La OTAN cree que Moscú usa sus cargueros sancionados para camuflar y operar aparatos no tripulados
NotMid 25/09/2025
MUNDO
La audaz Operación Telaraña, que el 1 de junio terminó con una veintena de bombarderos estratégicos rusos destruidos a más de 4.000 kilómetros del frente ucraniano, reveló una nueva y peligrosa posibilidad bélica tipo Caballo de Troya. Si Kiev pudo ocultar drones comerciales en camiones para lanzarlos junto a pistas de aterrizaje rusas, cualquier plataforma discreta —incluidos barcos— puede convertirse en una nave nodriza para estos aparatos no tripulados.
Esta nueva táctica de guerra híbrida ya parece estar en pleno apogeo en el Báltico, con una creciente implicación de los buques vinculados a la “flota fantasma” rusa.
Evidencias de Plataformas Móviles de Drones
El artículo documenta dos incidentes recientes que sugieren la militarización de embarcaciones civiles:
- El Incidente del Scanlark (Agosto/Septiembre): Entre el 7 y el 10 de septiembre, la policía alemana abordó el carguero Scanlark en la esclusa de Kiel-Holtenau. La sospecha: haber lanzado un dron que sobrevoló y fotografió una fragata alemana el 26 de agosto. La Fiscalía de Flensburg investiga el caso como una posible base móvil de drones, en el contexto de cientos de vuelos sospechosos cerca de infraestructuras críticas alemanas durante 2025.
- El Cierre del Aeropuerto de Copenhague (Septiembre): El pasado lunes 22 de septiembre, varios “drones de gran tamaño” forzaron el cierre del aeropuerto de Kastrup en Copenhague, obligando a cancelar o desviar 150 vuelos. Las fuerzas de seguridad danesas sospechan de tres barcos que se encontraban en la zona, entre ellos el carguero ruso sancionado Astrol 1 y el petrolero también sancionado Pushpa. El tercero, el noruego Oslo Carrier 3, no está sancionado, pero su armador tiene la oficina en el enclave ruso de Kaliningrado.
El Precedente Iraní y la Militarización de la Flota
La idea de transformar buques mercantes en plataformas de drones no es una ocurrencia rusa. Irán, socio de Moscú, ya ha convertido antiguos cargueros portacontenedores en buques nodriza para drones y armamento (los barcos Shahid Mahdavi y Shahid Bagheri), exhibiendo cómo mercantes civiles pueden ser transformados en plataformas militares discretas.
La flota fantasma rusa —la red de petroleros opacos creada para eludir las sanciones— ha evolucionado de un mero problema energético a un vector clave de guerra híbrida en el Báltico. A sus buques se les atribuyen operaciones de reconocimiento y sabotaje.
Sabotaje Submarino: El Caso del Eagle S
Los buques de la flota fantasma no solo servirían como bases de drones, sino también para destruir cables de comunicación submarinos.
- Primer Caso Penal en la OTAN: Finlandia ha imputado al capitán y a dos oficiales del petrolero Eagle S (identificado como parte de la flota fantasma) por cortar cinco cables submarinos entre Finlandia y Estonia el 25 de diciembre de 2024. El buque arrastró un ancla unos 90 kilómetros, en lo que es el primer caso penal de este tipo en la OTAN.
Este patrón documentado sitúa a los tanqueros sancionados en una zona gris que fusiona logística energética, inteligencia y sabotaje en aguas internacionales, complicando la atribución de los ataques y la respuesta aliada.
La “Militarización de la Molestia” y el Vacío Legal
Convertir petroleros sancionados en naves nodrizas de drones y bases de sabotaje es una estrategia de bajo costo que disimula las operaciones de zona gris. Esta táctica presiona a la UE y la OTAN a cubrir un vacío legal y operativo en aguas internacionales, ya que la distinción entre actividad civil y militar se difumina.
Según el analista Mark Galeotti, esta es la “nueva forma de guerra”, donde todo puede militarizarse, incluidas plataformas civiles, para operar por debajo del umbral del conflicto abierto con capacidad de negación verosímil. Galeotti habla de la “weaponization of inconvenience” (militarización de la molestia): sabotajes y problemas que obligan a desviar recursos y buscan erosionar la voluntad política occidental.
Las nuevas sanciones y la multiplicación de las patrullas militares reflejan una realidad ineludible: el Báltico se ha convertido en un teatro de guerra híbrida donde la línea entre el comercio y el conflicto es cada vez más borrosa.
Agencias