Hemos pasado del terrorismo al golpismo como base estructural de la una mayoría de Gobierno en España
NotMid 24/07/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
La posibilidad de un cambio en el rumbo desastroso de España fue aventada ayer por los propios españoles. El truco de hacernos votar en el día estadísticamente más caluroso del año le ha salido bien a Pedro Sánchez. Lo que no le ha salido es un Frankenstein con capacidad de echar a andar. Hemos pasado de depender del pistolero Otegui a depender del prófugo de la Justicia en Waterloo Carles Puigdemont, del terrorismo al golpismo como base estructural de la una mayoría de Gobierno en España. Y Sánchez es, o aspira a ser, el factor y guardavías del descarrilamiento nacional. Lo malo para España es que a la mitad de los españoles no les importa. Lo malo para los enemigos de España es que no les será fácil ponerse de acuerdo para liquidar el sistema constitucional mediante un referéndum ilegal que, además, debería ser asumido por el Parlamento español, cosa que no sucederá.
El PP de Feijóo ha ganado las elecciones en votos y en escaños. Le corresponde, por tanto, intentar formar Gobierno a instancias del Rey. Si no lo consigue, será el turno del segundo, Pedro Sánchez, que deberá poner de acuerdo a todas las tribus separatistas para encabezar la reedición del golpe de Estado de 2017. Y el que tiene la sartén por el mango es el prófugo de Waterloo, que ha descuajeringado a la Esquerra por sus apaños con el PSC, gran beneficiario electoral de ayer, pero más rehén político del separatismo que nunca. Como Sánchez.
Si Sánchez hubiera ganado, podría acogerse a la cláusula de Feijóo de la lista más votada. Al no ganar, aunque psicológicamente tenga un éxito que unos atribuirán al puchero y otros, a la inconsciencia de una izquierda capaz de facilitar el suicidio asistido de su país, su única salida es ofrecerle al Rey una mayoría de Gobierno. O volver a votar en Navidad. Mejor que en julio, pero tras unos meses de desgaste de todo y de todos.
La democracia es un régimen que permite echar a un Gobierno sin recurrir a la guerra civil. Nada más y nada menos. Pero muchos no la han aprovechado para echar a Sánchez. Con él, España será ingobernable, y, si gobierna, será imposible. Ojalá su soberbia nos lleve a votar y rectificar. La esperanza se ha bloqueado, pero no ha muerto. España no puede morir.