NotMid 14/12/2025
OPINIÓN
El optimismo es un lujo que la política española, en las últimas semanas, no parece permitirse. A uno le gustaría poder dirigir la mirada hacia la ilusión que genera la lucha democrática en otros países, pero el foco no cesa de ser arrastrado hacia la densa y putrefacta actualidad nacional, centrada en la acumulación de crisis y escándalos que acorralan al gobierno de Pedro Sánchez y al Partido Socialista.
La situación se ha convertido en una lenta, pero dramática, “agonía”. Si bien la comparación con regímenes como el venezolano es un ejercicio exagerado, la erosión democrática y la falta de asunción de responsabilidades que estamos presenciando sí merecen una profunda alarma.
El Cáncer de la Corrupción y la Impunidad
Lo que ha ocurrido esta semana no es un hecho aislado, sino la confirmación de que la corrupción ha entrado en una fase de velocidad de crucero.
Mientras la justicia actúa —con la UCO, Anticorrupción y los tribunales intensificando registros y detenciones—, la respuesta presidencial ha sido la más cobarde: el mutis por el foro. Ausentarse del Congreso el día después de detenciones que afectan a altos cargos nombrados por su propia ministra de Hacienda es una declaración. Es la señal inequívoca de que el Gobierno ha perdido la iniciativa política y solo es capaz de reaccionar (o, en este caso, esconderse) ante los avances de la investigación.
A la trama del ‘caso Koldo’, que ya ha destapado sobornos millonarios (“hasta un millón de euros en la trama del fuel”), se suman nuevos hilos. La detención de ejecutivos de Plus Ultra por presunto blanqueo ligado al chavismo, y el escandaloso reconocimiento del vicerrector de la Complutense de sentirse “obligado” a impulsar la cátedra de Begoña Gómez, dibujan un panorama en el que las fronteras entre el poder político, los negocios personales y las instituciones parecen borrarse.
El Desgaste del PSOE: Un Partido en Crisis
El fango no solo salpica al presidente, sino que corroe la estructura del PSOE. La cascada de dimisiones, denuncias internas y ceses a lo largo de la semana (desde Torremolinos hasta la cúpula ejecutiva, como el caso de Javier Izquierdo) evidencia una profunda crisis de valores y de liderazgo interno. Cuando un partido que se autodenomina feminista ve a uno de sus dirigentes dimitir por el presunto envío de “fotos impropias”, y es incapaz de gestionar los conflictos internos más allá de poner “paños calientes”, el mensaje que se envía a la ciudadanía es devastador.
La Instrumentalización de las Instituciones
Ante este cúmulo de problemas, la estrategia del Gobierno no es la transparencia ni la asunción de responsabilidades, sino la instrumentalización.
La prueba más clara es el uso del CIS. Cuando una encuesta seria le muestra a Feijóo con 145 escaños y al PSOE al borde del abismo, el Gobierno lanza un contrainforme que le otorga una ventaja de 9 puntos. No es demoscopia; es ‘agitprop’ (agitación y propaganda) de manual. Es la perversión de una institución pública para fabricar una realidad paralela que sostenga un relato insostenible.
A todo esto, se suma la debilidad parlamentaria, ejemplificada en la pérdida de la votación del techo de gasto, que condena al país a la prórroga presupuestaria, y los pactos que sostienen la legislatura. La fotografía de Otegi visitando a Puigdemont en Waterloo nos recuerda que la supervivencia del Ejecutivo está supeditada a alianzas ideológicamente antagónicas y moralmente cuestionables.
Conclusión
Pedro Sánchez, envuelto en una crisis que ya afecta a su círculo más íntimo y a la base de su partido, está demostrando que ante la adversidad opta por la estrategia del avestruz y el control del relato. Sin embargo, la justicia avanza y los escándalos se acumulan. La gran pregunta no es si el gobierno caerá, sino cuánto daño institucional y democrático causará esta “agonía lenta” antes de que la realidad y el fango terminen por desbordarlo.
