El nuevo libro de Lise Barnéoud indaga en el extraño fenómeno que propicia que un organismo humano cuente con cierta cantidad de células o ADN de individuos genéticamente diferentes. “Aceptar el cambio de dogma que supone ha llevado más de un siglo”, sostiene la autora de ‘Las células errantes’
NotMid 31/07/2025
Ciencia y Tecnología
La antigua noción de que nuestro ADN nos hace seres completamente únicos está siendo desmantelada por la ciencia. En realidad, somos el resultado de la compleja interacción con los microorganismos que nos habitan y la huella que nuestro entorno deja en nosotros. Dos fenómenos biológicos, el mosaicismo y el microquimerismo, revelan que nuestra composición genética es mucho más compartida de lo que alguna vez imaginamos.
Microquimerismo: Compartiendo más de lo que creemos
El microquimerismo postula que nuestro cuerpo contiene una pequeña cantidad de células o ADN de individuos genéticamente diferentes. Esto significa que no somos entidades aisladas, sino que poseemos una “transferibilidad” biológica. Un ejemplo clave es el vientre materno: durante el embarazo, hay un intercambio de células entre la madre y el feto. Esto permite que células de la madre persistan en su hijo y viceversa, e incluso que la identidad genética de hermanos que nunca nacieron se encuentre en el cuerpo de un gemelo vivo. De manera similar, los receptores de trasplantes llevan consigo la identidad genética de sus donantes.
Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), explica que tanto el mosaicismo (diferencias genéticas sutiles dentro de nuestras propias células) como el microquimerismo (intercambio de células entre individuos) son formas de definir la combinación de identidades genéticas en un organismo. José María Millán, del Instituto de Investigación La Fe, añade que estos fenómenos son “más comunes de lo que parece”, a menudo descubiertos de forma fortuita, como la presencia de ADN femenino en un hombre durante un análisis de sangre.
“Las células errantes”: Rompiendo dogmas biológicos
Lise Barnéoud, periodista científica y autora del libro “Las células errantes. La fascinante biología del microquimerismo”, destaca que, a pesar de su prevalencia, el microquimerismo no ha sido ampliamente reconocido. Una de las principales razones ha sido la dificultad de la ciencia para conciliar la presencia de células “extrañas” con la función del sistema inmunológico, diseñado para atacar todo lo ajeno. Además, la falta de herramientas tecnológicas avanzadas impidió su detección y caracterización hasta hace poco.
Ejemplos que desafían la individualidad
La vida real ofrece casos asombrosos que ilustran el microquimerismo:
- Taylor Muhl, una modelo y cantante californiana, nació con una quimera, lo que se manifiesta en un torso de dos colores. Ella porta la composición genética de su hermana gemela que nunca nació, resultado de la fusión de dos óvulos gemelares en el útero.
- El caso de Lydia Fairchild en EE. UU. es aún más sorprendente. Una prueba de ADN rutinaria para solicitar ayuda social dictaminó que sus hijos, a quienes había dado a luz, no eran genéticamente suyos. La verdad se reveló después: Lydia era una quimera, y sus hijos eran genéticamente suyos, pero a través de las células de su hermana gemela “perdida” que se encontraron en las paredes de su cuello uterino.
Estos ejemplos, que antes podrían sonar a ciencia ficción, son realidades que desafían la noción de “un individuo, un genoma”.
Avances tecnológicos y futuras aplicaciones
Los avances en las herramientas de secuenciación genética, que permiten leer fragmentos de ADN más largos, han sido cruciales para desentrañar estos fenómenos. Esta tecnología está abriendo nuevas puertas para entender el origen de enfermedades que antes no tenían una explicación clara.
Pablo Lapunzina, investigador de CIBERER, subraya la importancia del mosaicismo como una causa fundamental del cáncer y cómo los trasplantes contribuyen al quimerismo, ya que las células del órgano trasplantado pueden viajar más allá de sus límites iniciales. Tanto Lapunzina como Millán enfatizan la necesidad de investigar estos fenómenos para encontrar nuevas respuestas a las enfermedades raras, permitiendo, por ejemplo, trazar árboles genealógicos más precisos al descubrir alteraciones genéticas “escondidas” en el ADN de los padres.
La utilidad y el futuro del microquimerismo
La pregunta clave es: ¿qué utilidad tienen estos fenómenos biológicos? Barnéoud indica que el desafío ahora para los científicos es encontrar aplicaciones prácticas. Una de ellas es la posibilidad de rastrear el origen de fragmentos específicos del genoma para corregir enfermedades genéticas minoritarias. Otra posibilidad fascinante es que las células de origen fetal puedan reparar tejidos en la madre después del parto, asegurando su bienestar. Amy Boddy, bióloga evolutiva, incluso especula con la idea de que las células fetales podrían producir oxitocina, contribuyendo al vínculo y la recuperación materna.
Carl Zimmer, en su obra “Tiene la sonrisa de su madre”, también explora el microquimerismo, incluso planteando la inquietante posibilidad del traspaso de células cancerígenas entre organismos. Aunque “suena aterrador”, Zimmer destaca que “es difícil determinar el alcance del microquimerismo porque las células extrañas pueden abrirse camino hasta cualquier recoveco del cuerpo humano”.
Lise Barnéoud concluye con una reflexión profunda sobre la identidad: “Me gusta pensar que nuestra identidad se construye con y gracias a los demás, que no viene dada de una vez por todas. Me agrada también barrer las nociones de propiedad y origen”. Esta perspectiva nos invita a considerar que estamos intrínsecamente “tejidos de otros” desde el principio de nuestra existencia.
¿Qué otras implicaciones crees que podría tener el entendimiento del microquimerismo en nuestra visión de la salud y la identidad humana?
Agencias