Al Psoe actual la corrupción se le supone. Cada federación y agrupación son fractales del Ferraz que Ábalos ahormó a imagen y semejanza de Sánchez
NotMid 24/05/2025
OPINIÓN
ANDRÉS TRAPIELLO
Qué desdicha llamarse Gallardo en estas circunstancias. Por lo último que se le recordará a Miguel Ángel Gallardo, otro político marrullero, será por su gallardía: «El nombre rige al hombre» y «más dura el nombre que el hombre», decían en Castilla.
Le fascinan a uno los nombres propios.
Los reales y los de ficción. Algunos reales, de tan redondos, parecen las invenciones artísticas de un mánager: Perfecto Cuadrado, Plácido Domingo, Victoria de los Ángeles. Y al revés, otros ficticios se dirían recogidos de la vida corriente. La literatura española, tan realista, cuenta con algunos extraordinarios. Uno de mis preferidos en Cervantes es el de Tomás Rodaja, conocido por el Licenciado Vidriera que inspiró el de Silvestre Paradox de Baroja. De Galdós hay un montón. Le gustaba jugar con ellos, en un sentido directo, metafórico o paradójico: Doña Perfecta, Ángel Guerra, el amigo Manso, Torquemada… Que Galdós tomara prestado para el de este usurero desalmado el del inquisidor que mandó al brasero a tantos herejes y judaizantes nos habla de la gran desenvoltura y humor con los que el novelista procedía. Todos y cada uno de esos nombres parecen encerrar en sí, compendiada, su idiosincrasia, como si esos personajes llevaran encriptado un destino que empezamos a intuir desde el comienzo a través del carácter que imprime su nombre.
Si el señor Gallardo hubiese mantenido la palabra que dio en enero («no tengo que salir corriendo a una institución para aforarme»), no estaríamos hablando de esto: «Alguien podría pensar [ahora] que me voy corriendo a la Asamblea para evitar el proceso judicial». ¿Cómo alguien? ¡Todos! ¿Vergüenza? Ninguna. Ese es de los de «llámame perro y échame pan». Y sí, anteayer admitió al fin que lo ha hecho no para evitar el procesamiento (algo que el hermano de DSánchez no le ha podido garantizar aún), sino para buscar el tribunal que le será más favorable, a su entender. Ese «intenso aroma a privilegio» del que hablaba el juez Marchena aquí con Bustos. Naturalmente todo lo ha hecho Gallardo defendiendo su «derecho a cambiar de opinión», en un mundo, abundó, en el que «no se perdona al que rectifica y pide perdón», y sí a quien miente. Lo soltaba, claro, mientras mentía con la mayor avilantez y sangre fría y sin que se sepa que haya pedido perdón a nadie.
Pero en algo lleva razón el presidente de la Diputación de Badajoz: no se ha ido corriendo, ¡sino volando!, y así ha logrado en el último momento su acta en la Asamblea, y con ella su aforamiento, apenas unas horas antes de que la juez que instruyó el caso de DSánchez lo imputara por tráfico de influencias y prevaricación, a él y a otros diez. No serán una organización criminal, cierto, pero parecen gánsteres.
El concepto matemático «fractal» es reciente y describe «unidades irregulares o fragmentadas aparentemente que se repiten a diferentes escalas y tamaños». Suelen ponerse como ejemplos de fractales la coliflor y el litoral: nunca pierden su morfología cuando se dividen en trozos más pequeños, recordando siempre las partes, por pequeñas que sean, el todo del que proceden.
PSánchez, que importó de Cataluña para el resto de España la división entre ciudadanos y de la «memoria histórica» la división entre españoles, ha logrado exportar a las federaciones socialistas su modo de hacer política, basado en la corrupción y en la mentira. Al Psoe actual la corrupción se le supone. Cada federación y agrupación son fractales del Ferraz que Ábalos ahormó a imagen y semejanza de PSánchez. Uno y otro, tanto montan. El modelo es suyo, y la verbosidad del señor Gallardo (ese su «derecho a cambiar de opinión», el modus operandi de la banda) está copiada de su jefe nacional, del mismo modo que para la contratación del hermano de PSánchez el señor Gallardo se atuvo al modelo que antes que él siguió Ábalos con las chicas a las que pagaba por su kamasutra con dinero de todos.
Para lograr su aforamiento siguió el señor Gallardo, pues, el principio de Arquímedes y hubo de desalojar a una aforada, la diputada señora María de la Cruz, a la que ya había enchufado en la carrera política hace mil años, y a otros cuatro que iban por delante de él en las listas, igualmente colocados en diferentes sinecuras por el señor cacique. Quedaba, únicamente, buscar nueva colocación a la señora María de la Cruz, y ¿qué mejor puesto para una persona de su experiencia y cualificación que la Subdelegación del Gobierno en Badajoz? Claro que para ello había que desalojar también a la subdelegada, a lo que se ha opuesto el delegado actual, que ha defendido el territorio donde él opera.
Pobre María de la Cruz. Qué cruz la suya. Al conocerse este vodevil, ha sido la única que se ha quedado, en el juego de sillas, sin una en la que sentarse. No debe afligirse. ¿Cómo no van a encontrarle un rinconcito en esta casa de trato y de contrato en la que convierten cada una de las instituciones donde logran colarse?, ¿cómo no van a pagarle su lealtad?, ¿cómo Gallardo no hará por ella lo que PSánchez ha hecho por él, permitiéndole seguir cobrando su sueldo de presidente de la Diputación, seguir mandando en el Psoe extremeño y empezar a cobrar en la Asamblea? Pero ha de darse prisa la señora de la Cruz en reclamarla. Ese gallardo no corta el mar, sino vuela, y en cuanto sienta hundirse el velero bergantín, no será de los que se queden atrás.