Me sorprende la facundia con que mienten
NotMid 26/07/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
No me asombra porque estoy acostumbrado. Acabo de publicar un libro sobre los complejos inducidos en la derecha política por la izquierda, a través de los periodistas zurdos y los maricomplejines centristas. Pero me sorprende la facundia con que mienten, achacando cada vez a una cosa distinta el carácter odioso e indigno de ser votante de la derecha. Leí ayer que unos supuestos barones (periodísticos, los conozco) lamentan haber dado «pábulo» a Vox, como si la izquierda, con el PSOE a la cabeza, no hubiera encontrado siempre excusas para deslegitimar a la derecha.
La plebe que aclamaba a Sánchez en Ferraz tras la victoria electoral de Feijóo y gritaba el «No pasarán» de los comunistas (por cierto, copiado del «Ils ne passeront pas!» de los franceses en la guerra francoprusiana, y vaya si pasaron) es la misma que coreaba «¡Con Rivera, no!», con el xenófobo Torra aullando en la acera. Al de Ciudadanos le llamaban Primo de Rivera, el PNV negó cualquier apoyo al PP si pactaba con él, y no era Vox. Ni Cs ni Vox existían cuando el Pacto del Tinell, con socialistas, comunistas y separatistas excluyendo al PP de las fuerzas democráticas. Ni cuando González sacó el dóberman nazi en 1993 contra Aznar, del que decía el comando Rubalcaba, hoy Barroso, que no era bastante moderado. Nunca lo es. La izquierda y el separatismo repiten el mismo discurso de odio contra cualquier derecha que les pueda echar del poder. Nunca ha pactado el PSOE lealmente con la derecha, ni con UCD, ni con el PP, ni, desde ZP, con ningún partido, salvo el gatillazo con Rivera de Sánchez, el del «No es no», muy del PSOE de Pablo Iglesias Posse.
A Suárez le sacaban la foto de falangista y Guerra dijo que, de haber golpe de Estado, «entraría a la grupa del caballo de Pavía». Lo hubo, Felipe era vicepresidente en la lista del Gobierno Armada y Suárez fue el único civil que no se tiró al suelo. Este «¡No pasarán!», antes «¡Con Rivera no!» y antes dóberman nazi, suena a Largo Caballero, «el Lenin español», el del golpe de Estado contra la República en 1934, el que robó las elecciones de 1936 y el que, pese a Besteiro, condujo a la izquierda a la guerra civil contra media España. Ahora es contra España, sin más.