Oriente Próximo sigue muy lejos de la paz, pero sus exageraciones está vez responden a un gran éxito político
NotMid 13/10/2025
OPINIÓN
FELIPE SAHAGÚN
“Los cielos están en calma, las armas calladas y las sirenas en silencio, Tierra Santa amanece en paz”, proclamó el presidente Donald Trump este lunes en la Knesset. “El caos, el terror y la ruina que han arrasado esta región… se han debilitado”, afirmó pocas horas después en Sharm el-Sheikh (Egipto) ante más de veinte dirigentes del mundo.
Oriente Próximo sigue muy lejos de la paz, pero sus exageraciones está vez responden a un gran éxito político, fruto de meses de esfuerzo militar y diplomático que culminaron en la decapitación de Hizbulá y Hamas, en el bombardeo de las principales instalaciones nucleares de Irán y de los hutíes en Yemen y, finalmente, en la rendición de los palestinos y de muchos gobiernos árabes a la victoria israelí plasmada en el acuerdo de 20 puntos aprobado por Trump y el primer ministro Benjamin Netanyahu el pasado 29 de septiembre en la Casa Blanca tras el fallido ataque de Israel en Doha, que colmó la paciencia del presidente estadounidense.
A la mayoría no les convence. Ven en esta frágil paz que se intenta levantar sobre más de 2.000 cadáveres israelíes y más de 70.000 palestinos una concesión tras otra a los intereses y a la seguridad de Israel, y enormes vacíos sobre la seguridad y los derechos de los palestinos, pero las victorias israelíes, con el apoyo casi ilimitado de EEUU, son preferibles para los principales regímenes árabes y europeos al llamado “eje de la resistencia” promovido por Teherán, y a que siga la destrucción de Gaza.
La matanza diaria de palestinos era una amenaza grave para la estabilidad de toda la región, especialmente para las monarquías conservadoras que han sobrevivido desde la revolución de Jomeini en 1979.
Lo que el mundo ha presenciado en Jerusalén y en Egipto en las últimas horas es un gran espectáculo televisado. El Aprendiz se ha convertido en el Maestro y los empresarios que competían en su programa concurso por 250.000 dólares y un contrato para dirigir empresas de Trump han sido sustituidos por (sus propias palabras) “los países más ricos del mundo”, que compiten por asegurarse su favor, sus armas y sus caprichos a cambio de reducir daños y multiplicar beneficios en un futuro que nadie conoce.
Los dos discursos de ayer de Trump estuvieron salpicados de comentarios improvisados más propios de una tertulia que de una gran cumbre o conferencia diplomática, pero reflejan lo mejor y lo peor del presidente de los EEUU.
El resultado tiene poco que ver con la primera paz árabe-israelí del 78 en Camp David o con el establecimiento de la Autoridad Palestina en los Acuerdos de Oslo del 93, pero, vistos los derroteros de aquellos grandes momentos históricos, sería prematuro condenar la paz de Trump por las formas y las ausencias, sin esperar a la segunda y tercera fases de lo acordado.
“No sólo es el fin de la guerra”, aseguró Trump repetidas veces. “Es el principio de una era de paz y el fin del terror… Gracias a todos los árabes y musulmanes que tanto nos han ayudado para que Hamas aceptara”. Ni el príncipe heredero de Arabia Saudí ni Netanyahu acudieron a la cumbre de Egipto. Nada que ver con la unanimidad de las conferencias de Madrid y Oslo.
“Tu plan cumple todos nuestros objetivos”, reconoció el primer ministro israelí antes de ceder la palabra a Trump en el parlamento israelí. “Reconociste la soberanía israelí sobre el Golán, defendiste a Israel ante todos en la ONU, apoyaste nuestro derecho sobre Judea y Samaria, lograste los Acuerdos de Abraham, rompiste el acuerdo con Irán y apoyaste de forma decisiva las operaciones Rising Lion y Midnight Hammer (contra Irán en junio)”. Por todo ello, concluyó, “eres el mejor amigo que Israel ha tenido nunca en la Casa Blanca”.
Aparte de algunos guiños, como la invitación a Netanyahu a hacer las paces con el Irán debilitado de hoy, el documento firmado en Jerusalén y en Sharm el-Sheikh este lunes está lleno de interrogantes.
Oficialmente, sigue sin publicarse y no para de enmendarse cada día. La enorme alegría por la liberación de los 20 rehenes que permanecían con vida en Gaza (la entrega de los 28 cadáveres llevará más tiempo) y de algo menos de 2000 presos palestinos tras el primer repliegue del ejército israelí a una línea imaginaria no puede ocultar las dificultades para avanzar en el cumplimiento de los quince puntos que todavía faltan por implementar.
El sexto compromiso del plan de paz es “el desarme de Hamas, tras la liberación de los rehenes”, a cambio de una promesa de amnistía. Lo que está ocurriendo en las primeras horas del principio de la paz trumpista apunta más bien a los comienzos de una guerra civil entre Hamas, la Yihad y otros grupos armados de clanes enfrentados con los que han gobernado el territorio desde 2006.
Para evitar el caos u otra guerra civil, se necesitaría urgentemente una fuerza de estabilización, pero la que se prevé en el punto 13 del borrador del plan filtrado a la prensa israelí está aún lejos de hacerse realidad. La única garantía de orden o seguridad de momento es el ejército israelí. Los 200 soldados estadounidenses enviados desde el Mando Central (Oriente Próximo) han ido como observadores del alto el fuego que entró en vigor el pasado lunes.
Lo mejor del plan -no habrá anexión ni ocupación israelí, nadie será obligado a irse, las potencias regionales garantizarán la paz, entrará toda la ayuda acordada en enero de este año y se creará una zona económica especial- choca con la falta de plazos y de concreción sobre las acciones y recursos necesarios para llegar a ese final deseado.
¿Quién, cómo y cuándo desarmara a los miles de gazatíes armados? ¿Cómo se eliminará pacíficamente a Hamas, tal como se prevé en el punto del borrador del plan? Sobre la Autoridad de Transición, hasta que los palestinos puedan autogobernarse, la prensa israelí publicaba el lunes que no hay acuerdo aún sobre su composición. Israel, con el respaldo de Trump, mantendrá a su ejército indefinidamente dentro de Gaza y no quiere ni oír hablar de autodeterminación o de dos estados (punto 19) mientras todas estas interrogantes se resuelvan.