Gran parte del dinero de la mano derecha de Pedro Sánchez está en el balance de Servinabar, una empresa sin empleados cuyo negocio era ingresar el 2% de las obras de Acciona y repartírselo en sueldos y gastos privados sin pagar mucho a Hacienda
NotMid 19/11/2025
OPINIÓN
FRANCISCO PASCUAL
El más lúbrico de los sueños de algún tertuliano monclovita de TVE consistía en que nunca apareciese el dinero de Santos Cerdán, mano derecha de Pedro Sánchez, para endosar su encarcelamiento a una conspiranoia ultraderechista. Tendrá que buscarse otro. La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) lo ha encontrado delante de nuestras narices y no en una cuenta en Suiza o la Isla de Man, sino en la propia estructura de Servinabar, una lavandería de comisiones con aspecto de constructora. Lo cual no quiere decir que falte más.
El propio origen de Servinabar ya lo dice todo. Para justificar el primer acuerdo de colaboración con Acciona, en 2015, la constructora que dirige Jose Manuel Entrecanales se basaba en que «Servinabar tiene una gran implantación en Navarra». Sin embargo, había sido constituida sólo doce días antes. La implantación era la de Cerdán en el PSOE y, sorpresa, en el PNV.
El Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) recoge que el objeto social de Servinabar era «Elaboración y ejecución de toda clase de proyectos de construcción y edificación». Es decir, una constructora. Ése es el objeto formal. El real, siempre según las sospechas de la UCO, era ingresar el 2% de las obras adjudicadas por el Gobierno socialista a Acciona y repartírsela entre Cerdán, su familia y su socio en sueldos, gastos suntuosos y préstamos opacos para no tributar demasiado a Hacienda.
Cojamos, por ejemplo, el balance de 2021, el año del canto del cisne de Koldo García y José Luis Ábalos y con Cerdán a pleno rendimiento. Servinabar era considerada una «empresa de tamaño grande» por su facturación, pero sólo tenía cinco empleados y un socio, Joseba Antxon Alonso, alter ego de Cerdán. Ingresó 1.009.441 euros. ¿Por hacer qué? Las constructoras suelen tener mucho peso en el llamado activo no corriente, es decir, la maquinaria y las instalaciones. Sin embargo, Servinabar apenas anota 36.000 euros. En el activo corriente, el epígrafe más importante es el efectivo: 744.000 euros. Servinabar tenía la apariencia de empresa, pero en realidad era un contenedor, una cuenta corriente para recaudar mordidas.
¿Cómo hacía Servinabar para justificar los cobros de Acciona? El caso más paradigmático es el del Puente del V Centenario de Sevilla, donde la Guardia Civil detecta una presión asfixiante de Santos Cerdán para que la obra vaya a Acciona. «Está obsesionado», dice Koldo. La obsesión parte de que, siempre según la investigación, Acciona tenía firmado un memorandum con Servinabar mediante el cual se quedaría con el 2% del importe de la adjudicación. Cuando el Ministerio de Transportes da el concurso finalmente a la empresa de Entrecanales, Servinabar contrata a un trabajador para justificar los servicios. Y como la corrupción es como el cerdo y se aprovechan hasta los andares (valga la redundancia), el trabajador contratado es el cuñado de Cerdán. La Guardia Civil atribuye a Servinabar un cobro de 1,8 millones por esa obra y un gasto de… una nómina.
Reflejar todo esto en un balance es algo más sofisticado. El dinero no entraba sólo por la facturación o por el capital, que son mucho más transparentes, sino a través de la cuenta de «otros acreedores», que comúnmente suele tratarse de un préstamo que entre socios. En este caso, y es sólo una hipótesis, podría ser un préstamo del administrador de la sociedad consigo mismo. Como Servinabar no operaba y no invertía, tenía que buscar la manera de sacar el dinero que iba ingresando.
Una parte importante iba para las nóminas, pero otra para los gastos. La Guardia Civil detecta un estipendio de la familia de Santos Cerdán desde la tarjeta de la empresa para llevar un notable tren de vida en Madrid. Estos gastos, siempre presuntamente, no sólo tendrían origen en las mordidas de Acciona, sino que, además, reducirían el beneficio contable de Servinabar y, por tanto, la factura a pagar a impuestos de sociedades. No era magia, era el dinero de todos. Según se iba desinflando esta partida pudiera parecer que es una devolución de la deuda, pero sólo era el drenaje progresivo del préstamo inicial por la vía de los gastos.
En 2020, el efectivo de la sociedad era de 1.026172 euros y el epígrafe de otros acreedores, 1.061.715 euros. En 2023, la cuenta de otros acreedores había bajado a 427.190 euros, que se habían evaporado como gastos. En ese año, Servinabar presentaba 257.514 euros de beneficio y reservas de 757.475 euros. Entre el patrimonio neto declarado -1.017.986,50 euros- y la tesorería disponible -942.781,76 euros-, Servinabar llegaba a concentrar en 2023 un volumen real de recursos controlados que rozaba los dos millones de euros, una magnitud difícil de explicar en una empresa sin actividad productiva.
De ello, al parecer el 45% correspondía a Cerdán. La Guardia Civil atribuye a la banda 6,7 millones en mordidas. Acciona, que niega la corrupción, rebaja los contratos con Servinabar a 5,7 millones. Si restamos los gastos de llevar la vida cañón, no hay que buscar mucho más, aunque habrá que estar pendiente. Que nunca se sabe.
