Con el objetivo de causar una crisis política en el régimen caribeño, Trump aplica un cerrojo jurídico y naval para asfixiar la venta ilegal de estupefacientes que reditúan ganancias millonarias en favor de los socios militares y civiles del dictador venezolano
NotMid 24/08/2025
USA en español
La Casa Blanca, bajo la administración de Donald Trump, ha adoptado una perspectiva pragmática y realista sobre la situación en Venezuela. La premisa central es que el régimen de Nicolás Maduro podría colapsar si se interrumpe el flujo de ingresos ilícitos que mantiene la lealtad de sus socios militares y políticos. Estos individuos, que conforman el aparato represivo del estado venezolano, se han enriquecido a través de la corrupción y los negocios clandestinos, financiando así un sistema que asesina, secuestra, viola y tortura a diario.
El plan, meticulosamente diseñado por el secretario de Estado, Marco Rubio, se apoya en una idea fundamental: si se cortan las ganancias que “aceitan” la lealtad del Ejército y las fuerzas de seguridad, la estabilidad interna del régimen se verá comprometida. Esta estrategia busca crear las condiciones para que, con un Maduro debilitado, se inicie una negociación que fuerce una transición democrática. Tanto Edmundo González Urrutia como María Corina Machado están al tanto de este plan y han alineado su agenda política con la caída de Maduro como un primer paso hacia la restauración de la democracia.

Donald Trump y Marco Rubio en el Salón Oval, (Casa Blanca, Washington)
La Ofensiva de la Administración Trump: Del Pentágono al Tesoro
La hoja de ruta de Marco Rubio, apoyada firmemente por el presidente Trump, es una operación coordinada que involucra a toda la administración republicana. Hace unos meses, Trump firmó en secreto una orden presidencial que autoriza al Pentágono a usar la fuerza militar contra cárteles de la droga, a los que la Casa Blanca considera organizaciones terroristas. Esta decisión, que permite operaciones en el mar y en territorio extranjero, puso en alerta a la dictadura de Maduro.
Poco después, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro designó al Cártel de los Soles como una organización terrorista internacional. Este cártel, consolidado y fortalecido durante la dictadura de Hugo Chávez, ha utilizado el aparato estatal para traficar toneladas de cocaína a nivel mundial, estableciendo vínculos con grupos como las FARC, el ELN, el Cártel de Sinaloa y Hezbollah.
Maduro, junto a altos mandos militares como Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López, encabeza esta red criminal. Ante esta situación, el Departamento de Estado emitió un comunicado contundente: “Estados Unidos empleará todos los recursos a disposición para evitar que Nicolás Maduro continúe lucrando con la destrucción de vidas estadounidenses y la desestabilización de nuestro hemisferio”.
La ofensiva no se detuvo ahí. El Departamento de Justicia, bajo la dirección de la fiscal general Pam Bondi, anunció una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a la captura del dictador venezolano. La magnitud de esta cifra es un claro indicador de la voluntad política de Trump, superando incluso la recompensa ofrecida por Osama Bin Laden en 2001. “Maduro no escapará a la justicia y será responsable de sus despreciables crímenes”, aseguró Bondi.

La nave USS Iwo Jima, ya está frente a las costas de Venezuelaa, en aguas internacionales
Fase Uno: El Bloqueo Naval y la Asfixia Económica
Para ejecutar la primera fase del plan, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, solicitó a la Armada de Estados Unidos la preparación de un plan de contingencia. Este plan resultó en el despliegue de una flota compuesta por los buques USS San Antonio, USS Fort Lauderdale y USS Iwo Jima, con más de 4,500 marineros y 2,200 infantes de marina a bordo. Esta flota se ha posicionado en aguas internacionales frente a las costas de Venezuela.
El objetivo principal de esta estrategia es asfixiar los negocios ilícitos del régimen, que utiliza embarcaciones sin bandera y submarinos para el tráfico de cocaína, fentanilo, petróleo, oro y uranio. Apoyados por submarinos, aviones de reconocimiento e inteligencia militar del Pentágono, estos buques establecerán un cordón de seguridad que paralizará las operaciones ilegales de la dictadura.
La administración de Trump cree que, al cortarse los fondos millonarios, los cuestionamientos internos acorralarán a Maduro, lo que abrirá la puerta para que la oposición inicie un diálogo con militares descontentos y se fuerce una transición. Esta es la primera fase, pero la Casa Blanca ya contempla un siguiente paso si el proceso se dilata.

Nicolás Maduro y Vladimir Padrino, ministro de Defensa de Venezuela: dos piezas clave en la relación de la dictadura con el Cártel de los Soles
Fase Dos: Sabotaje y Operaciones Encubiertas
La reciente y exitosa operación para extraer a los dirigentes políticos refugiados en la embajada argentina en Caracas, que se enteraron de que ya estaban en Miami a través de los medios internacionales, demostró fallas en la seguridad y la inteligencia del régimen. Este éxito ha reforzado la confianza en la capacidad de ejecutar una segunda fase.
Si el proceso político no avanza, la administración Trump no dudará en activar la fase dos, que podría incluir actos de sabotaje contra los laboratorios y depósitos del Cártel de los Soles. Aunque estos movimientos no serían ejecutados directamente por el Pentágono, la apuesta, como explicaron fuentes de la administración, es “golpear y golpear”.
No hay plazos definidos para el desarrollo de esta estrategia. “Vamos a ver qué pasa de aquí a fin de año”, concluyeron en Washington, sugiriendo que la presión sobre el régimen de Maduro solo irá en aumento.
Agencias
