En un desesperado intento de esquivar el naufragio, la ‘premier’ británica sacrifica a su ministro de Economía como chivo expiatorio del fracaso de su plan estrella: una masiva rebaja de impuestos sin otro colchón que el del endeudamiento
NotMid 15/10/2022
EDITORIAL
Seis semanas le han bastado a Liz Truss para sumergir al Reino Unido en una mayúscula crisis financiera y zarandearlo en una tempestad política que amenaza con hundirla a ella misma. En un desesperado intento de esquivar el naufragio, la premier sacrificó ayer a su ministro de Economía como chivo expiatorio del estrepitoso fracaso de su plan estrella: una masiva rebaja de impuestos por valor de 50.000 millones de euros sin otro colchón que el del endeudamiento del país en plena espiral inflacionista y habiendo empeñado otros tantos miles de millones en la promesa de ayudas para paliar el aumento de la factura energética.
Truss se vio obligada a capitular en dos fases: la primera, con un parche que consistía en dar marcha atrás a la medida que más escocía entre los británicos (y entre los propios conservadores): la bajada del tramo más alto del IRPF. Ayer la premier tuvo que rendirse incondicionalmente, abortar el grueso de su reforma fiscal y apartar a su canciller, Kwasi Kwarteng -amigo personal tras el que se había parapetado para evitar las críticas-, colocando en su puesto a un representante del ala centrista de los tories. Jeremy Hunt será ahora el encargado de reflotar la confianza de los mercados en la libra, que llegó a hundirse a su peor nivel en medio siglo y a rozar la paridad con el dólar. Su nombramiento coincidió con la prueba de fuego para la deuda británica, tras el fin del rescate de emergencia con la compra de bonos por parte del Banco de Inglaterra. Truss ha tenido que ceder además manteniendo la subida del impuesto de sociedades -comprometida por Boris Johnson y que ella planeaba liquidar-, con la que, eso sí, podrá recaudar 20.000 millones.
Es difícil que la premier salga ilesa del drástico volantazo, que vacía de contenido el proyecto político con el que concurrió a las primarias y en el que enarbolaba el estandarte de reformista radical heredera de Margaret Thatcher. Con unas encuestas que otorgan a sus rivales laboristas hasta 34 puntos de ventaja y una rebelión clamorosa en su partido, cada vez son más claras las voces que reclaman un cambio.
Las quinielas de ayer entre los conservadores llegaron a plantear un tándem entre dos rivales de la primera ministra con mucho más apoyo que ella entre los legisladores: Rishi Sunak , ex canciller, y Penny Mordaunt, popular entre las bases. En cualquier caso, Truss ha perdido la credibilidad, encarnando el daño que el Brexit ha hecho al Reino Unido al encumbrar a una clase política fanatizada y ajena a la realidad.