El registro de la UCO en Ferraz es una imagen que permanecerá en la sociedad. Vuelven los fantasmas del pasado
NotMid 21/06/2025
EDITORIAL
La imagen de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil en el interior de Ferraz por orden judicial es una de esas fotografías destinadas a permanecer en el imaginario colectivo. La instantánea de las fuerzas de seguridad en la sede socialista es una prueba visual de la corrupción que asola hoy al partido y al Gobierno, una cicatriz de la que el PSOE nunca podrá desprenderse. El impacto mediático, social y político causado por la operación ha sido enorme. Los fantasmas del pasado regresan a las filas del partido y a la mente de los españoles: durante la investigación por financiación ilegal del caso Filesa, hace 33 años, una comisión judicial ya se incautó de documentación en la sede. Estas imágenes, como el registro policial en Génova en pleno caso Bárcenas, acrecientan la desconfianza que con todo fundamento alberga hoy la ciudadanía hacia sus dirigentes por la acumulación de escándalos de corrupción.
Los agentes entraron en Ferraz para dar respuesta a los requerimientos de información efectuados por el juez Leopoldo Puente, que dirige la investigación del caso Koldo desde el Supremo. En su auto de ayer, el magistrado dio un paso más al situar al ex secretario de Organización del Partido Socialista Santos Cerdán como el encargado de repartir las mordidas. Pero la operación no se limitó a Ferraz ni a Cerdán. La Guardia Civil se personó ayer también en Adif, en el Ministerio de Transportes y en la Dirección General de Carreteras en busca de documentos de una trama que, por sus numerosas ramificaciones, es imposible encapsular en sus cabecillas. El juez ha extendido los indicios de corrupción a otros ex altos cargos del Gobierno: la ex secretaria de Estado de Transportes Isabel Pardo de Vera y el ex director general de Carreteras Javier Herrero, en cuyo nombramiento se empeñó el propio Cerdán, y asegura que era «importante» para que fructificaran los amaños de obra pública. Ambos habrían dado asistencia a José Luis Ábalos y a Koldo García. El juez trata así de abrirse camino entre la maraña del caso, consciente de que imputados como Cerdán han tenido tiempo para destruir pruebas tras su conocimiento de la investigación.
El presidente Sánchez y su búnker de fieles, cada vez más reducido, lanzan el mensaje de que hay tres manzanas podridas. El relato es insostenible. Algunos socios lo compran en busca de más concesiones, otros ya no. El alcance de la trama afecta de pleno a Navarra: Podemos reclamó ayer a su consejera en la región que salga del Ejecutivo de María Chivite. Y, ayer también, el lehendakari, Imanol Pradales, encargó un análisis de las adjudicaciones públicas realizadas por los gobiernos de coalición de PNV y del PSOE vasco en los últimos diez años.
La pregunta es: ¿hasta dónde puede llegar la corrupción económica del PSOE de Pedro Sánchez? Es demasiado pronto para saberlo. Pero sí hay un extremo claro. La semana que viene declaran ante el Supremo Ábalos y Koldo; el lunes siguiente, Cerdán. Y las pruebas que los enfangan son tan explícitas que la única esperanza que tienen para atenuar sus condenas es colaborar con la Justicia. Apuntarán hacia arriba.