El Pontífice seguirá la senda de Francisco, pero más inclinado hacia la justicia social; buscará ser un dirigente de consenso que podría influir en el círculo más cercano a Trump que se declara católico
NotMid 11/05/2025
OPINIÓN
TERESA ABURTO
Es el Estado soberano con el tamaño y el ejército más pequeños del mundo y tiene apenas 900 habitantes. Pero su influencia traspasa las fronteras de sus 0,44 kilómetros cuadrados y llega a todos los rincones del planeta. Su máxima autoridad es a la vez jefe de Estado y líder espiritual de 1.400 millones de personas. La Santa Sede ha sido durante siglos el principal poder de Europa y el Papa sigue siendo un referente moral en un mundo cada vez más fragmentado.
El jueves, en el segundo día del cónclave, los 133 cardenales eligieron en la cuarta votación al sucesor de Francisco. El estadounidense y peruano Robert Francis Prevost, de 69 años, se presentó ante los fieles como León XIV. Si para perfilar la línea de un gobernante se observan sus primeros 100 días en el cargo, un Papa sólo necesita unos segundos, los que tarda en pronunciar sus primeras palabras en público. Y Prevost pronunció la palabra pace cerca de una docena de veces frente a las decenas de miles de fieles congregados en San Pedro y ante el mundo.
“Queridas hermanas y hermanos. Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en vuestros corazones y llegase a sus familias, a todas las personas en todas partes, a todos los pueblos, a toda la tierra. La paz sea con ustedes”, pronunció.

En un mundo cada vez más polarizado, más tensionado y más impredecible, las palabras de León XIV son una declaración de intenciones: la de continuar la senda progresista de Francisco, que no dudó en usar el altavoz global del Vaticano para tomar partido en cuestiones políticas.
Diferencias con Francisco
Sin embargo, la elección de su nombre no ha pasado inadvertida a los analistas internaciones, que observan ya ciertas diferencias con su antecesor. “Él no se llama Francisco II, sino León XIV”, destaca Jacobo Ramos Folch, director de Asuntos Públicos de Newsline y profesor visitante de la Universidad de Navarra. El Pontífice argentino centró sus años al frente del Vaticano en los más desfavorecidos, fue el Papa de los pobres, pero Prevost se inclina más a una defensa de los trabajadores y la justicia social, será el Papa de la paz.
“Ese enfoque social de León XIII [de quien Prevost toma su nombre] en su encíclica Rerum novarum es interesantísimo, sobre todo en un contexto en el que la brecha entre Norte y Sur está aumentando cada vez más, también las diferencias entre las zonas urbanas y rurales y la brecha digital, que es otra de las desigualdades del siglo XXI entre los que tienen acceso a las aptitudes para gestionar la inteligencia artificial y los que se verán gravemente perjudicados, que son millones de personas”, destaca Ramos Folch.
Aún es pronto para aventurarse a apostar por qué perfil adoptará Prevost a la hora de tratar con los líderes internacionales. Estamos descubriendo la personalidad del nuevo Papa, aunque ya se habla de un hombre tímido, que se mostró muy emocionado al ser nombrado y que, a diferencia de Francisco, volvió a la vestimenta tradicional de presentación de los papas, con la muceta y la estola, y la cruz pectoral dorada.
“No creo que vaya a tener un perfil de confrontación, será un Papa descentralizado. Es el Papa de la unidad, del consenso. Con su elección no han ganado ni los progresistas ni los conservadores, sino ese centro. No es ni Norte global ni Sur, sino ambos. Pero sí va a ejercer su influencia como voz de la conciencia moral, ya sea en forma de declaraciones, de encíclicas o de gestos con los mandatarios internacionales”, opina el analista.
En su carta de presentación ante los fieles (un discurso que llevaba escrito en vez de improvisarlo, como los anteriores pontífices), León XIV habló de “construir puentes con el diálogo, con el encuentro, llevándonos a todos a ser un solo pueblo siempre en paz”. Son palabras marca de la casa de Francisco, que siempre hablaba de “construir puentes y no muros”; una exhortación que fue recordada por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, en la homilía pronunciada en su funeral, el pasado 26 de abril, frente a la plana mayor de los líderes mundiales, entre ellos el presidente del país natal del nuevo Pontífice, Donald Trump.

La futura relación con Trump
Aquí surge la gran pregunta: ¿qué relación tendrá Prevost con el impredecible republicano? Trump (que publicó recientemente una imagen suya vestido de Papa generada con inteligencia artificial), se apresuró a congratularse en las redes sociales por la elección del primer Papa estadounidense de la Historia y lo consideró “un gran honor”. También dijo estar “deseando reunirse con León XIV”.
