Un experto universitario estadounidense reflexiona sobre la magnitud inédita de la movilización de fuerzas navales y marines en la región caribeña y su significado estratégico
NotMid 22/08/2025
USA en español
Estados Unidos ha iniciado un despliegue naval de gran envergadura en el mar Caribe, lo que marca un punto de inflexión en su estrategia de combate contra las organizaciones narcoterroristas en América Latina. Esta operación militar, descrita como la primera de su tipo en mucho tiempo, concentra una vasta cantidad de poder militar con un objetivo explícito: ejercer presión directa sobre redes criminales transnacionales, incluyendo el notorio Cartel de los Soles, vinculado al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
La Magnitud y el Alcance de la Operación
El despliegue ha sido coordinado desde la Base Naval de Norfolk, Virginia, e involucra una flotilla de tres buques anfibios: el USS San Antonio (LPD 17), el USS Fort Lauderdale (LPD 28) y el USS Iwo Jima (LHD 7). A bordo de estas embarcaciones se encuentran más de 4,500 marineros y 2,200 infantes de marina, lo que eleva el número total de efectivos a más de 6,700. Este movimiento de fuerzas es una clara demostración de la seriedad con la que Washington aborda la proliferación de amenazas no estatales en el hemisferio occidental.
El USS Iwo Jima (LHD 7), un buque de asalto anfibio de la clase Wasp, actúa como el buque insignia de la operación. Su papel como “buque insignia” no solo subraya su importancia táctica, sino que también sirve como un símbolo visible del compromiso estadounidense con la seguridad regional. Estos buques están equipados para operaciones multifacéticas, desde el transporte de tropas y vehículos hasta el lanzamiento de aeronaves y embarcaciones de desembarco, lo que les permite operar de manera flexible en el entorno marítimo.

La popa del USS Annapolis (SSN 760), un submarino de ataque rápido S6G propulsado por reactor nuclear POLITICA Europa Press/Contacto/p77
Un Cambio de Estrategia: De la Vigilancia a la Acción Directa
Según Brian Fonseca, director del Jack D. Gordon Institute de la Universidad Internacional de Florida, la singularidad de esta operación reside en el hecho de que Estados Unidos no había movilizado en mucho tiempo un conjunto de capacidades militares tan amplio para enfrentar a organizaciones criminales. Tradicionalmente, la lucha contra el narcotráfico en la región se había basado en operaciones de interdicción y vigilancia aérea y marítima. Sin embargo, este despliegue, con su magnitud y naturaleza explícita, indica un cambio hacia una estrategia de “acción directa” y de presión sostenida.
El despliegue está diseñado para ser una fuerza disuasoria y, al mismo tiempo, una herramienta de acción contra las estructuras del crimen organizado. La presencia de miles de efectivos navales y marinos refuerza la capacidad de respuesta de Estados Unidos ante cualquier crisis y envía un mensaje inequívoco a los cárteles y regímenes que los apoyan. Este tipo de despliegue no es solo una demostración de poder, sino que también busca perturbar y desmantelar las redes de tráfico de drogas que amenazan la estabilidad regional.

El buque de transporte anfibio clase San Antonio USS POLITICA Europa Press/Contacto/Tanner Seims/U.S. Marines
El Contexto Geopolítico: Venezuela y el Cartel de los Soles
La operación se desarrolla en un contexto de tensiones crecientes con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Las autoridades estadounidenses han acusado al régimen de estar directamente involucrado en actividades de narcotráfico a través del Cartel de los Soles, una organización criminal compuesta por militares y funcionarios gubernamentales de alto rango. La decisión de movilizar estos recursos militares de esta envergadura refleja la percepción de que el régimen venezolano no solo es un adversario político, sino también un facilitador activo del crimen organizado transnacional.
El despliegue militar en el Caribe, con el objetivo explícito de combatir a grupos como el Cartel de los Soles, es un claro indicio de que Washington está elevando la apuesta en su política exterior hacia Venezuela. En lugar de limitarse a sanciones económicas o presión diplomática, Estados Unidos está ahora empleando activos militares para influir en la dinámica de poder en la región.
La operación en el Caribe representa un hecho sin precedentes en la política de defensa estadounidense reciente, según Fonseca. No se trata solo de una respuesta al narcotráfico, sino también de una declaración de intenciones: que Estados Unidos está dispuesto a utilizar toda la gama de sus capacidades para proteger sus intereses estratégicos y garantizar la seguridad hemisférica. Este movimiento podría sentar un precedente para futuras operaciones en otras partes del mundo donde las organizaciones criminales transnacionales representan una amenaza para la seguridad nacional y regional.
Agencias