León Benavente. Dice así: «Mi único plan consiste en sobrevivir, soy como la piedra que flota, me entrego a la corriente que renueva ni energía, me dejo arrastrar… Bailo con todas mis fuerzas, bailo con todas mis fuerzas». «Efectivamente, pese a todas las adversidades que se puedan tener en la vida, hay que bailar con todas las fuerzas», concluye Sánchez para dar ánimo a sus seguidores en la red social más juvenil.
Desde el primer minuto, Sánchez y su equipo tuvieron claro que bailarían con todas las fuerzas contra el fallo del Supremo. Las caras largas de los dirigentes socialistas no dejaban lugar a dudas. Sánchez no se pronunció en persona sobre la sentencia. Fue el ministro de Presidencia y Justicia el encargado de valorar el fallo. Félix Bolaños se mostró más comedido que sus colegas y anunció que el Gobierno nombraría de inmediato a un nuevo fiscal. «Queríamos preservar la institucionalidad, aún discrepando del fallo del Supremo», señalan fuentes de Moncloa.
El ministro encargado de cargar contra el Supremo fue el mismo que es candidato a desbancar a Ayuso en la Comunidad de Madrid. Óscar López, ministro para la Transfomación Digital, ha llevado el peso de la ofensiva socialista contra el alto tribunal. Y no se ha mordido la lengua precisamente. Los colaboradores de Sánchez advierten que las bases socialistas se les han quejado porque han visto una reacción contra la sentencia más floja de la que deseaban. Es verdad que hay voces del socialismo, bastante o muy alejadas del centro de poder de Moncloa, que opinan que el enfrentamiento con los tribunales y los jueces no es el mejor camino. Incluso hay personalidades en el entorno socialista que han visto un fallo menos grave, con la condena más leve de la que pedían las acusaciones. Pero son minoría minoritaria.
La inmensa mayoría del PSOE cree estar ante el combate del bien -el progresismo- contra el mal -todas las derechas-, y, como señala una fuente, «la derecha utiliza todas sus armas para intentar tumbar a Pedro Sánchez». «La causa contra el fiscal general del Estado fue impulsada con mentiras sobre su novio por Ayuso y su entorno para que quedara muy claro quién manda en el PP y en la derecha, que es Sol, y no Génova. Así se ha escenificado el poder en el PP después de la sentencia. Ayuso acaparó el foco y marcó la pauta y Feijóo se sumó al carro del PP madrileño».
Sánchez y los socialistas piensan hacer de este fallo uno de los ejes de las campañas electorales que se avecinan y el líder socialista prevé hacer campaña como si el candidato fuera él en todas las autonómicas que se avecinan: Extremadura, en menos de un mes, Castilla y León, y Andalucía. En la dirección del PSOE consideran que el papel de víctima de los poderes oscuros que quieren tumbar al Gobierno con malas artes es muy potente. «La condena del fiscal moviliza al votante progresista, Ayuso genera mucho rechazo en la izquierda y su euforia con el fallo ha dejado en evidencia que era una causa política contra el presidente del Gobierno, con quien ella se quiere medir a todas horas. Ella es la auténtica jefa de la oposición, ya acabó con Casado por denunciar la corrupción de su hermano, se cree impune. Repite la barbaridad de dictadura sanchista, cuando, estrictamente, ha quedado negro sobre blanco que ni el presidente ni el PSOE tienen control alguno sobre la Justicia».
