NotMid 16/11/2025
MUNDO
El vínculo entre Israel y Estados Unidos, forjado desde el reconocimiento del Estado judío por Harry Truman en 1948, ha sido siempre íntimo y, en ocasiones, irónico. Una anécdota lo ilustra:
“Los dos tenemos un ministro de Exteriores judío“, comentó el presidente Richard Nixon a la primera ministra israelí, Golda Meir, aludiendo a Henry Kissinger y Abba Eban. La respuesta de Meir fue: “Sí, pero mi ministro de Exteriores habla inglés sin acento extranjero”.
Más de medio siglo después, la ironía cede ante una pregunta política seria en Israel: ¿Puede el Gobierno tomar decisiones trascendentales contrarias a la postura de su principal aliado?
Un Aliado, o un Administrador
Hoy, un abanico de asuntos sensibles despierta la crítica de que Israel se está convirtiendo en el “Estado 51” de Estados Unidos. Dirigentes opositores, como Avigdor Liberman, han llegado a afirmar que los asesores del presidente Donald Trump tienen más influencia que cualquier ministro israelí, refiriéndose a Jared Kushner y Steve Witkoff.
Washington no solo es el artífice, sino el administrador del reciente alto el fuego que impuso, de forma indirecta a Hamás (a través de Qatar y Turquía) y directa al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Arie Kacowicz, subraya esta dependencia, catalogando los últimos meses como “más señalados, con hechos sin precedentes”:
- Intervención militar estadounidense en Irán: Fue puntual y significativa, logrando el fin de la guerra con Israel.
- Influencia en el Plan Trump: Se observa la influencia de la iniciativa árabe y la propuesta saudí-francesa.
- Supervisión de la tregua: EE. UU. dispone de una base en el sur de Israel, con otros países, para supervisar el cese del fuego.
El Punto de Inflexión: El Ataque en Doha
Kacowicz señala el ataque fallido israelí contra Hamás en Doha (9 de septiembre) como una fecha clave. Según el académico, esto llevó a Washington a concluir que “no se puede fiar de Israel”:
“De repente, un aliado muy importante de Estados Unidos, como Israel, ataca en otro país aliado, como Qatar. La Administración Trump sigue apoyando a Israel, pero llegó a la conclusión de que las decisiones en nuestro país no son completamente racionales o, de alguna forma, van en contra de sus intereses.”
Decisiones como la creación de una fuerza extranjera en Gaza o el veto estadounidense a la anexión en Cisjordania (deseada por el Gobierno de Netanyahu) sugieren que la Casa Blanca tiene la última palabra en asuntos de Estado cruciales.
¿Un Protectorado?
Aunque Kacowicz considera que “sería sensacionalista decir que somos un Estado vasallo”, sí opina que “la posibilidad de que Israel pueda tomar grandes decisiones en contra de Washington me parece mucho más difícil.”
En el marco de estas estrechas relaciones, Israel va perdiendo autonomía. Antes jactándose de tener “relaciones especiales”, ahora Israel parece “competir con otros países para ser el aliado más estrecho de Estados Unidos”, ante la dinámica de Trump con figuras como Erdogan o las relaciones con Arabia Saudí y Qatar.
Netanyahu defiende su gestión: “Cuando estuve en Washington, se dijo que yo controlo la Administración estadounidense y dicto su política de seguridad, y ahora afirman lo contrario […] Las dos afirmaciones no son ciertas“, replicó, destacando la “alianza sin igual” y la colaboración con Estados Unidos.
El vicepresidente JD Vance también fue claro durante su visita: “No queremos un protectorado, sino que Israel sea nuestro aliado.”
El Patrón Histórico y la Interferencia Personal
Kacowicz recuerda que la intervención de EE. UU. no es nueva. Hay un patrón de conducta:
- 1948: EE. UU. ordena a Israel salir del Sinaí.
- 1956 (Campaña de Suez): Eisenhower y los rusos imponen la retirada.
- 1973: La Casa Blanca insta a Israel a no destruir la tercera armada egipcia para un “empate”.
- 1982: Reagan interviene para desalojar a la OLP de Beirut.
No obstante, la interferencia actual ha alcanzado un nivel sin precedentes. La carta de Trump al presidente israelí Isaac Herzog, solicitando el indulto de Netanyahu en su juicio por corrupción, ha encendido el debate político interno.
“Quienes se autodenominan el campo nacional deberían decir también al presidente estadounidense: ‘Somos un país soberano, la intervención tiene límites’. No puedes enviar cartas exigiendo el indulto para el primer ministro israelí en un proceso penal,” denunció el jefe de la oposición, Yair Lapid.
Más allá del interés personal de Netanyahu, que agradeció el gesto, Trump está convencido de que el premier ha sido perseguido de forma injusta y política, replicando su propia experiencia en Estados Unidos. Esta conexión personal y política entre ambos líderes, que va más allá del paraguas diplomático y militar, es la mejor prueba del cable extendido desde la Casa Blanca al primer ministro israelí.
Agencias
