Hasta el país más mísero del mundo tiene precios, dirá alguien, aunque sea en negro y de poca cosa. ¿Acaso no hay moneda en Argentina?
NotMid 11/07/2022
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Borges y Bioy Casares no pudieron incluir en su antología de relatos de misterio el último y trágicamente argentino: «El caso del país que perdió sus precios”. Porque misterio es, y difícil de desentrañar, que un país con 47 millones de habitantes, que hace un siglo era uno de los 10 más ricos del mundo, tenga 20 millones de pobres; tres de ellos, niños que hacen una comida al día y llevan casi dos años sin escolarizar, aunque sólo se pierden el adoctrinamiento kirchnerista. ¡Al menos, en la escuela no pasarían frío», dirá alguien. Tampoco: no hay para calefacción y cierran. ¿Y nadie puede cortar leña en sus inmensos bosques? Sí: ¿y cómo la vende si no hay precios? Hasta el país más mísero del mundo tiene precios, replicará otro, aunque sea en negro y de poca cosa. ¿Acaso no hay moneda en Argentina?
Ese es el hilo para resolver el misterio. Argentina tiene dos monedas: la real, el dólar; y la oficial, el peso; pero no hay cambio fiable, así que es como si no tuviera ninguna o, peor, demasiadas. Hace 10 días, el dólar oficial cotizaba a 121 pesos, fijos. Pero el dólar blue, el real, que usa comercio minorista, pasó en una semana de 180 a 267 pesos; y el dólar CTL, el de importaciones y grandes transacciones, de 210 a 300. Se dirá que, cuando la hiperinflación, Argentina tenía borradores de precios, que, con paño y tiza, cambiaban el número de la pizarrita. Luego: precios, había.
Pero el mismo sábado en que el ministro de Economía se largó y nadie quiso un cargo hipotecado por Maléfica Kirchner, Javier Milei le dijo a Manjul en La Nación+: «Argentina no tiene precios». Y la redacción se lanzó a la calle para comprobarlo. Era verdad. Uno había visto al abrir un comercio una parka a 22.000 pesos; dos horas después, a 25.000. Y así, todos. Alguien sacó la calculadora y la subida era la misma, al céntimo, del dólar blue ese día. No había acaparadores ni especuladores: sólo cosas sin precio, invendibles. Poco a poco, los comercios cerraron. Si venden, deben reponer, y nadie sabe, con el cepo a la salida de dólares, cuánto costará el repuesto en dólar CTL, que repercute en el dólar blue. Mejor cerrar.
De remate, la nueva ministra de Economía dice que «el derecho a viajar colisiona con la creación de empleo». Como eso no pasa en España ni en país alguno, temo que el caso del país que perdió los precios seguirá sin resolver.
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