Pese a su encuentro en Samarcanda con el presidente Chino, Xi Jiping, Putin ha vivido estos días reveses militares impensables cuando ordenó la invasión de Ucrania. Dentro de Rusia hay quien se atreve a criticarle. ¿Se estará cavando su propia tumba?
NotMid 19/09/2022
MUNDO
En febrero su ejército marchaba con descaro hacia Kiev para decapitar al gobierno. En septiembre ha huido desordenadamente de la región de Jarkov, dejando abandonados hasta los carros de combate. Vladimir Putin tuvo fama siempre de experto estratega, pero la semana pasada esperaba que los ucranianos atacasen por el sur y le sorprendieron al norte.
Mientras su ejército huía a en desbandada el sábado, Putin inauguraba los festejos con motivo del cumpleaños de Moscú. Ante él, una noria que llevaba años en proyecto. Putin la describió como “la más grande de Europa”. La noria se averió unas horas después y fue necesario devolver el dinero de las entradas al público.
Por primera vez las críticas le salpicaron indirectamente: “Nuestros chicos están muriendo y fingimos que no pasa nada”, lamentó Serguei Mironov, líder de un partido aliado en el parlamento. Todo el mundo tiene cuidado de no mencionarle, pero de pronto el discurso oficial que les llega los rusos tiene demasiadas bifurcaciones.
También hubo sorpresas en casa. En su casa. Petrogrado fue la cuna de la Revolución bolchevique. Leningrado, el lugar donde nació Putin. Y San Petersburgo, la ciudad donde empezó hace una semana la revuelta de concejales contra el presidente ruso. Los tres sitios son el mismo lugar, la capital del norte.
Allí ha surgido una chispa de descontento que se ha extendido, gota a gota, a otras ciudades del país. Moscú, Voronezh, Veliki Novgorod. Ciudades donde concejales electos firman un mismo manifiesto: “Nosotros, diputados municipales de Rusia, creemos que las acciones del presidente Vladimir Putin dañan el futuro de Rusia y el de sus ciudadanos. ¡Exigimos la renuncia de Vladimir Putin al cargo de presidente de la Federación Rusa!“, dice la petición, que el viernes por la mañana llevaba 70 firmas verificadas y más que siguen llegando. Un gesto importante en un país donde protestar está prohibido.
En San Petersburgo piden presentar cargos contra él por “traición”. En Moscú denuncian que “su gobierno obstaculiza el desarrollo de Rusia”. Parecía que la disidencia había quedado aplacada: unos en la cárcel, otros rabiando contra la guerra en el exilio. Pero tímidamente, vuelve de la mano de unos ediles salidos de la nada.
Al otro lado del ring, los belicistas que jaleaban cada bombardeo y pedían una mayor escalada, han empezado a emitir mensajes derrotistas: “Ahora mismo la guerra está perdida”, dice Igor Strelkov, que fue su caudillo en Donbas. Otros simplemente exigen respuestas. Arrestos de los comandantes que dejaron pasar a los ucranianos. El propagandista y presentador Vladimir Soloviov cree que hay que ejecutar a los mandos incompetentes. El segundo ejército del mundo está ocupando el lugar de segundón en Ucrania. Kiev tiene la iniciativa.
CHIVATOS EN EL KREMLIN
Putin sigue defendiendo que se trata de una operación militar necesaria para evitar que Ucrania se convierta en una amenaza para Rusia al entrar en la OTAN. Pero una exclusiva de la agencia Reuters ha dejado más desnudas las motivaciones reales de este ex agente del KGB. El presidente ruso rechazó un posible acuerdo con Ucrania ofrecido por su enviado en los primeros días de la invasión mientras “ampliaba” sus objetivos para incluir la anexión de más territorio, informó la agencia el miércoles citando tres fuentes anónimas cercanas al liderazgo de Rusia. El Kremlin busca a los chivatos.

También revela que no todos en su círculo estaban a favor de atacar Ucrania. Ahora se ha sabido que el subjefe de gabinete del Kremlin, el ruso nacido en Ucrania Dmitri Kozak, se pronunció en contra de la escalada de la situación con Ucrania tres días antes de que Putin lanzara la invasión de 2022. Fue el día en el que reunió a su Consejo de Seguridad para escenificar, ante las cámaras, un respaldo sin fisuras a la intervención que ocurriría un día más tarde. El ataque de sinceridad de Kozak (que aunque ha desaparecido del escenario en teoría sigue siendo enviado especial para Ucrania) ocurrió inmediatamente después de que las cámaras abandonaran la sala aquella tarde de febrero.
Normalmente Putin tiene una oposición obediente. Pero en la bancada roja se impacientan. El líder comunista, Guennadi Ziuganov, aseguró en la Duma o cámara de diputados que el país ya está “en guerra”, pero no sólo con Ucrania sino con los países de la OTAN, por lo que pidió medidas políticas, económicas y hasta un reclutamiento. El Kremlin tuvo que dar un telefonazo para recordarles que en Rusia la oposición parlamentaria no debe oponerse demasiado.
