NotMid 22/09/2025
OPINIÓN
ROBERTO BENITO
Así se ha creado en diez días un No a la guerra, desde el poder contra la oposición. Una lección de polarización de Pedro Sánchez en cinco pasos.
paso 1: la idea.
Imaginemos una mañana de finales de agosto en alguna sala de La Moncloa repleta de asesores. Vuelve el curso político y la cosa pinta mal: van a juzgar al fiscal general, Cerdán sigue en la cárcel, Begoña Gómez tiene que volver a declarar por un quinto delito, no hay Presupuestos…
– Tenemos que conseguir que se hable de otras cosas y frenar la sangría de votos en las encuestas. Hay que agarrarse como sea a un tema distinto que movilice a nuestros simpatizantes. Ideas, por favor.
– Franco.
– Ya lo intentamos, dijimos que íbamos a hacer 100 actos y le dio igual a todo el mundo.
– Los incendios.
– No iba mal, pero Óscar se pasó de frenada y no ha terminado de salirnos.
– La quita de deuda.
– Lo vamos a intentar diciendo que las autonomías del PP no quieren más dinero para hospitales, pero no se lo cree ni la ministra.
– Pues Israel.
– Sí. Lo malo es que hay bastante consenso en España con que la guerra en Gaza es una barbaridad que debe parar. ¿Cómo polarizamos con un tema en el que casi todo el mundo está de acuerdo?
– Buscamos maneras, a ver si hay suerte. Lo único que… ¿No es imprudente dividir a la sociedad en un tema que la podría unir?
– Jajaja.
PASO 2: EL EMBARGO.
Lo primero es dar solemnidad al asunto. Declaración institucional a primera hora y anuncio: un embargo de armas. Ya veremos si lo podemos aplicar, porque esto de querer expulsar del bloque occidental a un país que hasta ayer era aliado es algo que nunca se ha hecho, pero lo importante es decirlo y que Albares salga a diario contra Israel más allá de lo recomendable en política exterior.
Dicen los que saben que el papel de España en Oriente Próximo debería ser más discreto, por nuestro rol internacional y nuestra historia. Que ponernos a la cabeza de las críticas a la matanza en Gaza no va a mejorar la posición de España ni va a ayudar a frenar los ataques. Así que ir a un choque desmedido con Israel es seguro que provocará críticas. Primeras divisiones conseguidas. Ya se puede empezar a decir que quienes no respaldan el embargo anunciado están con Netanyahu. Porque esto ya no es un problema político internacional, sino un asunto moral.
PASO 3: EL GENOCIDIO.
El efecto del embargo es limitado, entre otras cosas porque no se sabe cómo se va a aplicar y sus efectos en Gaza van a ser nulos. Hay que ir más allá. Hay que hablar de genocidio. Tras dos años evitando utilizar el término, que aplicado al pueblo judío tiene una connotación especialmente dolorosa, el Gobierno decide que, ahora sí, hay que hablar de genocidio. Todos los ministros y satélites a una. Abundantes debates sobre el concepto llenan páginas y tertulias. El objetivo parece progresar. Que sale Almeida a decir que él no cree que se pueda hablar de genocidio: a señalarle como amigo de Netanyahu. Que Feijóo rebate los argumentos del Gobierno, pues a decirle: «Repita conmigo, ge-no-ci-dio».
PASO 4: LA AGITACIÓN callejera.
El plan no va mal, mucha gente está hablando de Israel, pero falta algo. Algo que despierte definitivamente a la izquierda del letargo. Un ‘No a la guerra’ sin movilización no existe realmente. El problema de convocar manifestaciones estando en el Gobierno se sortea aprovechando que hay unos chicos que llevan varios días protestando en la Vuelta a España. Los compañeros de Bildu han puesto su grano de arena con el lío que han montado en Bilbao. Ahora nos toca a nosotros en Madrid. Hay un riesgo, porque se sabe que hay manifestantes violentos con experiencia en disturbios, pero merece la pena. Es precisamente un impacto así lo que se necesita para dividir a la sociedad definitivamente. El salto mortal ya está dado: o se apoya reventar la Vuelta Ciclista, tirar vallas contra la Policía, empujar a los ciclistas y gritar junto a Irene Montero, o se está con los genocidas.
PASO 5: EL DESPIPORRE.
Después del escándalo, el despiporre. Toda medida contra Israel es poca. Todo silencio ante el «genocidio» es cómplice. Hay que salirse de Eurovisión. Hay que movilizar a la gente de la cultura. Hay que pedir boicots deportivos. La gran mayoría de la población sigue pensando, como hace un mes, que la matanza de Gaza es insoportable y debe parar. Pero la imagen pública patrocinada por Moncloa es que la derecha blanquea a Israel y la izquierda está con el pueblo palestino. Buenos y malos. Lados correctos y equivocados de la Historia. Si hay que llegar hasta la educación, se llega: el que no defienda poner banderas en las fachadas de los colegios, también aliado del genocidio. Si encima podemos meter a Ayuso por el medio, pues ya cuadramos el círculo.
Sociedad dividida. Objetivo conseguido. Felicitaciones en Moncloa.