En plena reversión del orden moral e internacional, el estadounidense Robert Prevost se presenta como un puente en favor del “diálogo”
NotMid 09/05/2025
EDITORIAL
La Iglesia católica escribió este jueves un nuevo capítulo de su historia milenaria con la elección de Robert Prevost Martínez como nuevo Papa. En un momento crítico de reversión de los principios morales que sostenían la convivencia en el conjunto del planeta, el inesperado nombramiento de este cardenal indica una toma de posición ante el mundo difícilmente ocultable.
Con doble nacionalidad estadounidense y peruana, y con orígenes familiares en España y Francia, León XIV se presenta como un puente entre mundos, en un contexto geopolítico en el que Donald Trump pretende dictar el orden internacional desde los parámetros del más feroz nacionalismo. Con Prevost, la Iglesia católica se ha decidido por un estadounidense -el primero de la historia- con profundas raíces latinas, aparentemente lejano a las tesis trumpistas -lo han descrito como «el menos estadounidense» de sus compatriotas cardenales- y caracterizado por su trayectoria como misionero, aunque también por sus labores diplomáticas.
Agustino de 69 años, Robert Prevost era muy cercano a Jorge Mario Bergoglio. De él se espera una línea continuista con su antecesor, aunque también un estilo más pragmático y centrista. El nuevo Papa no ocultó esa sintonía en su primer discurso, al hacer énfasis en una Iglesia cercana a los fieles, volcada en los más vulnerables y promotora del «diálogo» y de la «paz», que invocó de forma decidida.
La elección de su nombre como Papa puede interpretarse igualmente como una declaración de intenciones: León XIII fue un Pontífice longevo y renovador que, con la encíclica Rerum Novarum (1891), actualizó la doctrina social de la Iglesia abordando temas de trascendencia social y económica como los derechos de los trabajadores y la necesidad de una sociedad justa y equitativa.
A todo ello se suma la conexión con la periferia que destaca en el perfil de Prevost, quien este jueves abandonó por unos segundos el italiano para dirigirse en español a la diócesis peruana de Chiclayo, donde fue obispo. Finalmente la Curia no ha elegido a un Papa italiano, sino a uno muy vinculado a Sudamérica, hoy principal bastión del catolicismo, que en Europa y Norteamérica está acusando una constante pérdida de fieles.
León XIV deberá marcar su camino tras el singular pontificado de Francisco, que fue el Papa del momento populista. En medio de la revuelta global contra las élites surgida con la crisis financiera, la Iglesia eligió a un jesuita e iberoamericano que centró sus mensajes en cuestionar al establishment del Vaticano y en volver la mirada hacia los pobres y los inmigrantes. Bergoglio impulsó un controvertido giro cultural de la Iglesia -en la estética y el lenguaje-, pero no modificó sustancialmente la doctrina, y su influencia en los grandes conflictos internacionales fue limitada.
Robert Prevost deberá enfrentarse a enormes desafíos internos -como la división de la Iglesia- pero también externos. En un mundo en crisis, el Papa tiene ante sí la oportunidad de reforzar la influencia de los valores universales del humanismo cristiano que han guiado a Occidente, siempre con la dignidad humana en el centro.