España deberá gestionar durante su presidencia las reticencias de los que creen que se está relajando demasiado el marco fiscal
NotMid 15/03/2023
EUROPA
Los ministros de Economía y Finanzas de los 27 se han conjurado este martes para intentar sacar adelante antes de final de año, durante la presidencia española, la reforma de las reglas fiscales y la estructura de gobernanza sobre las que descansan. El espíritu general está bastante claro: pasar de normas idénticas para todos a criterios más individualizados, dar más responsabilidad a cada capital (ownership) en sus planes de reformas y sendas de ajuste y apostar por una flexibilidad mayor para la reducción de los desequilibrios, a cambio de establecer también mecanismos de sanción y multas más efectivas y realistas. La reforma de un modelo, nacido en Maastricht y mil veces enmendado, es imprescindible, y todo el mundo lo sabe, pero Alemania, siempre a la cabeza de la ortodoxia, no está nada satisfecha. Cualquier aspiración pasa por superar sus dudas y escuchar sus exigencias en favor de vías más claras y definidas, quizás incluso mucho más cuantificadas, y hace muy complicado que se pueda lograr incluso antes de las próximas elecciones europeas, dentro de 14 meses.
En las últimas semanas Alemania ha hecho dos cosas muy poco habituales en Bruselas. La primera, un bloqueo de última hora a la aprobación definitiva de la legislación que prohibirá la venta de vehículos con motores de combustión a partir de 2035 en la Unión Europea. La segunda, este mismo partes, otro bloqueo inesperado que forzó la reapertura de una declaración del Eurogrupo, que ya había quedado cerrada a nivel técnico, por el que los ministros daban luz verde a las orientaciones para la reforma del marco de gobernanza económica de la Unión. En la UE es normal que haya negociaciones infinitas, lentas, fatigosas, pero no es normal que la primera potencia del continente haga esos movimientos cuando los embajadores, los sherpas y hasta el Consejo Económico y Financiero ha llegado ya a un acuerdo, ha pulido un documento y se espera sólo la ratificación.
La salida de Angela Merkel, y las tensiones dentro del Gobierno de coalición, se notan en Berlín Olaf Scholz todavía está buscando su método, su ritmo, sus alianzas. Pero entre los socios hay sorpresa, malestar e incluso indignación por las formas. “Es impropio, Alemania no hace estas cosas”, dice una fuente diplomática. “Si no vuelve a ocurrir será una anécdota menor, pero si se convierte en la norma la Unión no puede funcionar”, lamenta una fuente comunitaria.
Todos los países tienen sus obsesiones, sus líneas rojas, sus temas principales, pero no tiene sentido romper el procedimiento. Si Berlín tenía reservas sobre la propuesta de reforma del marco de gobernanza lo normal es airearlas en los foros oportunos, en los pasos previos, pero no en el último momento, cuando todo debería haber quedado finiquitado para que el Eurogrupo o el Ecofin puedan vender un relato de cohesión, unidad y entendimiento. Siempre positivo pero imprescindible en medio de una guerra en el patio trasero, saliendo de una crisis, con presión energética y bancos quebrando en EEUU.
Lo que dice el Gobierno alemán, que al frente del ministerio de Finanzas tiene a los halcones liberales del ministro Christian Lindner, es que Bruselas se ha pasado de laxa. Hay dos debates paralelos y ambos no se sienten representados. La Comisión hizo su propuesta la semana pasada y ahora, tras recibir el respaldo general del Eurogrupo, tendrá que presentar un proyecto legislativo en los próximos meses. Pero además, el equipo de Paolo Gentiloni ha decidido otra cosa: para el año 2023-2024, y dado que se pasará de un sistema a otro, es necesario un puente, un momento de transición. Por eso ha recomendado prudencia en sus orientaciones fiscales, pero ha descartado este año abrir un procedimiento de déficit excesivo a quienes superen el umbral clásico de 2023. Se hará en la primavera de 2024, pero no antes.
Berlín no está satisfecha. Como dijo Lindner el lunes a su llegada, están dispuestos a ser incluidos ellos también si las reglas se aplican ya, pero quiere más rigor. Que la disciplina se empiece a recuperar el año próximo (aunque mucho más matizada que en el pasado) no les basta. Y quieren que los países, como España, que tienen prevista una senda para bajar del 3% en 2025 tengan que ser más estrictos. Bruselas ya ha dicho que este mes de abril todos los gobiernos tendrán que presentar un plan muy claro, detallado y con una senda de ajuste creíble y sostenible. Pero los frugales piden más, y han tratado incluso de vincular ese aspecto como la reforma general de las reglas.
“No se han vinculado ambas cosas en la reunión de hoy”, ha dicho la vicepresidenta española Nadia Calviño, descartando un regateo o trade off tras la presión de última hora alemana, que ha forzado a cambiar el lenguaje de la declaración, pero no su tono general. Un texto incompleto, que se centra en las cosas en las que están de acuerdo, pero deja todas las demás fuera. “Hemos llegado a un entendimiento en una serie de elementos y principios clave para revisar las reglas fiscales de la UE. Después de muchos meses de debate y consulta, este es un paso adelante muy bienvenido para lograr un sistema más simple, una mayor apropiación por parte de los países y más margen para la reducción de la deuda, combinado con una aplicación más estricta. Pero todavía queda trabajo por hacer en los detalles y alcanzar la convergencia en algunos temas abiertos restantes”, ha señalado el vicepresidente comunitario Valdis Dombrovskis.
El punto 7 del comunicado, que recoge esos temas abiertos es donde Alemania ha querido meter una referencia explícita a la posible introducción de referencias cuantitativas comunes para todos. Hasta ahora, por ejemplo, las reglas fijaban una reducción de la deuda de 1/20 anualmente, algo que la Comisión quiere que desaparezca, pero que los más ortodoxos aspiran a mantener de alguna forma. “El Eurogrupo pide que se continúe trabajando rápidamente y está de acuerdo en que se necesitan más aclaraciones y discusiones, incluyendo sobre la definición de la trayectoria de la Comisión, los requisitos para los estados miembros que se considera que tienen desafíos de deuda baja (posiblemente incluyendo una trayectoria fiscal), la definición del agregado de gasto, la idoneidad y el diseño de puntos de referencia cuantitativos comunes para respaldar el marco reformado, los principios para una extensión de la trayectoria fiscal, el papel de las recomendaciones específicas por país, la aplicación de los planes nacionales y los incentivos para las reformas y la inversión”, dice el párrafo de la polémica.
La reforma es urgente, imprescindible antes de que termine la legislatura, pero complicada. Igual que la Unión Bancaria, es delicado en Alemania y los responsables de la Comisión Europea y del Partido Popular Europeo son alemanas y conservadores. Hay elecciones también en otros países, como España, que tiene la presidencia y que se encargará desde julio de la gestión de la agenda de los consejos. Y que tiene muy claras sus prioridades. El plazo se puede ir a 2024, pero cuanto más tarde, más caos, porque el 1 de enero volverán las reglas anteriores, reglas para un mundo que poco tiene que ver con el que ha salido de la pandemia y del choque con Rusia y los mercados energéticos. A Europa le gusta jugar con fuego, pero con tantos incendios rodeando quemarse es cada vez más fácil.
Agencias