Uno de los hombres más ricos de Asia acusa su hijo de dar sillones en la junta directiva del gran conglomerado empresarial de la familia. Hasta llegó a denunciarle.
NotMid 03/05/2025
ASIA
Un empresario multimillonario que denuncia a su hijo por jugar sucio para intentar hacerse con el control de su imperio; un hijo cegado por la ambición que para demostrar su valía y redimirse de fracasados negocios del pasado ansía ocupar la silla de su padre. Singapur lleva meses atrapado en un culebrón empresarial digno de Succession: la familia más rica de la ciudad-estado envuelta en una disputa por el control de la gallina de los huevos de oro de un conglomerado, Hong Leong Group, que posee activos por más de 27.000 millones de euros.
Todo comenzó a principios de este año cuando el patriarca, el magnate Kwek Leng Beng (84), acusó a su hijo, Sherman Kwek (49) de perpetrar “un golpe de Estado” en la junta directiva de City Developments Limited (CDL), el mayor desarrollador inmobiliario que cotiza en la bolsa de Singapur. Cuando la aireada disputa familiar saltó a los medios locales la negociación de las acciones de la empresa se suspendió. La dinastía Kwek se rompía en un Juego de Tronos asiático.
En marzo, Kwek, presidente del grupo, retiró la demanda que había presentado contra su hijo, que ejerce como director ejecutivo de CDL, ante el Tribunal Supremo después de que este colara por su cuenta en la junta directiva a dos nuevos miembros sin pasar por el filtro del comité de investigación que habitualmente supervisa estos nombramientos. Después de todo el caos provocado el magnate quiso dar marcha atrás en la guerra contra su hijo, pero el idílico y exitoso modelo de negocio familiar que había vendido el clan ya se había hecho añicos, causando la huida de muchos grandes inversores.
La historia familiar se remonta a la década de 1920, cuando el padre del anciano empresario, Kwek Hong Png, abandonó de adolescente su China natal para mudarse a lo que ya era un importante centro comercial del Sudeste Asiático. Kwek abuelo hizo fortuna en Singapur con una empresa de exportación. Más adelante, cuando fundó el grupo en 1941, diversificó el negocio hacia el sector inmobiliario, hotelero y los servicios financieros.
Cuando Kwek Leng Beng cogió el testigo expandió el imperio empresarial por todo el mundo, con CDL -del que la familia controla un 49%- abriendo oficinas en 29 países y convirtiendo a su grupo hotelero, Millennium & Copthorne Hotels, en uno de los más importantes del mundo.
HUMILLACIÓN
Kwek, casado con la abogada Cecilia Kok y padre de tres hijos, presume en su libro autobiográfico de haber “humillado” a Donald Trump a finales de la década de 1990 con la compra y venta del emblemático Plaza Hotel de Nueva York, frente a Central Park. El singapurense cuenta cómo se asoció con el príncipe Alwaleed bin Talal de Arabia Saudí para comprar el hotel a Trump por 325 millones de dólares (88 millones menos de lo que el estadounidense había pagado cuando adquirió la propiedad en 1988), para venderlo en 2013 por 675 millones.
En 2018, el heredero de tercera generación, Sherman Kwek, que había estudiado en la Universidad de Boston y trabajado en el banco suizo Credit Suisse, tomó las riendas de CDL. Un año después, Sherman lanzó varias inversiones inmobiliarias en China que fueron un fracaso debido a la crisis del ladrillo en el gigante asiático, que empujó a la quiebra a varios grandes promotores.
Según informaron los medios singapurenses, CDL perdió alrededor de 1.200 millones de euros en 2020 debido a las desastrosas inversiones.
A medida que el rendimiento de las acciones de CDL iban desplomándose con Sherman al frente, las disputas familiares comenzaron a aparecer cuando Kwek renunció a su puesto en la junta directiva después de criticar en una carta la gestión de su hijo, recordando además que otras “malas decisiones de inversión en el mercado inmobiliario británico” habían causado pérdidas financieras significativas.
El drama sucesorio de la familia más rica de Singapur ha enganchado a los medios asiáticos, que no seguían una historia así desde las peleas por la herencia de Stanley Ho, el padre de los casinos de Macao. Este magnate del juego falleció en 2020 a los 98 años, dejando 14 hijos de cuatro mujeres distintas y una fortuna de más de 6.000 millones de dólares.
Gracias a la licencia de monopolio de juego que obtuvo de los antiguos administradores portugueses de la ex colonia de Macao en 1961, su holding familiar, SJM, se convirtió en el mayor imperio del juego de Asia. Ho perdió su monopolio en 2002, cuando la ciudad acogió a potentes operadores que venían desde EEUU, como el del multimillonario Sheldon Adelson.
En el vestíbulo del Grand Lisboa, uno de los principales casinos de Macao, hay un busto enorme de Ho al lado de varias obras de arte hechas de jade, marfil y otras piedras preciosas. Son antigüedades imperiales chinas que fueron compradas en subastas por el difunto magnate, quien las donó después a Pekín. Con Ho todavía con vida, su última esposa libró una larga batalla legal contra la segunda y tercera mujer por el control de la compañía. Después, fueron sus hijos los que se unieron a la agria disputa que finalmente terminó cuando entre todos se repartieron el imperio del juego.
Agencias