«En 2030 no tendrás nada y serás feliz”, dice la Agenda 2030
NotMid 02/05/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
La izquierda tuvo una ruptura esencial en el siglo XIX, que llega hasta hoy, y no es la de marxistas y bakuninistas en la I Internacional, ya que ambos eran comunistas y sólo divergían en el liderazgo y la retórica, sino la que se produce tras el sangriento fracaso de la Comuna de París: la tendencia sindical o reformista en torno a Paul Lafargue y la revolucionaria o comunista, derrotada hasta 1917, cuando Lenin impone lo que Marx echa en falta en la Comuna: un Terror a lo Robespierre, pero «rojo» o «de clase».
Lo esencial y actualísimo es lo que sostuvo Lafargue contra Marx: los legítimos representantes del proletariado no pueden cerrar los ojos ante el enorme desarrollo de las fuerzas productivas en la Revolución Industrial, ni los vertiginosos cambios sociales producidos en poco tiempo, ni las posibilidades de que la prosperidad que traen esos cambios lleguen a los más desfavorecidos. Mientras Marx alimenta el mito de la tasa decreciente del beneficio y el fin inevitable -científico, dice- del capitalismo, Lafargue constata todo lo contrario: la economía tiene normas propias que no pueden sustituirse por valores morales o fantasías ideológicas. Los socialistas deben entender el funcionamiento de la economía de mercado y extraer de ella el máximo provecho para la población que parte de circunstancias más desfavorables. Todo lo conseguido por los sindicatos alemanes, hasta hoy, viene de Lafargue. Lo que estamos viendo en episodios como la dana o el apagón viene, en última instancia, de la creencia de Marx, Lenin, Stalin y Mao de que la política debe mandar sobre la economía, y que esa política debe aspirar a un mundo nuevo, colectivista y sin las cadenas del mercado.
Lo que Jordi Sevilla, predecesor de Beatriz Corredor, ha llamado «mesianismo de las renovables» para explicar el Apagón, es la versión última de ese «poner la política en el puente de mando», que, de Lenin a Mao, ha provocado las peores hambrunas de la humanidad. El «Gran Salto Adelante» de Mao, de cuarenta a cincuenta millones de muertos.
Este «Gran Salto Atrás» del «desarrollo sostenible» contra el «cambio climático», tan científico como el socialismo de Marx, defiende el «empobrecimiento»: «En 2030 no tendrás nada y serás feliz”, dice la Agenda 2030. Pero mientras llega ese mundo nuevo y feliz de Karina, la tribu caníbal de los Zapasánchez se forra.