Irazmar Carbajal vivía en República Dominicana y estaba bajo la lupa del FBI desde 2019. Creen que abrió cuentas bancarias para los hijos del dictador venezolano
NotMid 08/10/2025
IberoAmérica
Antes de que su nombre se viera envuelto en una detención de alto perfil, Carbajal llevaba una existencia que parecía dividida. Su vida más reciente transcurría en Santo Domingo, la vibrante capital de República Dominicana, un marcado contraste con su pasado en Uruguay, donde residió en Baltasar Brum, una pequeña y tranquila localidad en el remoto departamento de Artigas.
El Vínculo con la Política Local y el Misterio Transnacional
A pesar de la inmensa distancia y su aparente inmersión en una nueva vida caribeña, Carbajal no cortó lazos con su comunidad de origen. En marzo, hizo público su ferviente apoyo en redes sociales a Ryder Sequeira, el candidato del Frente Amplio a la alcaldía de Baltasar Brum. En un mensaje cargado de afecto, le deseó éxito, destacando el valor de su compromiso: “No es todo el mundo que tiene el coraje que se necesita para hacer pública sus ideas y visiones en pro de una comunidad que más que comunidad es un enorme hogar donde cada familia los une aunque sea una gota de sangre”.
No obstante, esta imagen de uruguayo nostálgico y con conciencia comunitaria se choca de frente con la información que lo llevó a ser noticia internacional: su presunta vinculación con los hijos del presidente venezolano, Nicolás Maduro. Este lazo, que podría explicar parte de su vida transnacional y sus negocios, es el punto central de las investigaciones que llevaron a su captura.
Una Fachada Empresarial Opulenta
El perfil público de Carbajal en Facebook proyectaba la imagen de un hombre de negocios bien posicionado. Su foto de perfil lucía el logo de una de sus firmas, Alfa Marine Star. En su feed, alternaba la vida empresarial compartiendo profusamente imágenes de barcos y veleros de lujo, que ofrecía como una “gran oportunidad” de inversión, según consignó el medio El Observador. Estos negocios náuticos, sumados a su residencia en la capital dominicana, pintan un panorama de una opulencia que contrasta con el bajo perfil de su pasado en el interior uruguayo.
Junto a esta fachada, sus publicaciones revelaban su profunda conexión sentimental con las tradiciones. Confesó cuánto extrañaba el popular Carnaval y reafirmó su incondicional pasión como hincha por el club deportivo local, el Tabaré del Norte, demostrando que, más allá de los asuntos internacionales, un fragmento de su corazón seguía ligado al norte uruguayo.