CHINA E INDIA, DESCONTENTAS
Lejos de la cada vez más murmurante élite moscovita, el líder ruso se ha visto esta semana con los líderes de Eurasia en la tranquila Samarcanda. Vladimir estaba entre amigos pero cada vez dando más explicaciones. Jurando que la crisis energética no es culpa suya.
El primer ministro de India ha dicho a Putin, en público, que no es momento para una guerra. El primer toque se lo dio el jueves China. Parece que Xi Jimping se mostró inquieto por el rumbo de las cosas. Putin tuvo que usar su poco entrenada mano izquierda. A los chinos les dijo que tomaba nota. A su socio indio Putin le contestó que hace “lo posible” para acabar el conflicto. Un conflicto que él inició.
Las cosas van peor que hace un mes para Moscú. Pero Putin no quiere giros. Los comunistas hablan de “guerra” y él sigue en su realidad putiniana, evitando la palabra maldita. Esquivando la llamada a filas. Pero pagando un precio: en Samarkanda reconoció que existe una “contraofensiva” ucraniana.
RUMORES DE ATENTADO
No es un mes fácil para Putin, acostumbrado a la soledad del poder y a estar en el foco mundial. El líder ruso a menudo ha sido objeto de especulaciones, ya sea por su supuesta riqueza, noviazgos o incluso paternidades. Hasta los cotilleos se han vuelto contra él. Ahora los rumores son atentados o problemas de salud. El último chisme ha saltado de un oscuro canal de Telegram a los tabloides británicos: Putin sufrió un intento de asesinato mientras su caravana salía de Moscú.
El líder ruso, por consejo de su equipo de seguridad, a veces viaja en una caravana señuelo de sólo cinco vehículos blindados. En uno de esos trayectos, mientras se dirigía a su residencia en Novo-Ogaryovo, algo extraño ocurrió, según el canal de Telegram General SVR. El primer automóvil del convoy chocó con una ambulancia que se cruzó en el camino. El segundo automóvil pasó sin detenerse. Después hubo un “fuerte golpe” en la rueda delantera izquierda en el tercer automóvil, en el que supuestamente estaba Putin, “seguido de un humo denso”. Pero se las apañó para seguir adelante hasta su destino. No está claro qué día tuvo lugar el posible intento de asesinato y no ha sido posible verificar si sucedió. El Kremlin negó el viernes que hubiese sucedido algo de ese estilo.

El canal de Telegram, que asegura que hay escoltas detenidos, es el mismo que difundió la historia de que Putin tenía cáncer. Entonces, una información del medio independiente ruso Proekt sólo pudo confirmar que en multitud de viajes recientes había ido con oncólogos. Pero el informe daba algunos datos más cercanos al mito que a otra cosa, como que Putin se baña en disoluciones de sangre de astas de ciervo siguiendo una forma de medicina alternativa.
La cuenta, supuestamente administrada por un exfuncionario del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, contiene cada vez más comentarios críticos con la llamada operación militar especial. Los rumores sobre intentos de asesinato eran habituales la década pasada, cuando el líder ruso luchaba por someter a los radicales separatistas del Cáucaso. El último caso reseñable fue en febrero de 2012, cuando se detuvo a varios hombres en la ciudad de Odessa, situada en la costa de la entonces aliada Ucrania. Querían atacar con un explosivo la caravana de Putin, que entonces era primer ministro y se disponía a presentarse a las elecciones para volver al Kremlin.
REDES IRREDENTAS
Ahora la sombra del atentado vuelve en forma de rumor, en un momento inconveniente en el que el Kremlin trata de mantener a la sociedad anestesiada ante la mala marcha de la guerra y las grietas el discurso oficial. En marzo Rusia bloqueó Facebook y Twitter, y ordenó a sus conglomerados de medios vinculados al Estado que eliminen las historias que describen el conflicto de la nación en Ucrania una “invasión” o una “declaración de guerra”. Pero ha sido la plataforma Telegram, que en el pasado intentaron bloquear sin éxito las autoridades rusas, la que ha está sacando los pies del tiesto. Durante este mes la policía ha hecho redadas en las casas de personas sospechosas de gestionar varios canales de Telegram relacionados con un ex legislador exiliado, Ilya Ponomariov, el único diputado que en 2014 votó contra la anexión de Crimea y que ha hecho llamamientos a los rusos a armarse para combatir a las autoridades.
Mientras todo esto pasaba, en una roca en la localidad rusa de Divnogorsk (región de Krasnoyarsk), el nombre de la ciudad, escrito con piedras, fue reemplazado por las palabras “No a la guerra”. La inscripción original era una reliquia soviética, hecha originalmente por miembros del Komsomol que construyeron la central hidroeléctrica de Krasnoyarsk. A las pocas horas las fotos circulaban en las redes sociales. El gobierno local llamó a la policía. El gato está en Samarkanda, y los ratones vuelven a bailar.
“Ahora mismo la guerra está perdida”, dice quien fue su caudillo en Donbas. El segundo ejér cito del mundo está ocupando el lugar de segundón en Ucrania. Kiev tiene la iniciativa
El último rumor ha saltado de un oscuro canal de Telegram a los tabloides británicos: Putin sufrió un intento de asesinato mientras su caravana salía de Moscú. El Kremlin lo niega
Agencias