Las tensiones entre el republicano y Francisco a costa de sus políticas migratorias fueron constantes. Y ya conocemos algunas de las opiniones del nuevo Papa gracias al escudriño de su cuenta en la red X, en la que el entonces cardenal compartió artículos críticos con Vance y con la actitud hacia los migrantes y refugiados del Gobierno de EEUU.
¿Es el nuevo Papa anti Trump? Desde luego no es el arzobispo de Nueva York, el cardenal Michael Dolan -el candidato favorito del líder republicano-, con un claro perfil conservador y que además dirigió la oración en la ceremonia de investidura del actual presidente de EEUU. Tampoco ha pasado desapercibido que en su discurso de presentación, León XIV hablara en italiano y español, pero no en el idioma del país que le vio nacer.
“Así como a Trump le salió electoralmente rentable enfrentarse a Francisco, no preveo que vaya a buscar la confrontación directa con el nuevo Papa”, anticipa Ramos Folch, que conoce bien la política estadounidense, ya que trabajó para la campaña de Hillary Clinton en 2026. “Cuando se analizan los perfiles políticos en Washington, no solo se mira al líder, sino a quienes le rodean. Y en ese sentido, el hecho de que Trump esté rodeado de católicos practicantes puede ejercer de contrapeso”.
Efectivamente, el círculo más cercano a Trump se encuentra entre los millones de católicos que ahora lidera Prevost: su secretario de Estado, Marco Rubio; el propio J. D. Vance desde 2019; y la primera dama, Melania Trump. Si Francisco tenía un poder global y tenía la admiración incluso de los no creyentes, su sucesor tiene –a priori– el favor del entorno de Trump. Los gritos de júbilo se oían en la Casa Banca cuando se desveló la identidad del nuevo Papa.
Entonces, ¿puede aplacar León XIV los impulsos disruptores del presidente? “El Papa puede presentarse como la voz de la conciencia norteamericana y contribuir a que Trump reduzca la crispación y adopte un tono más dialogante. Pero no nos engañemos. Trump es Trump, y gana con sus formas. No es que el nuevo Papa pueda parar a Trump, sino que puede influir en sus asesores para parar a Trump. A un líder político le paran sus asesores, sobre todo a una persona que vive del show político y mediático”, opina Ramos Folch.
El presidente tampoco puede dejar pasar la oportunidad de sacar rédito de la influencia global americana con el primer Papa estadounidense de la Historia cuando parecía que EEUU dejaba de ser una superpotencia. Pero el nombramiento de Prevost ha dejado desconcertados a muchos de sus seguidores del movimiento MAGA (Make America Great Again), que no saben si apelar al orgullo nacional porque el Papa es estadounidense o mirarle con recelo por sus críticas a las políticas republicanas. “La elección de Prevost es una jugada maestra. Parece que EEUU se desacopla cada vez más de la economía global y mirando hacia dentro, y de pronto aparece un Papa que simboliza ese espíritu global de la Iglesia”, destaca el analista.
Retos heredados y futuros
León XIV afronta un relevo en el que Francisco puso en marcha un proceso de apertura que quedó muy lejos de finalizar. Veremos nuevas tensiones internacionales y crisis globales en las que el cambio climático se agravará cada vez más. Esos puntos que siempre están presentes los hereda de una forma más acentuada, más crítica, el sucesor de Pedro. Cabe recordar que, cuando escogieron a Francisco, Rusia no había invadido Ucrania, no había estallado el conflicto en Oriente Próximo, en la Casa Blanca no estaba Trump, las tensiones con China no eran iguales, y no se planteaba el desafío de la inteligencia artificial.
Se dice que la Iglesia carece de ideología y que no participa de la política. El Vaticano podrá no tener voz en algunos países, pero sí tiene ojos y oídos. Y el perfil misionero del nuevo Papa es una cuestión clave en este sentido. “Cuando hablamos de misioneros, estamos hablando de personas que se van a zonas muy remotas, en entornos muy complicados y en el caso de la orden agustina, fundada en 1256, tiene una clara experiencia en entornos adversos. A nivel geopolítico, no hay que pasar por alto el acceso que tiene la Iglesia a la información de la realidad sobre el terreno, probablemente la misma o más que las grandes agencias de inteligencia”, recuerda Ramos Folch.
La Santa Sede posee una de las redes diplomáticas más amplias del mundo, con relaciones con 180 países, gracias a la cual ejerce en numerosas ocasiones diplomacia silenciosa en conflictos internacionales. En la ONU posee estatus de observador permanente. No hay ninguna organización que tenga ese arraigo en todos los estratos sociales de todo el mundo, advierte el analista. “Tener agentes sobre el terreno sale muy caro y es muy arriesgado, la Iglesia los tiene y de forma gratuita. Pienso en realidades de entornos geopolíticos complicados como Cuba, Venezuela, China… La Iglesia está sobre el terreno y tiene esa perspectiva 360. No solo puede hablar con las altas esferas para conocer la realidad política, sino también la realidad social”