El verdadero origen del fallo defensivo se encuentra en la idea estratégica instalada en la cúpula israelí (militar y política) desde hace años según la cual “Hamas no está interesada en una escalada”
NotMid 08/10/2023
MUNDO
¿Cómo es posible que el ejército más poderoso de la región haya sido sorprendido por decenas de encapuchados armados del grupo islamista Hamas? ¿Cómo es posible que el servicio de Inteligencia militar (Aman) capaz de saber qué camión esconde misiles iraníes en un largo convoy civil en Siria destinado al Líbano (Hizbulá) para luego atacarlo no supo detectar que en la vecina Franja de Gaza se estaba cocinando una ofensiva de semejantes dimensiones?
Estas y otras preguntas pueden formularse en una de las jornadas más traumáticas de las últimas décadas en Israel que precisamente recordaba la histórica negligencia de hace 50 años y un día cuando no dio la importancia necesaria a las alertas de un posible ataque egipcio y sirio que finalmente se produjo dando inicio a la última gran guerra israelí-árabe.
El fracaso de Israel para evitar el sangriento ataque de Hamas contra sus soldados y habitantes se debe a factores tácticos y estratégicos. En importantes tramos de los 65 kilómetros de frontera que tiene con la Franja de Gaza, Israel completó hace dos años un muro que evita infiltraciones por debajo y por encima de la tierra. La verja de seguridad, sin embargo, se ha revelado este sábado como un obstáculo completamente vulnerable por el que decenas de milicianos de Hamas entraron en furgonetas y motoristas con la ayuda de tractores. La unidad naval de Hamas también logró que algunas de sus lanchas pudiesen alcanzar la costa israelí.
Otro motivo táctico de la relativamente escasa presencia militar en la mañana del sábado es que 26 batallones se encuentran desplegados en Cisjordania ante la creciente ola de ataques palestinos mientras redadas militares casi diarias israelíes suelen desembocar en enfrentamientos armados especialmente en la zona de Yenin y Nablus.
Pero el verdadero origen del fallo defensivo se encuentra en la idea estratégica instalada en la cúpula israelí (militar y política) desde hace años según la cual “Hamas no está interesada en una escalada”, como se demostró al quedarse al margen en las últimos enfrentamientos a gran escala entre Israel y Yihad Islámica entre otros motivos para no poner en peligro la entrada diaria de 18.000 trabajadores gazatíes en Israel ni por supuesto su régimen instaurado en 2007, dos años después de la retirada israelí. De hecho, la calma regresó a la frontera después que el liderazgo de Hamas frenara la semana de protestas y ataques que organizó para arrancar el compromiso de Catar para aumentar sus ayudas económicas y de Israel para tomar más medidas que alivien la situación económica al enclave paupérrimo que tras su puesta de control de Hamas, en detrimento de Al Fatah del presidente palestino Abu Mazen, fue bloqueado por Israel y Egipto.
Esta política hizo que hace varias semanas representantes israelíes viajaran con urgencia a Doha para lograr un acuerdo que pusiera fin a los enfrentamientos y que el Ejército recomendara al Gobierno apoyar la política de calma ante Hamas con la idea que “es el mal menor”. El ex número dos del servicio secreto interno, Israel Hasson, lamenta lo que define como “Pearl Harbor israelí” y, si ocultar su ira, aconseja “acabar con la política de calma ante Hamas. Ha llegado el momento de destruir a este grupo terrorista”.
El portavoz del Ejército, Daniel Hagari, admite las críticas aunque señala: “Investigaremos lo ocurrido de forma minuciosa pero ahora estamos en plena guerra y nuestro objetivo es hacer pagar a los terroristas de Hamas por haber cometido este crimen de guerra”.
La otra pregunta es ¿por qué Hamas ha tomado una decisión tan dramática consciente que el mayor ataque contra Israel en las últimas décadas provocará seguramente la muerte de todos o casi todos sus efectivos y de muchos civiles palestinos en la ofensiva aérea de represalia israelí en la densamente poblada Franja de Gaza? Es posible que Hamas no se esperaba semejante “éxito” de un ataque ha justificado como “defensa de Al Aqsa”. No hay que olvidar que más allá de la cuestión palestina y Jerusalén, en el último año se han multiplicado las reuniones públicas entre líderes de Hamas, Yihad Islámica, Hizbulá e Irán para estrechar su alianza aprovechando la “debilidad interna” de su enemigo común en alusión a la división interna israelí en torno a la propuesta de reforma judicial lanzada por el Gobierno de Netanyahu el pasado 4 de enero.
Si abrimos el foco, uno no puede obviar que un enfrentamiento a gran escala entre israelíes y palestinos puede dificultar el objetivo de Arabia Saudí de completar con éxito en los próximos meses las negociaciones con EEUU por un pacto de defensa que incluya además la normalización de relaciones con Israel. Un acuerdo del que Irán, Siria, Hizbulá y grupos palestinos se oponen de forma rotunda. No sorprende a nadie que el liderazgo de Teherán celebre este sábado un ataque que puede tener múltiples efectos en varios frentes. Tampoco sorprende la euforia en el liderazgo de Hamas no solo por haber sorprendido a su poderoso enemigo matando a muchos de sus habitantes en sus casas y bases sino porque logró lo que buscaba hace años: el secuestro de israelíes para hacer canje por presos palestinos en Israel.