NotMid 11/07/2025
EDITORIAL
Las preocupantes cifras demográficas de España, donde los nacimientos han caído un 38% desde la crisis de 2008, obligan a atajar un problema que afecta a la economía y al sostenimiento del Estado de bienestar desde una óptica integral: por una parte, ayudando a quienes desean tener hijos y su situación se lo impide, pero también incorporando a inmigrantes cualificados y a las personas de edad avanzada capacitadas a un mercado laboral que no puede permitirse prescindir de ellos, como acaba de recordar la OCDE.
Según el informe de Funcas que publicamos hoy, España es uno de los países de la UE que ha sufrido un mayor descenso en la tasa de fecundidad, solo superado por Letonia (41%) y Grecia (40%). En general, todos caen, a excepción de Alemania y países pequeños con un alto nivel de vida (Luxemburgo, Chipre y Malta). Pero la situación es especialmente grave en nuestro país y, sobre todo, en el norte, con una población envejecida y menor proporción de inmigrantes. De hecho, Cantabria es la región europea donde más se han reducido los nacimientos entre 2008 y 2023 (un 49%).
Aunque los estilos de vida han cambiado y mucha gente decide libremente no tener hijos, el motivo nunca debería ser económico. La crisis de la natalidad es estructural e incide directamente en áreas fundamentales como las pensiones y la vivienda. Es, por tanto, un asunto nuclear para el progreso de España que, sin embargo, no está entre las prioridades del Gobierno.