Su plan de sucesión podría depender de su hijo adolescente, que se casó el sábado con parabienes de Putin
NotMid 05/07/2025
MUNDO
El líder checheno Ramzan Kadirov, una figura central en el poder desde 2007 y estrecho aliado del Kremlin, ha gozado de la protección incondicional del presidente ruso, Vladimir Putin, desde su ascenso tras la segunda guerra chechena. Esto ha sido así a pesar de las graves acusaciones de abusos contra los derechos humanos. No obstante, esta blindada relación se tensó el año pasado, cuando su clan protagonizó un sonado asalto armado en Moscú para intentar apoderarse de la empresa de comercio electrónico Wildberries, un incidente que le valió la inusual desaprobación de las autoridades rusas.
Los servicios de seguridad rusos siempre han recelado de este “virrey” de Putin, quien, a diferencia de otros gobernadores que pueden ser destituidos con una simple llamada del Kremlin, ha gozado de carta blanca y ha extendido su poder sin interferencias durante dos décadas. Pese a la centralización de recursos en Moscú, Chechenia ha recibido subsidios significativamente mayores que otras regiones de mayor relevancia, una estrategia clara para mantener la paz en el volátil polvorín del Cáucaso.
La Salud de Kadirov y la Sucesión
La necrosis pancreática terminal que padece Kadirov, a sus 48 años, podría precipitar una sucesión en Chechenia. Este brutal y voluble líder, nacido en 1976 y conocido por su afición a las armas y los coches de lujo, se enfrenta a un futuro más incierto que el de Vladimir Putin, quien cumplirá 73 años en octubre y aparenta gozar de buena salud y vigor físico. Consciente de su fragilidad, Kadirov, quien controla un ejército propio y ha integrado a efectivos del grupo paramilitar Wagner, lleva años planificando cómo prolongar su influencia o, al menos, asegurar la protección que su posición le confiere.
Kadirov ha distribuido estratégicamente cargos públicos entre sus familiares, designando a sus hijos, Ajmat y Adam Kadirov, como sus principales herederos. Adam, de solo 17 años, ya ostenta importantes responsabilidades como jefe del departamento de seguridad de la república y secretario del Consejo de Seguridad local. No obstante, para alcanzar la máxima autoridad en Chechenia, el joven se enfrenta al mismo obstáculo legal que su padre: la legislación rusa exige que los líderes regionales tengan al menos 30 años, lo que implicaría un “período en barbecho” similar al que Kadirov tuvo que esperar tras el asesinato de su propio padre antes de ascender formalmente al poder.
Otros nombres suenan como posibles sucesores: Apti Alaudinov, quien relanzó su carrera tras combatir en Ucrania y mantiene fuertes vínculos con el Kremlin, y Magomed Daudov, conocido por liderar purgas anti-gay en la región. Sin embargo, la “marca Kadirov” podría prevalecer sobre la experiencia y el poder de estos rivales. La singularidad de esta conexión quedó patente el pasado sábado, cuando el líder checheno publicó con orgullo en Telegram las felicitaciones personales del presidente ruso por la lujosa boda de Adam. Un gesto que, como bien señala el artículo, “nadie más tiene el abrazo de Putin”.
Cameos en la Invasión de Ucrania
Así como en el putinismo, la posible muerte del líder se cierne cada vez más sobre el “kadirovato”. Esta preocupación no solo se debe a su visible deterioro físico (rostro hinchado, dificultad para respirar), sino también a la creciente amenaza ucraniana. Sus exposiciones públicas durante la invasión de Ucrania lo han convertido en un blanco prioritario para drones y misiles, lo que lo ha llevado a amenazar con utilizar prisioneros de guerra ucranianos como escudos humanos ante futuros ataques aéreos contra Chechenia.
La fragilidad de Kadirov se ha vuelto cada vez más evidente desde 2023. En mayo, sus declaraciones solicitando “ser relevado del cargo” como líder checheno se sumaron a persistentes rumores de destitución. Aunque ya había hecho comentarios similares en 2016, 2020 y 2022, el periodista independiente Saahil Menon, residente en Dubái, sugiere que, a diferencia de aquellos intentos que eran principalmente “gestos para obtener concesiones de Putin”, esta vez “parece genuinamente decidido a irse
La Opción de los Emiratos Árabes Unidos
Sancionado por Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea (UE), una de las escasas jurisdicciones seguras para Kadirov tras una eventual ‘jubilación’ serían los Emiratos Árabes Unidos. Este país, que alberga una embajada chechena no oficial desde hace más de una década, se ha convertido en su refugio financiero y personal. Kadirov ha viajado allí al menos 14 veces solo entre 2021 y 2022, donde se presume que ha custodiado parte de su fortuna.
Al inicio de la invasión rusa, Kadirov apoyó activamente la causa del Kremlin, enviando a más de 47.000 combatientes chechenos al frente ucraniano. Sin embargo, en paralelo, comenzó a trazar un plan de contingencia ante un posible revés. Los Emiratos Árabes Unidos han sido el lugar elegido para ocultar el verdadero alcance de su enfermedad, ya que, en un régimen tan personalista y violento como el que preside en Chechenia, cualquier indicio de debilidad física podría fracturar su autoridad. De hecho, según Novaya Gazeta Europa, Kadirov ha preferido buscar tratamiento en un emirato con un sistema de salud inferior al ruso antes que ponerse en manos de médicos moscovitas.
Conocido por su brutalidad, rencor y una imagen tradicionalista y religiosa, Kadirov mantiene una sólida relación con el presidente emiratí, Mohamed Bin Zayed Al Nahyan, a quien llama “hermano mayor”, pero que en la práctica actúa como un influyente mecenas. La inyección de 300 millones de dólares a startups chechenas a través del Fondo Zayed para el Emprendimiento y la Innovación consolida este vínculo, otorgando a Abu Dabi una valiosa influencia dentro de la Federación Rusa. A pesar de ser denostado por parte de los servicios de seguridad rusos, Kadirov ha demostrado una habilidad excepcional para medir sus acciones y palabras, evitando el fatídico desenlace de figuras como el jefe de Wagner, Evgeni Prigozhin. Sin embargo, si su régimen se tambalea, es altamente improbable que Moscú acuda en su rescate, una lección aprendida del abandono al tirano sirio Bashar al-Asad.
Agencias