Venezuela estará en el centro de la atención global
NotMid 10/12/2025
EDITORIAL
Venezuela estará en el centro de la atención global. Hoy, todas las miradas convergerán en Oslo para la ceremonia del Premio Nobel de la Paz y, más específicamente, sin las palabras de la líder de las fuerzas democráticas. No es solo un reconocimiento personal; es un recordatorio poderoso, ante el mundo, de quiénes somos, de lo que somos capaces y un mensaje inconfundible de nuestra resiliencia y la dignidad afirmativa venezolana.
Sin embargo, el simbolismo de la jornada va mucho más allá de la estatuilla. Es imposible ignorar que, en esta fecha y en esta ciudad, Venezuela y Noruega se nos presentan como las dos caras posibles de la misma moneda: la economía petrolera.
Hace cincuenta años, mientras Venezuela se alzaba como una potencia establecida en la explotación de crudo, los noruegos apenas daban sus primeros pasos en el sector, enfrentando además condiciones geológicas y climáticas considerablemente más adversas.
Medio siglo después, el contraste es brutal. Gracias a la adhesión a reglas claras, el respeto al libre mercado, una apertura estratégica del sector y la gestión ejemplar de uno de los Fondos de Estabilización Macroeconómica más sofisticados del mundo, Noruega se ha transformado en uno de los países más ricos y estables del planeta.
La pregunta clave resuena en nuestra conciencia colectiva: ¿Por qué ellos lo lograron y nosotros nos hundimos en la pobreza? Creámoslo firmemente: esto no es “Rocket Science”. No se trata de un arcano, un secreto esotérico o una verdad vedada. La senda de nuestro fracaso está documentada, y lo más importante, la ruta para revertirlo sigue estando disponible y es perfectamente transitable.
Por eso, nuestro agradecimiento con Oslo es doble en este día.
- Por el Reconocimiento: Por honrar a María Corina Machado y, a través de ella, al pueblo de Venezuela, con el Premio Nobel de la Paz.
- Por el Recordatorio Contundente: Por mostrarnos, de forma ineludible, lo que pudimos ser. Por darnos una lección viva de lo que necesitamos saber para progresar. Y, sobre todo, por inyectarnos una dosis de esperanza fundamentada para el futuro que está por venir.
El espejo noruego no es un reproche, sino un mapa. Es hora de trazar nuestra propia ruta hacia la prosperidad.
