La UCO describe una organización criminal en la cúpula del partido con Cerdán con un papel clave
NotMid 13/06/2025
ESPAÑA
Una de las imágenes icónicas de la moción de censura a Mariano Rajoy fue el bolso de Soraya Saénz de Santamaría ocupando su escaño. Ayer, a las nueve de la mañana, el asiento de Santos Cerdán lo ocupaba el bolso de una diputada socialista. El hasta ahora lugarteniente de Pedro Sánchez en el PSOE estaba en La Moncloa, trasladando, una vez más, al presidente del Gobierno que «nada es verdad». Lo hizo también en la noche del miércoles cuando aparecieron las primeras informaciones. «Queríamos creer que no nos mentía», lamentan ahora desde el equipo de Sánchez. «Decepción» es la palabra que acertaban a decir ayer los ministros, que antes de que se produjera ya exigían medidas drásticas como la salida de Cerdán. Algunos ni siquiera hablaban, su cara lo decía todo.
El PSOE quedó ayer en shock. Cargos y dirigentes se reconocían «impactados», un día «difícil», «complicado». Una situación «horrible». Un «funeral». Muchos, ni siquiera eran capaces de elaborar una reflexión. «Se acabó el hito nuestro de lucha contra la corrupción», manifestaban varios miembros del PSOE consultados por EL MUNDO. Hay quien no reprime el enfado y habla de «ladrones» al referirse a los señalados por la UCO.
El informe que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha entregado al juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente, y conocido ayer a media mañana, describe el modus operandi de una presunta organización criminal integrada por el ya ex secretario de organización del PSOE y su predecesor en el cargo, José Luis Ábalos. «Ábalos y Koldo habrían percibido altas cantidades de dinero con mediación de Santos Cerdán como consecuencia de la adjudicación de determinados contratos de obra pública»
Al filo de las 12.15 horas, Cerdán, ya en el Congreso, consulta el informe de la UCO en su móvil. Gesto serio. Se lleva las manos a la cara en más de una ocasión. Comenta con el diputado Juanfran Serrano, sentado a su lado, y su número dos en Organización. Le pide que vaya a una página a mirar un mensaje concreto. Una compañera les avisa de que tengan cuidado, que los fotógrafos ven lo que sale en sus móviles.
El atestado habla de «manipulación de los procesos de contratación» y destaca que «resulta relevante» el hecho de que «las licitaciones no fueran únicamente determinadas por Koldo y Ábalos, sino que requiriesen de un conocimiento previo de Santos». Otorga un papel absolutamente clave al ex número tres del PSOE dentro de la trama de corrupción. «Koldo fue promovido a iniciativa de Santos a su papel de conductor de Ábalos y posterior asesor personal del mismo. Este nombramiento serviría como vía de influencia del propio Santos sobre Ábalos a través de Koldo».
El informe recoge años de conversaciones grabadas, discusiones sobre cuánto debían percibir -llegan a hablar de 620.000 euros en el caso de contratos con Acciona– y transita una década de amaños, que van desde la orden de amañar votos en las primarias del PSOE que ganó Sánchez en 2014 o la actividad delictiva que Cerdán y García comenzaron a fraguar en Navarra en 2015. Una década de comportamientos denunciables.
Ministros y cargos pasan horas «a ciegas». No tienen el informe. No pueden reaccionar o trazar una estrategia. No saben lo que Hay quien, incluso, acude a los periodistas para pedirlo. Tratan de ganar tiempo hasta leerlo. Sánchez sabe de su contenido en la mañana de ayer. «Los indicios de la Guardia Civil es una enorme decepción», confesó el jefe del Ejecutivo. En estos años, cuando se le ha preguntado por Cerdán, Sánchez no ha tenido reparos en confesar que tiene «toda mi confianza y es uno de mis más estrechos colaboradores».
A medida que los socialistas leían el informe en sus dispositivos, los mensajes y la descripción y conclusiones de los investigadores cundía la desolación, el desánimo. Muchos consensuaban que el partido ha tocado «fondo». «Se acabó el mantra de que todo es una conspiración contra nosotros», es una idea que ya recorre el partido. «¿Ahora vamos a decir que todo es mentira salvo alguna cosa?».
Y ello a pesar de que Sánchez, en su comparecencia, se presentó como víctima de Cerdán, de su engaño, rehuyendo responsabilidades. Recurrió, de nuevo, a esa estrategia para tratar de aglutinar a los suyos, evitar en la medida de lo posible fisuras. «Quiero pedir perdón porque hasta esta misma mañana estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán», fue su explicación. «Hasta esta mañana consideraba veraces todas las explicaciones que había solicitado». En los últimos días lo creyó con una fe ciega que le llevó a imponer su defensa al partido. Él mismo avaló su honestidad en sede parlamentaria.
Fue Sánchez quien ratificó a Cerdán como secretario de Organización en el congreso del PSOE de Sevilla de finales de 2024, cuando en el partido existían muchas dudas sobre esta decisión, incluso dudaban de que fuera lo mejor, porque ya había estallado el caso Koldo y todos en la formación sabían que fue Cerdán quien lo trajo a Madrid. Tenían mucha vinculación y esto hacía a muchos en el partido concluir que estaba «tocado». Sánchez desoyó esos planteamientos. «No debimos confiar en él», fue el mea culpa a los suyos que entonó.
El sector crítico del PSOE vela armas tras el informe. El enfado no se oculta tras conocer que Cerdán ordenó a Koldo amañar votos en las primarias en las que Sánchez se enfrentó a Eduardo Madina. «Tranquilidad. Primero que expliquen los que deben dar explicaciones, si pueden darlas…». Esperan su momento, porque creen que el desgaste va a ser grande.
A muchos les vuelve a la memoria la defensa que hizo Ábalos de la moción de censura impulsada por Sánchez: «Crearon con su particular uso del poder un verdadero círculo perfecto de corrupción», dijo en 2018.
Antes de comer, Sánchez y Cerdán hablaron por teléfono. En la conversación, éste insiste en su «inocencia». El jefe del Ejecutivo, ya desengañado negro sobre blanco, le pide su dimisión y que entregue el acta de diputado. Su ya ex lugarteniente va camino de Ferraz. Más explicaciones ante la incredulidad socialista. Elabora un comunicado con su dimisión que remite a los medios. Ni siquiera comparece como prometió. No se permite una imagen suya con las siglas del PSOE. En su lugar lo hace Sánchez, que improvisa una rueda de prensa, 44 días después de la última. «¿Dónde está el presidente del Gobierno?», se preguntó Gabriel Rufián (ERC).
Sánchez compareció en Ferraz, por primera vez desde que es presidente, en una estrategia para tratar de aislar al Gobierno del impacto de que sus dos últimos secretarios de Organización. La tesis del jefe del Ejecutivo es que «esto no está afectando al Gobierno» porque se habla del secretario general del partido.
De ahí que los esfuerzos se centran en poner el foco en Ferraz no en Moncloa. No habrá ni adelanto electoral ni crisis de Gobierno, pero sí remodelación de la Ejecutiva del partido y una auditoría externa para analizar las cuentas y querer demostrar que no ha habido financiación ilegal. «Convocatoria electoral no va a haber hasta 2027», zanjó. «Es que si hubiera elecciones ahora la hostia sería…», dice un destacado cargo socialista. «El ambiente en el partido está muy mal». Más de uno se mira la mano tras ponerla en el fuego por Cerdán.
Agencias