Los indigentes descubiertos en las calles de la La Habana serán deportados a sus provincias de procedencia. En Cuba la pobreza se sitúa en el 89%
NotMid 16/07/2025
IberoAmérica
La renuncia de la ministra Marta Feito Cabrera, apenas un día después de sus controvertidas declaraciones, no fue un simple acto de arrepentimiento. Se puede interpretar como una maniobra política cuidadosamente orquestada. El presidente Miguel Díaz-Canel utilizó a la ministra como chivo expiatorio. Al desautorizarla públicamente y aceptar su dimisión por “falta de sensibilidad”, el gobierno logró varios objetivos:
- Desviar la atención: Se desvió el debate de la existencia de la pobreza en sí, para centrarlo en la supuesta “insensibilidad” de una funcionaria.
- Proyectar empatía: Díaz-Canel pudo presentarse como el líder que entiende el sufrimiento del pueblo, incluso cuando sus propias políticas son las que han exacerbado la crisis. La frase “La revolución no puede dejar a nadie atrás” actúa como un intento de reconciliarse con la población afectada sin admitir un fracaso sistémico.
- Mantener el control: A pesar de la “corrección” de las formas, la estrategia inicial de reprimir la mendicidad (denunciar y deportar a los indigentes) demuestra una intención de control social, no de ayuda humanitaria. El problema para el gobierno no es la pobreza, sino que esta se haga visible en las calles.
El Contraste Social y la Crisis
Las declaraciones de la exministra, afirmando que no hay mendigos y que los indigentes son impostores, chocan frontalmente con la realidad descrita en el propio artículo. Los datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) y la experiencia cotidiana de los cubanos desmienten por completo ese discurso oficial.
- La pobreza extrema del 89% y la crisis alimentaria que afecta a siete de cada diez cubanos son la verdadera razón detrás de las personas que hurgan en la basura y limpian parabrisas. Su comportamiento no es una elección de “vida fácil”, sino una estrategia de supervivencia ante la escasez y los salarios de miseria.
- La situación evidencia el fracaso del modelo económico de la revolución, que no puede garantizar ni siquiera las necesidades más básicas. Este colapso ha provocado una desaprobación récord de la gestión gubernamental y una desbandada masiva de la juventud, dejando a los más vulnerables, como los adultos mayores, abandonados a su suerte.
En esencia, el artículo expone cómo la crisis sistémica ha obligado al gobierno a defender una realidad paralela, mientras la población enfrenta la cruda verdad de la escasez y la represión.
Agencias