NotMid 08/09/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
El asalto a Telefónica por la dictadura islamita de Arabia Saudí no tiene nada que ver con la economía de mercado ni con la libertad de comercio. Si una empresa extranjera compra una empresa española será porque le interesa y ve posibilidades de crecimiento y ganancia. Como eso favorece a los accionistas o propietarios de esa empresa, nada que objetar. Pero el régimen saudí no es una empresa, sino un Estado propiedad de una familia o un clan que emplea los ingentes ingresos que obtiene del petróleo para acrecentar su riqueza y poder; que utiliza, además de para vivir a todo tren, para expandir el islam por todo el mundo, especialmente, Occidente. Islam significa sumisión. Lo contrario del liberalismo.
La mayoría de las innumerables mezquitas alzadas en Europa, mientras se queman iglesias católicas o sinagogas, las pagó Riad para expandir la versión wahabí del islam, una de las más rigoristas y menos compatibles con las libertades civiles, sobre todo, de la mujer. Si Arabia se alinea con Occidente no es por respetar sus valores, sino por combatir la otra rama del islam, la chiíta iraní, estrechamente aliada con Rusia, China y regímenes comunistas como el de Caracas. Esa división islamista ha llevado a Estados Unidos y a Europa a apoyarse en Riad. Pero el interés militar, que es mutuo, no supone respetar su régimen.
Ayer, el Gobierno de Sánchez que muele a impuestos, persigue a los empresarios españoles y los insulta cuando se largan, celebró la toma de Telefónica, que debería impedir. Los millonarios con chilaba le gustan; Zara o Mercadona, no. El PSOE se pirra por los sobornos o convolutos. Y liberales a la violeta, que se llaman libertarios y son tontiuniversitarios, tampoco ponen peros a la toma de la mejor empresa tecnológica española por el fondo de la familia real saudí que dirige Bin Salman, cuya hazaña mayor, aparte de la cuna, es el asesinato y descuartizamiento de un periodista molesto en el consulado de Riad en Estambul.
Un Estado no es una empresa ni un club de fútbol. Una empresa estratégica española no puede ser propiedad de la familia real de Marruecos o de Riad. Con Telefónica hacen como con el fútbol europeo: compran la FIFA y la UEFA, rompen el mercado y luego, como en Qatar, no le dan una patada a un bote. Nuevos ricos junto a viejos corruptos. Y el Islam, en el horizonte.